
Más allá de ser una herramienta para la conservación de las técnicas de bordado locales, el recién revelado Manual de Bordado Maya Tradicional también se convirtió en un ejercicio de empoderamiento para las bordadoras del estado, quienes en su elaboración descubrieron que su labor es parte del patrimonio yucateco, comentó Salomón Bazbaz, especialista en Patrimonio Inmaterial por la Unesco y quien participó en el desarrollo de este documento.
“Muchas no sabían que lo que hacían era patrimonio”, relató. “Han bordado toda su vida lo que aprendieron de sus madres y abuelas, sin imaginar que eso tiene una relevancia mundial. Cuando comprendieron que su arte es importante para Yucatán, para México y para el mundo, su actitud cambió por completo. Hoy son más seguras, más conscientes de su papel en la comunidad”.
Otro de los aspectos que facilitó la elaboración del manual fue otorgar a las bordadoras las herramientas para establecer precios justos para sus creaciones.
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Al respecto, señaló que, en un inicio, muchas no tomaban en consideración el costo real de su trabajo, ya que para ellas era sólo la continuación de una práctica que aprendieron de sus madres y abuelas, por lo que otorgarle un precio monetario no siempre reflejaba el verdadero esfuerzo que había detrás de cada pieza.
“Se dieron cuenta de que trabajaban meses o años y no ganaban lo justo. Hoy saben poner precio a su trabajo, y eso también es dignificación”, añadió.
En consecuencia, el ejercicio que llevó a la creación del manual también derivó en el establecimiento del Consejo Estatal de Bordadoras, una agrupación conformada y creada por maestras bordadoras, con el objetivo de salvaguardar su labor y crear espacios para su difusión para nuevas generaciones y seguir creando más espacios de capacitación para las mujeres.
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Llaman a reconocer el valor de la tradición
Finalmente, Bazbaz hizo un llamado a la sociedad a reconocer el valor de esta tradición. “No debemos regatearles. Cada pieza bordada es única, viene de un legado milenario y representa nuestra identidad. La salvaguardia del patrimonio no es sólo responsabilidad de las bordadoras o del Gobierno, sino de todos: medios, iniciativa privada, instituciones y ciudadanía. Todos tenemos que cuidar este tesoro”.