Yucatán

En Chichén Itzá, cinco perros rescatados se han transformado en símbolo de ternura y protección del legado maya

Cachimba, Osita, Rayas, Pinto y La Pinta son cinco perros rescatados que custodian Chichén Itzá.
Cinco perros rescatados custodian la pirámide de Kukulcán, en la zona arqueológica de Chichén Itzá
Cinco perros rescatados custodian la pirámide de Kukulcán, en la zona arqueológica de Chichén Itzá / Por Esto!

En Chichén Itzá, donde cada piedra narra una historia milenaria, un puñado de peludos guardianes ha conquistado el corazón de locales y visitantes. No portan lanzas ni visten trajes ceremoniales. Caminan sobre cuatro patas, menean la cola y se dejan querer. Son Cachimba, Osita, Rayas, Pinto y La Pinta: cinco perros rescatados que hoy custodian, con nobleza y ternura, una de las zonas arqueológicas más importantes del mundo.

Su guía es José Antonio Keb Cetina, custodio del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien desde hace años dedica sus jornadas —y su corazón— a proteger no sólo las estructuras de piedra, sino también a los animales que allí habitan.

Fue durante los días más oscuros de la pandemia de COVID-19 cuando esta conexión nació: mientras el mundo se detenía y la incertidumbre se apoderaba de muchos, Keb encontró consuelo en estos perros callejeros. Ellos, a su manera, también lo adoptaron.

Noticia Destacada

Julio cerró con lluvias por debajo del promedio en gran parte de Yucatán

Hoy, el vínculo va más allá de lo laboral. Es un lazo espiritual, como lo describe el propio Keb, quien ha convertido la protección animal en una causa personal.

Gracias a su empeño y al apoyo de otros custodios, veterinarios voluntarios y la propia directora del sitio, Guadalupe Espinosa, decenas de perros han sido vacunados, esterilizados e incluso dados en adopción. Algunos encontraron un nuevo hogar tan lejos como Canadá y Estados Unidos.

Aunque en la zona arqueológica circulan al menos 20 perros, hay cinco que se han robado la escena. Además de sus travesuras y poses fotogénicas, su historia los ha convertido en verdaderos “influencers arqueológicos”.

Keb, fotógrafo aficionado y amante de la arqueología, comparte sus imágenes en redes sociales, donde reciben miles de reacciones. Osita, por ejemplo, es famosa por subir a los templos y posar con la majestuosidad de una reina maya.

Perros sagrado

Este fenómeno va más allá de lo anecdótico. En la cosmovisión maya, los perros ocupaban un lugar sagrado: eran considerados guías de almas, capaces de cruzar el inframundo de Xibalbá junto a los difuntos. Que hoy estos animales recorran libremente los vestigios de esa cultura milenaria no es casualidad, sino una especie de reencuentro espiritual con su propio pasado.

El legado de esta cruzada también tiene su lado doloroso. En julio de 2024, uno de los guardianes, Duke, falleció a los 14 años. Keb lo despidió con un emotivo mensaje: “Todos tenemos una misión que dejar en esta vida. Duke terminó la suya”. La publicación conmovió a miles, y la fotografía del viejo perro fue compartida cientos de veces como símbolo de amor y gratitud.

Noticia Destacada

Intensifican clausuras a comercios de Mérida por riesgos estructurales; aplican multas de hasta 50 mil pesos

Operación rescate

Desde 2022, la “Operación Rescate de Perritos de Kukulkán” ha logrado capturar, atender y reubicar a 13 perros, con el respaldo de agrupaciones como Planned Pethood, Perpópolis y Cinco Patas. Aunque muchos fueron domesticados, uno tuvo que ser liberado por su carácter feral.

Chichén Itzá, Patrimonio de la Humanidad, no sólo resguarda el esplendor de la civilización maya; también es testigo de nuevas historias tejidas entre humanos y animales. Keb lo resume mejor que nadie: “No sólo cuidamos piedras. También cuidamos vidas”.

Así, mientras el Sol cae sobre el Castillo de Kukulcán y los visitantes se despiden del sitio con fotos y recuerdos, los perros guardianes continúan su ronda silenciosa, recordando que la protección del patrimonio —tanto histórico como viviente— puede tomar las formas más inesperadas. A veces, incluso, tiene patas, hocico y un ladrido amable.