Pilar Faller Menéndez
“Sólo en la medida que hemos llegado a conocer nuestro dolor personal; sólo en la medida en la que nos hemos relacionado con el dolor, somos lo suficientemente intrépidos, lo suficientemente valientes y lo suficientemente guerreros para estar dispuestos a sentir el dolor de los demás”.-
Pema Chödron
La empatía, un gran paliativo que los seres humanos deberíamos desarrollar en nuestra vida, es aquella capacidad que nos permite percibir e incluso compartir la experiencia de otra persona, desempeñando un notable papel en la sensación del dolor. Esto ha sido demostrado por la ciencia y ha sido motivo de un estudio de la Universidad McGill de Estados Unidos, al hacer un experimento con ratones, los cuales respondían a una sensación dolorosa con más presteza, cuando advertían que otros ratones que compartían su jaula sufrían de algún dolor.
Una conjetura de los científicos que estudiaban este tema, sugirieron que el efecto empático es mayor en aquellas relaciones que están más consolidadas, lo que puede ser una explicación del porqué el cónyuge de una paciente con dolor crónico, muchas veces manifiesta sentir dolor.
La empatía es considerada una de las competencias básicas en el aprendizaje de las profesiones relacionadas con la salud en este siglo, definiéndola como la capacidad de extender las emociones de los pacientes o sus familiares, sus perspectivas y experiencias. No se trata solamente de un contenido emocional, sino que presenta tres componentes básicos: cognición, comprensión y comunicación. En lo referente a la salud y en acciones asistenciales es necesario escuchar no solamente con los oídos, sino también con los ojos, la mente, el corazón y la imaginación a aquéllos que están sufriendo algún dolor o carencia.
Limitar la capacidad empática a temas de salud o programas existenciales sería un gran error, porque el sufrimiento se manifiesta muchas veces sin la presencia de un dolor físico, sino un dolor emocional que puede estar relacionado con la pérdida de un ser querido, la pérdida de un trabajo, un divorcio, o la imposibilidad de mantener contacto con los hijos.
Es durante estos momentos dolorosos que pasa una persona, cuando la empatía aflora y los amigos, o personas que sienten empatía por ese dolor, apoyan y entienden lo que la persona está pasando, porque de alguna manera el dolor lo hacen suyo, al ver el sufrimiento que no les es indiferente.
Este dolor también se siente, cuando hay grupos marginados que sufren, cuando existen países en guerra donde el dolor aflora, o ver cómo muchas veces la naturaleza destruye bosques como el caso de la Amazonia donde la flora y la fauna están desapareciendo, pudiera también causar empatía el sufrimiento de los migrantes y tantas injusticias y hechos incomprensibles que tienen el poder de causar dolor, sobre todo cuando nada podemos hacer al respecto.
El mundo necesita desarrollar su capacidad de ser empático, y acabar con la indiferencia que tanta gente siente a lo que ocurre a nuestro derredor, porque tenemos ojos, oídos y razón, muchas veces lo que nos falta es tener sentimientos hacia los demás y salir de la burbuja en la que muchos viven donde sienten confort y nada les afecta.
Con esto no se pretende que las personas empiecen a sentir dolor, la empatía muchas veces va agarrada de la mano de la solidaridad, muchas veces a pesar de sentirlas no podemos hacer algo para remediar los problemas de los demás, pero tenemos o deberíamos tener la capacidad de comprenderlos. Es ser escuchado y la muestra de comprensión ayuda a muchas personas a no sentirse solas y pensar que sus problemas les son indiferentes a los demás.
Es posible crecer cada día en nuestra calidad de seres humanos, nadie va a darnos un premio por hacerlo, pero la satisfacción de poder ser empático y apoyar a otros es una recompensa que muchos reciben y que no se compara con reconocimientos ni con aplausos, es cuando somos conscientes de que estamos en contacto con nuestros sentimientos y con los de los demás.