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Yucatán

Ambientalistas exigen prohibir el uso de fipronil, insecticida que causó la muerte de millones de abejas en Nohalal

El fipronil no solo es letal para las abejas, también puede dañar el sistema nervioso, afectar la piel, contaminar el agua y generar alteraciones en la salud de las personas expuestas.
Grupos ambientalistas llaman a las autoridades a prohibir el uso del insecticida fipronil
Grupos ambientalistas llaman a las autoridades a prohibir el uso del insecticida fipronil / Por Esto!

La muerte masiva de abejas en la comunidad de Nohalal, en el municipio de Tekax, Yucatán, ha provocado un llamado urgente de grupos ambientalistas y defensores del medio ambiente para que las autoridades mexicanas prohíban de inmediato el uso del insecticida fipronil, considerado el principal causante de esta crisis ecológica.

Organizaciones como Kaabnalo’on y Guardianes del Sur han calificado este hecho como un ecocidio que pone en riesgo la biodiversidad regional y la economía apícola, además de advertir sobre el impacto que esta sustancia tiene en la salud humana.

La secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Alicia Bárcena, se sumó a la condena y exigió un cambio legislativo para proteger a los polinizadores. Criticó que, bajo la legislación actual, las abejas sean consideradas “ganado”, lo que limita su resguardo y sanción de daños.

“Vamos a impulsar una reforma a la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente para reconocer a las abejas y demás polinizadores como vitales para la producción alimentaria y la biodiversidad,” anunció.

El fipronil, altamente tóxico para estos insectos, fue prohibido en la Unión Europea en 2013 tras evidenciar su capacidad letal para las abejas y daños ambientales irreparables. En México, sin embargo, el químico sigue siendo autorizado para su uso agrícola.

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Yucatán es el segundo productor de miel en México y uno de los principales exportadores a Europa. La mortandad de colmenas en Nohalal representa no sólo una pérdida económica para las familias apicultoras, sino también un golpe cultural a la apicultura maya, legado milenario del sureste mexicano.

El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) estimó que el área afectada abarca al menos 349 hectáreas, pero podrían ser más. El mapeo del viento reveló que la deriva del plaguicida afectó una zona aún mayor, y se teme que colmenas fuera del alcance del estudio también hayan sido dañadas. La Junta Intermunicipal Biocultural del Puuc (Jibiopuuc) ya ha solicitado ampliación del monitoreo en otros municipios del sur.

Temor por la salud de la comunidad

Aunque inicialmente la alarma se centró en la pérdida económica por la muerte de miel y colmenas, el impacto humano está comenzando a preocupar aún más.

Investigadores advierten que el fipronil no sólo es letal para las abejas, también puede dañar el sistema nervioso, afectar la piel, contaminar el agua y generar alteraciones en la salud de las personas expuestas. Vecinos de Nohalal afirman: “Tenemos miedo de lo que pueda pasar en unos meses o años si tomamos agua contaminada o respiramos lo que fumigaron”.

En la comunidad aún no existen estudios médicos ni ambientales profundos que confirmen el grado de contaminación humana, pero las señales preocupan: ardor en los ojos, náuseas recurrentes, y la muerte repentina de animales domésticos.

El fipronil es un insecticida de amplio espectro desarrollado en los años 80 y comercializado desde 1993. Se emplea tanto en agricultura como en veterinaria. Aunque es eficaz contra plagas, su toxicidad colateral es alta: afecta a abejas, aves de corral, conejos, e incluso a seres humanos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo clasifica como moderadamente peligroso para los humanos, pero si se ingiere accidentalmente en cantidades elevadas, puede provocar náuseas, vómitos, dolor de cabeza, sudoración, convulsiones, fallos renales y, en casos extremos, la muerte. En Estados Unidos, incluso se considera un posible carcinógeno humano.

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Los apicultores afectados, que vieron morir sus colmenas y la desaparición de millones de abejas, demandan ayuda económica y social para las familias que han perdido sus ingresos. Aunque han recibido respaldo institucional, aseguran que este no se ha traducido en apoyos reales para afrontar la crisis.

Emilia Gómez, representante de la Junta Intermunicipal Biocultural del Puuc (JibioPuuc), confirmó que los resultados científicos ya están en manos de abogados que trabajan con dependencias federales para construir una denuncia sólida.

“El objetivo es identificar y sancionar a los responsables, clausurar la zona donde se aplicó el agroquímico y exigir una reparación del daño para la comunidad y el medio ambiente,” explicó Gómez.

El uso continuado del fipronil en México, a pesar de su prohibición en la Unión Europea y los evidentes daños causados, mantiene en riesgo no sólo a las abejas y la apicultura, sino también la salud de las comunidades rurales que habitan zonas agrícolas donde se fumiga este químico.

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