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Yucatán

El Rey Chelón de Kanasín, brillante musical del Teatro Regional

Ariel Avilés Marín

Una vez más lo reitero: ¡El Teatro Regional goza de excelente salud! Y además, sigue siendo el gran amor del público yucateco. Ya quisieran los grupos y espectáculos que vienen de la capital, tener sala llena como la tienen las obras de nuestro teatro vernáculo. Y la parodia, siempre la parodia, como fuente inagotable de esta tradición de nuestra dramaturgia. Una parodia genial, un grupo de actores versátiles y flexibles, con ingenio para la morcilla, un cuerpo de baile con buena coreografía, buenas voces para cantar, y los elementos están puestos sobre la mesa para arrancar la gran ovación del multicéfalo.

La parodia, tomada de un suceso, una obra de teatro, una telenovela, una película, algo con resonancia social y actualidad, ha sido una rica fuente que ha alimentado desde siempre nuestro Teatro Regional. En 1923, se estrenó en Mérida la zarzuela española La Montería, rápidamente la pluma de Fernando Mediz Bolio corrió y Don Héctor Herrera estrenó Dzon Ceh; las elecciones del 26 de noviembre de 1967 hicieron historia al ganar el primer alcalde panista, y Don Mario Herrera estrenó: “Lo qué pasará después del 26”; se estrenó la película El Derecho de Nacer, con Julio Alemán, López Tarso y Aurora Bautista, y Héctor Herrera “Cholo”, nos deleitó con El Derecho de Crecer. “Niil novo su sole”, reza el proverbio latino, y es cierto, pero el ingenio marca la diferencia.

Ahora, la compañía Disney, ha relanzado El Rey León, y la dinastía emblemática de los Herrera, nos presentan: “El Rey Chelón de Kanasín”, que resulta ser un brillante musical, salpicado de todas las referencias y asuntos de actualidad, para abonarlo a las grandes parodias de nuestro Teatro Regional Yucateco. Todos identificamos el brillante inicio de la película por el profundo grito que anuncia la vida en la selva africana; se abre el telón, en el ciclorama se proyecta la imagen original de la cinta, y se escucha el grito de: ¡LA CAGUAMA!, en la voz del joven mandril, y la primera carcajada del respetable llena la sala, y de aquí en adelante la historia corre siguiendo el conocido guion de la original, pero enriquecida con todas las referencias y tradiciones regionales y salpicada de morcillas en las cuales se ponen de relieve hechos, sucesos y acontecimientos de actualidad que alegran la trama y mantienen viva la hilaridad del público.

Como es costumbre en la dinastía Herrera, los diálogos se van poblando de graciosas referencias pícaras, de doble sentido, ingeniosas, picantes algunas, pero siempre blancas y con profundo respeto a la concurrencia. Integrantes de varias de las seis generaciones de la dinastía Herrera están presentes en la escena de la obra, empezando por la columna de hierro de la familia, el sin par Mario Herrera Flores, Mario III; se contó también con la participación de Fernando Herrera, Cheto Jr.; Héctor Herrera Jr., de la IV generación; Mario, Daniel y Carolina Herrera, Dzereco, Nohoch y la Kosi, de la V generación; y el menor de la dinastía, Mario Herrera, Bombín, de la VI generación. Don Héctor Herrera Escalante tiene el mérito indiscutible de haber dejado una simiente de profundo arraigo y tradición en el este inmortal género, del que él fue precursor e impulsor y que su descendencia ha sabido seguir la senda trazada por el ilustre antecesor.

Con gracia se hace un juego ingenioso con los nombres de la historia original, y así Simba es Timba, Mufasa es Fumasa, Pumba es Zumba, Timón es Limón, Scar es Star, Rafiki es Ruquiti, Nala es Lala y así sigue la mata dando con todo el elenco. Han de destacarse las participaciones siguientes, la de la pequeña pero talentosa actriz infantil, Regina Echazarreta, quien nos regaló con su brillante interpretación de Zadzú, el sabio calao, consejero inseparable del rey Fumasa, hilarante parodia del original Zazú, la pequeña Regina mostró una desenvoltura y naturalidad muy destacadas para su corta edad; por su parte, encontramos una presencia que llena el escenario, en un joven talento a quien no habíamos visto antes en escena, Juan Pablo Abraham, que nos dio un destacado Fumasa. Un vozarrón vibró en la sala, la voz del mandril Gurú, encarnada por Marián Durán; seguramente Elton John estaría muy complacido con la interpretación de sus canciones en la poderosa y afinada voz de Marián.

La producción nos mostró el desarrollo que este rubro ha sufrido merced a la incorporación de la tecnología a su campo; las antiguas y laboriosas escenografías y telones, son sustituidas por proyecciones en el ciclorama, lo cual, además, permite aprovechar las imágenes de la producción original, imprimiendo mayor credibilidad a la escenificación. Este rubro estuvo a cargo de Fabio Buenfil, quien además tuvo el mérito de una excelente iluminación de la obra. Lucido y brillante el vestuario de la autoría de Rosemary Tapia; así como el maquillaje de Astrid Tzuc.

Carolina Herrera hizo una excelente selección de la obra de Elton John, y sus canciones corren con naturalidad y brillantez, pero la letra ha sido adaptada a la parodia y se llena de gracia y picardía que arranca la risa del respetable. Así, la emblemática canción El Ciclo Vital, encuentra regional equivalente en El Ciclo sin Xix, y Hakuna Matata se transforma en Mecerse en la Hamaca. El Rey Chelón de Kanasín es, a fin de cuentas, un musical, y como tal exige la presencia de cuadros de baile y coreografías; este rubro fue muy bien cubierto por la Academia de Ballet de la Mtra. Flory Febles y con las acertadas coreografías de Emilio Cen.

Las citas de usos y costumbres locales ponen sabor regional y gracia a la trama. Por ejemplo: “Fumasa se tardará en llegar tres días, pues viene en el Circuito Metropolitano”; o bien “Mi reino se extiende desde Altabrisa hasta Opichén”; así como “Hijo mío, tú llegarás a ser el Halach Huinic de este reino”. Las críticas sociales también están presentes en la obra: “Hijo, a Kanasín no debes ir, ahí, es tierra de nadie”; así como las referencias a usos de actualidad: “Sí, tú eres rey, pero rey de las redes”; o sucesos recientes: “Las hienas del volante invadieron la ciudad; ¡Mare, ni Don Nerio pudo con Billy!”

Como suele suceder en nuestro teatro vernáculo, la obra tiene un final feliz, el bien triunfa y se restablecen el orden y la justicia, Timba retoma el gobierno del reino, Star es expulsado y continúa interminablemente el Ciclo sin Xix. La sabiduría, el resguardo de las tradiciones y valores están depositados en el personaje del sabio y viejo mandril Ruquiti, que, con propiedad y precisión encarna Mario III, en su calidad de patriarca de la dinastía.

El Rey Chelón de Kanasín es una divertida parodia de profunda entraña, que se viene a sumar a las ya muchas e incontables que se han dado a lo largo de más de cien años de tradición del Teatro Regional Yucateco y que han enriquecido nuestra cultura local y regional. Es un alegre y lucido musical que nadie debe quedar sin verlo. Hay que estar pendientes de las próximas funciones de esta divertida obra de este género que, es tan nuestro, tan auténtico, tan divertido.

¡El Teatro Regional goza de excelente salud! Y así seguirá mientras haya actores, dramaturgos, cantantes, bailarines, y demás gente con talento, que crean en él y pongan amor y corazón en mantenerlo vivo entre nosotros.

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