Envuelta en misticismo, Izamal ha sido desde tiempos prehispánicos un punto de peregrinación. Los estudios arqueológicos realizados en múltiples espacios de la localidad han destacado su importancia como centro dedicado a Itzamná, deidad del conocimiento y la medicina.
Con la llegada de los españoles, la ciudad se transformó en el principal santuario mariano de la península, consagrado a la Virgen de la Purísima Concepción, lo que reactivó las caminatas y reforzó la sacralidad del lugar.
Al Norte de la plaza principal se alza la gran pirámide Kinich Kak Moo. En su costado Oriente existe una cueva artificial de origen prehispánico que se integra a la estructura.
Noticia Destacada
Parroquia de San Cristóbal en Mérida recibirá a cientos de peregrinos por el día de la Virgen de Guadalupe
Según la tradición popular, un pasadizo conduce al interior de la estructura, donde habría una isleta con la imagen de la Virgen de Izamal, custodiada por dos serpientes. La leyenda relata que, tras el incendio de abril de 1829, la primera efigie mariana se salvó milagrosamente al refugiarse en esta caverna.
Posteriormente, y tras la pérdida del santuario, autoridades y fieles devotos llevaron desde Mérida otra imagen de la Virgen, tallada también por frailes franciscanos.
Desde entonces se dice que cada 8 de diciembre ambas imágenes intercambian su lugar: una permanece en el templo y la otra se resguarda bajo la pirámide, lo que se ha consolidado como una tradición y parte del arraigo religioso que forma parte de la identidad local.
Noticia Destacada
Relleno negro gratis en Kaua: regalarán comida por el fin de los festejos a la Virgen de la Inmaculada Concepción
Escritores izamaleños como Ramiro Briceño López y Víctor Rosado Aranda narraron historias sobre esta cueva, incluida la de un niño que aseguró haber encontrado ahí a la Virgen. El lugar sigue siendo objeto de respeto y devoción e identidad cultural; algunos fieles aún depositan flores y velas en su entrada.
Hoy en día, en medio del creciente flujo de peregrinos y visitantes, Izamal reafirma su identidad espiritual, donde mito, historia y fe conviven en un simbolismo profundamente arraigado en la cultura local.