La mercería y bonetería “La Económica” cerraría al retirarse sus dueños
PROGRESO, Yucatán, 12 de junio.- La mercería más antigua del puerto, que ha laborado de manera ininterrumpida en 75 años, sólo ha “bajado su cortina” durante el periodo de la pandemia de este puerto, pero ahora de nuevo está laborando.
Don Manuel Castillo Aguilar, heredero de la mercería y bonetería “La Económica”, dijo que cerrará el negocio cortina cuando, junto con su esposa, se sientan cansados; con ello terminará una tradición.
Este comercio ha pasado por tres generaciones; se lo dejó su abuela a su padre, doña Justina Castillo Alam, de ascendencia libanesa, a don Nicanor Castillo Esquilano.
“Ahora es mi herencia de más de 7 décadas, con mi esposa atiendo este negocio familiar que conserva su entorno de antaño”, reveló don Manuel.
Por un momento suspendió sus actividades para mencionar que ha subsistido a los embates del comercio moderno, cuando comenzó su abuela el comercio en el puerto había muchas mercerías y boneterías, pero ahora sólo queda esta.
Antes de llegar a este comercio fue cocinero del también antiguo café El Cordobés, con su tío, el “Chel” Amílcar (+), pero hace 4 décadas su padre, al sentirse cansado, le dijo: “La única herencia que te dejaré es este comercio que perteneció a tu abuela”.
Pero él era cocinero y tenía para vivir bien; en realidad el comercio sobre todo de este giro no lo ve muy atractivo. “Durante mi adolescencia, cuando fui estudiante, había ido a la tienda y en realidad no me atraía mucho, pero mi padre me dijo que si no me decidía lo venderá o lo cerrará, ‘es hora del relevo’, a mi padre ya se le veía cansado”, apuntó.
“En realidad después de reflexionar, pedí permiso en mi trabajo y regresé a la mercería, mi padre me dijo que lo primero que tenía que aprender es a tener ‘palabra’.
Para los créditos en aquellos años no se firmaba nada, todo era a la palabra, se apuntaba en las libretas; entonces con mis grandes bolsas nos fuimos a la ciudad capital y comenzó a presentarme a los proveedores, con los cuales me relacioné”, reveló.
“En realidad el capital de mi padre no era mucho, las ventas que se realizaban eran a crédito pero pedía y le daban; mi padre me enseñó valores, que las deudas hay que pagarlas. Entonces vino la compra del local que era de doña Ana Garabana, que era dueña de todos los locales del centro de la ciudad.
“A unos años mi padre dejó de existir y con mi esposa seguimos en este negocio, pero como le pasó a muchos de los comercios que desparecieron, la modernidad llegó, con almacenes de grandes cadenas, con precios bajos, entonces es cuando decidí hacer ajustes en la tienda.
“Definitivamente no podría competir con la venta de telas, que era parte de mi fuerte, pero el trato al cliente y la visión de artículos que no venden los grandes que fueron las pantimedias, ahulados para mesas, encontré a una modista que me elaboraba mandiles para casa y comercios.
“Tiene trabajo la modista y tengo ventas, elásticos, estambres, encajes y La Económica continúa funcionando, después de más de 75 años”, relató.
“Esta seguirá habiendo su cortina hasta que Dios nos permita a mi esposa y a mí seguir trabajando, porque al igual que mi padre, mi pareja se queda en el comercio y voy a Mérida para realizar las compras, ahora con los hijos de mis antiguos proveedores.
“Actualmente con la mercería, entre ventas de cordones para zapatos, botines, cierres e hileras subsistimos. Que la mercería continúe con mis hijos, en verdad no lo creo y estoy consciente que se acabará.
“Uno de nuestros hijos es médico cirujano y mi hija psicóloga y directora de una Universidad del vecino estado de Campeche; es comprensible que no vendrán a laborar en esta modesta mercería, en donde nosotros como padres trabajamos para que hoy sean personas de provecho”, finalizó.
(Julio Jiménez Mendoza)