
A pesar de los avances médicos, la mejora en el acceso al tratamiento y las campañas informativas, las cifras oficiales muestran que el número de diagnósticos crece cada año, sobre todo entre jóvenes menores de 30 años. Lo más alarmante: las mujeres siguen sin acercarse a realizarse la prueba de detección.
La Red de Personas Afectadas por VIH (Repavih), una de las organizaciones civiles más activas en el tema, reportó un preocupante desequilibrio de género en la participación de quienes acuden a realizarse pruebas rápidas en el estado.
Según su director, Pablo Alemán Góngora, el estigma y los prejuicios todavía impiden que las mujeres acudan a los centros de detección, a pesar de que la transmisión del virus ya no se limita a grupos específicos.
“En agosto hicimos más de mil pruebas y solo siete fueron a mujeres. En septiembre, el número subió a 19, pero sigue siendo muy bajo. Esto refleja que los tabúes siguen pesando más que la información”, explica Alemán, quien lleva más de una década promoviendo la detección oportuna en el estado.
Una brecha que crece pese a los esfuerzos
Repavih trabaja con personal voluntario, psicólogas y promotores de salud para generar confianza en las mujeres y reducir el miedo a realizarse la prueba. Sin embargo, la respuesta sigue siendo baja: solo el 17% de quienes se examinan son mujeres. Hace algunos años, la cifra no llegaba ni al 1%, lo que muestra un avance modesto, pero aún insuficiente.
El activista advierte que si la educación sexual no mejora, Yucatán podría alcanzar en pocos años una paridad entre casos masculinos y femeninos, algo que ya ocurre en varios países africanos y del Caribe.
“El virus se ha generalizado. Ya no pertenece a una población en particular. Si no entendemos eso, estamos fallando como sociedad”, sostiene.

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Jóvenes al frente de la estadística
De acuerdo con el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, hasta junio de 2025 se registraron 298 nuevos diagnósticos de VIH en Yucatán. Esto representa un aumento de más del 10% respecto al mismo periodo del año anterior, y coloca al estado entre los cinco con mayor tasa de incidencia en todo México. En total, más de 12 mil 800 personas viven con el virus en la entidad.
La mayoría de los nuevos diagnósticos corresponden a personas de entre 20 y 29 años de edad, especialmente hombres jóvenes. Según datos de la Secretaría de Salud federal, el grupo de 25 a 29 años concentra la mayor proporción de nuevos casos, seguido de quienes tienen entre 20 y 24 años.
“Hay hombres que, tras hacerse la vasectomía, creen que no hay riesgo porque no pueden embarazar a nadie. Eso es un error: la vasectomía no protege del VIH ni de ninguna otra infección de transmisión sexual”, enfatiza Alemán.
También persisten mitos entre mujeres que confían en que su pareja esté ‘protegida’, cuando en realidad desconocen si ambos se han realizado pruebas o usan preservativos.
“El virus se mueve en silencio, en la confianza y la desinformación”, lamenta el activista.
Diagnóstico tardío y tabúes persistentes
El estigma social sigue siendo una de las mayores barreras para la prevención. Muchos evitan hacerse la prueba por miedo a ser juzgados o rechazados, incluso dentro del entorno médico. Otros lo postergan hasta que presentan síntomas más severos, lo que reduce la posibilidad de un tratamiento oportuno y eleva el riesgo de transmisión.
Repavih realiza pruebas gratuitas cada semana en Mérida y en jornadas itinerantes en municipios del interior del estado. Los resultados se entregan en menos de media hora, con acompañamiento psicológico en caso de ser reactivo. Sin embargo, Alemán reconoce que aún falta acercar los servicios a comunidades rurales y zonas donde el acceso a información es limitado.
Un reto con rostro femenino
En Yucatán, las mujeres representan solo una fracción de los diagnósticos, pero los especialistas advierten que esa cifra puede crecer. En los últimos años, los casos femeninos han pasado de ser apenas el 5% a cerca del 11%, y se concentran principalmente entre los 25 y 35 años de edad.
“Nos preocupa que las mujeres no se hagan la prueba porque muchas veces son ellas quienes detectan primero los síntomas en casa o quienes acuden con los hijos a los servicios de salud. Si no se examinan, pierden la oportunidad de protegerse y de proteger a otros”, subraya Alemán.
La pandemia de COVID-19 también dejó secuelas: la reducción de servicios presenciales de salud sexual entre 2020 y 2022 provocó un rezago en la detección de VIH y otras infecciones de transmisión sexual.
Desde entonces, Yucatán muestra un repunte sostenido que hoy preocupa tanto a las autoridades como a la sociedad civil.
Educación sexual y acceso igualitario
Organizaciones como Repavih, Colectivo SER y la Secretaría de Salud estatal coinciden en que el camino para revertir las cifras pasa por la educación sexual integral, sin prejuicios ni discriminación. Esto incluye hablar abiertamente de métodos de prevención, del uso correcto del condón y de la importancia de hacerse pruebas periódicas.
También urgen a fortalecer las políticas de acceso equitativo al tratamiento antirretroviral, garantizar la confidencialidad de los resultados y eliminar cualquier forma de estigmatización.
“El VIH no es una sentencia; es una condición tratable. Pero para que la gente llegue al tratamiento, primero debe hacerse la prueba, y ahí es donde estamos fallando”, concluye Alemán.
JGH