
El Viernes Santo es el día de la conmemoración de la muerte de Jesucristo. Cada población guarda en sus memorias creencias y dichos antiguos en relación a esta fecha sagrada en tiempo cíclico de los mayas.
Los antiguos pobladores de esta localidad hablaron del Viernes Santo en los cerritos, sobre los antiguos mules, ruinas de montículos prehispánicos, donde se escuchaba el canto de un gallo en la noche y al mediodía.
El difunto don Ernesto Aké, poblador de Tekal de Venegas, decía: “Un gallo canta sobre los cerros, pero a ese animal sólo los niños o gente inocente lo puede ver. Este día nadie debe ir al monte, ni cazar o salir del pueblo para ingresar al monte”.

Noticia Destacada
Yucatán suma seis nuevos contagios y una muerte sospechosa por dengue en una semana
La santa cruz verde de los hogares yucatecos es la representación física de Jesucristo, también llamado Kichkelem Yum, y de su dolorosa Pasión.
El Viernes Santo, adentro del monte se escucha el repique de una campana encantada y al canto de un gallo durante la noche las ciudades mayas vuelven a la vida por instantes.
Miguel Aké May de la hacienda Oxtapacab, relató: “Si la gallina ova el jueves y viernes estos huevos se marcan y se guardan, ya que se secan y sirven para ensalmar a los niños llorones, que han sido afectado por el mal de ojo o padecen de mucha calentura. Eso decían mis abuelitas, además cuando hay situaciones difíciles en las casas estos huevos estallan y su contenido ayuda a limpiar el hogar de todo lo malo”.

Noticia Destacada
Crece la violencia contra las mujeres en Yucatán; en promedio se registran 80 víctimas al día
“Dicen los pobladores más longevos en Panabá que la resina del pomolché, que es blanca, se vuelve roja el Viernes Santo, como la sangre de Cristo, yo lo he visto y es cierto”, expresó José Miguel Sandoval.
Es así como cada población y habitante guarda creencias en relación al Viernes Santo, un fecha católica muy importante.