
Chuichuen es parte importante de la rica herencia cultural e histórica del municipio de Panabá, cuyo origen se remonta hasta 1750, tras una matanza, destacó el historiador José Alejandro Aguilar Novelo.
La administración eclesiástica de Chuichuen estaba bajo la parroquia de San Francisco de Kikil, la cual, debido a su relevancia, contaba con la presencia de dos frailes franciscanos.
Uno de los religiosos, el principal de la parroquia, era asistido por una mujer que trabajaba como su ama de llaves. Sin embargo, la calma del poblado se vio alterada por la llegada de un mercader itinerante, que, con su actitud y apariencia, intentó seducirla, lo que desató la ira del sacerdote.
El monje ordenó al mercader que abandonara el pueblo de inmediato. Aunque el comerciante obedeció en cuanto a dejar la casa del fraile, no cesó en su intento de cortejar a la mujer, lo que llevó a una drástica decisión por parte del cura.
El mercader fue arrestado y castigado públicamente con 50 latigazos en el Centro del pueblo antes de ser expulsado. Sin embargo, encolerizado y decidido a vengarse, el comerciante, identificado como Don Julián, juró regresar para destruir la comunidad.

Con su rencor alimentado, Don Julián se dirigió al punto conocido como El Cerro (actualmente Paso del Cerro) y, desde allí, se embarcó en una lancha de pescadores con destino a Yalahau, en el actual estado de Quintana Roo, una zona frecuentemente visitada por piratas.
Fue entonces cuando, en busca de venganza, contactó a los bucaneros para incitar un ataque a Chuichuen. Prometió que el pueblo poseía riquezas que valía la pena robar.

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A las 6:00 horas, el quinto día después del castigo al mercader, los piratas invadieron el pueblo mientras el fraile celebraba misa con la mayoría de los pobladores.
La invasión fue brutal: los bucaneros saquearon, incendiaron, y asesinaron a ancianos, mujeres y niños sin piedad, profanando incluso el antiguo templo erigido en la primera mitad del siglo XVI.
Durante este ataque, el fraile fue asesinado por Don Julián, quien también raptó a la ama de llaves del religioso antes de escapar con los piratas hacia la costa para abordar sus navíos. Tras esta masacre, el destino de Chuichuen fue sellado.

No se supo nunca más sobre Don Julián y la mujer y los pocos sobrevivientes huyeron hacia la selva y, con lo que pudieron rescatar, se establecieron en los alrededores de un pozo público, donde fundaron el barrio que conservaría el mismo nombre de Chuichuen como homenaje al pueblo arrasado.
El sitio, invadido por la vegetación y la fauna local, fue conocido desde entonces como Xlacah, que en lengua maya significa Pueblo Viejo.
Este relato, transmitido a través de generaciones por medio de la tradición oral, es considerado por como parte de la historia no escrita de la región. A pesar de que presenta elementos de novela, se mantiene como un testimonio valioso de la vida de los habitantes de la zona.
Aguilar Novelo recordó que la historia fue relatada por primera vez a Pedro María Mena, un veterano de la Guerra de Castas, por Tata Huel Ramos, un vigilante de Panabá.
Cuatro décadas más tarde, Mena transmitió la historia a Felipe Pérez Alcalá, oriundo de Calotmul, pero que radicó en Tizimín, y la publicó en 1914.
Ahora, 129 años después de esa entrevista se rescata de amarillentas y añejas hojas este importante hecho, pilar en el estudio histórico y cultural de Panabá, que marcó la vida, no sólo en el pueblo de Chuichuen, sino de los poblados circunvecinos.
El antiguo barrio de Chuichuen es digno de recordar, aunque la tristeza invada los corazones de los lectores, por la masacre ejecutada en el pueblo del mismo nombre.
Para dar mayor sustento a este trabajo de investigación se consultó el censo de 1884, en el cual aparece registrada una persona en el puerto de San Felipe con el nombre de Pedro María Mena, quien contaba con 71 años. En 1887, cuando fue entrevistado, el anciano tendría 74 años.

Además, destacó que a fines del siglo XIX y principios del XX, la región de Chuichuen era conocida como la finca Bella Vista, y que hoy en día es un rancho registrado como San Isidro.
A principios de la época colonial el nombre original de ese sitio era Chuyubchuen, pero finalmente fue contraído y que diversas fuentes antiguas citan a este pueblo. Ejemplo de ello es el mapa de Alejandro José de Guelle de 1734 que registra un sitio con ese apelativo a la altura de Xlacah, cerca de Panabá.
En conversaciones con Claudio Dzib Canché, vecino del histórico barrio, expresó que su padre, Diego, es oriundo del rancho Bellavista, lo cual fue corroborado en el último censo registrado a fines del siglo XIX y de sus labios se escuchó de manera clara la pronunciación de Chuichuen, ya que actualmente los pobladores conocen el lugar de manera errónea como Chuychén.
Puntualizó que este anciano actualmente cuenta con 102 años de edad y lamentó que el histórico pozo haya sido cambiado de forma, pues anteriormente era cuadrado luego de ser remozado en 2012 por la autoridad en turno, amante de la modernidad, pero no de su herencia histórica.
El historiador compartió que en actas de nacimiento del Registro Civil de Panabá (1863-1868) se encuentra de manera simultánea la existencia de la plazuela del suburbio Chuichuén.
También está el rancho Chuichuen, en el que consta que el dueño era Manuel Elizalde, pero una década después aparece como rancho Bella Vista. Posteriormente, 1915 se registra como finca Bellavista Labcah, cuyo dueño era Matías Aguiar Rosas. En maya, Labcah significa pueblo viejo luego de su abandono.
Hoy en día se le conoce como X-lacaj, aunque el nombre del rancho esté registrado como San Isidro, dando cuenta de que aún existe en el pueblo el barrio Chuichuén, pero erróneamente se le conoce como Chuychén.