
El gobernador de Yucatán, Joaquín Díaz Mena, se pronunció sobre el caso del exterminio masivo de abejas en el ejido de Nohalal, donde más de tres millones de estos polinizadores murieron a causa del uso del insecticida fipronil en una parcela cercana de cultivo de limón.
De acuerdo con una investigación de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), el compuesto químico es altamente tóxico y fue detectado en niveles letales en al menos tres apiarios ubicados a menos de un kilómetro de la zona fumigada, perteneciente al ejido de San Rufino.
Los daños incluyen la pérdida de 300 colmenas y una afectación económica superior a los 465 mil pesos.
Ante este escenario, el Mandatario estatal anunció que su administración endurecerá la regulación sobre el uso de agroquímicos industriales y que se intensificarán las capacitaciones para productores del campo, con el fin de prevenir futuros desastres ambientales.
“Sobre todo, se debe evitar la fumigación aérea, como la que se realiza con drones o helicópteros, porque afecta terrenos aledaños donde trabajan pequeños productores y apicultores”, afirmó.
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Díaz Mena reconoció que los químicos tóxicos han generado daños colaterales, por lo que llamó a empresarios y grandes agricultores a notificar con anticipación cualquier aplicación de plaguicidas a los pequeños productores de la zona, para que puedan proteger sus cultivos y apiarios.
“Hay que tratar de hacerlo de manera manual, y no desde el aire, porque es ahí donde vienen las afectaciones más graves”, insistió.
El Gobernador también instruyó a la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder) para coordinar nuevas jornadas de capacitación y control, al tiempo que se evalúan medidas legales y ambientales para evitar la repetición de este tipo de incidentes.
Un desastre más allá de la miel
Como ha publicado POR ESTO!, el informe final de Ecosur confirmó la presencia de fipronil —clasificado como Plaguicida Altamente Peligroso (PAP)— en el aire, agua y suelo de Nohalal. El químico no sólo afectó a las abejas melíferas, sino también a especies nativas como la melipona (xunan kab’) y otros polinizadores fundamentales para el equilibrio ecológico del sur del estado.
El uso de este insecticida podría dejar secuelas prolongadas en la biodiversidad local, impactando la producción agrícola, los servicios ambientales y la salud de las comunidades rurales, advirtieron expertos.
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Minneth Medina García, directora de la Junta Intermunicipal Biocultural del Puuc (Jibiopuuc), informó que los apicultores afectados acudirán a instancias legales para exigir justicia ambiental y reparación del daño.
“Se perdió no sólo la miel, sino también años de trabajo, el sustento de muchas familias y un fragmento del equilibrio ambiental del sur de Yucatán”, subrayó.
La responsabilidad legal del caso aún está bajo análisis. Sin embargo, autoridades estatales y organizaciones ambientales coinciden en que este desastre debe marcar un antes y un después en la regulación del uso de plaguicidas en el estado.