
En el corazón de la península de Yucatán, especialmente en comunidades de Campeche, persiste una tradición ancestral que cobra fuerza durante la temporada de ánimas: colocar pulsitos de hilo rojo o negro en las muñecas o tobillos de los niños pequeños. Esta práctica, profundamente arraigada en las creencias mayas, busca proteger a los menores de los efectos espirituales que podrían provocar las almas que rondan durante el Hanal Pixán o Día de Muertos.
De acuerdo con la creencia, los espíritus de los difuntos regresan a visitar a sus seres queridos entre finales de octubre y principios de noviembre. Aunque se les recibe con respeto y ofrendas, se considera que algunos pueden “sombrear” a los niños, es decir, dejarles una carga energética que les provoca calentura repentina, decaimiento o malestar inexplicable.
Por ello, muchas familias campechanas colocan estos hilos simbólicos, que pueden ser negros o rojos con 9 nudos, como una forma de protección espiritual. En algunos casos, los hilos son preparados con pequeños rituales o bendiciones, y no se trata de cualquier hilo: deben ser colocados con intención y respeto por la tradición.
La práctica se mantiene viva en comunidades como Pomuch, Tenabo, Hecelchakán y en algunas zonas de la capital campechana, donde siguen cumpliendo con las creencias de las abuelas y madres que transmiten este conocimiento como parte del cuidado cotidiano durante estas fechas.
¿Qué es sombrear? La creencia maya que explica la fiebre en niños durante el Día de Muertos
“Sombrear” es un término utilizado en la tradición maya para describir el efecto que puede tener una presencia espiritual sobre una persona, especialmente niños pequeños. Se cree que cuando un alma se acerca demasiado o entra en contacto con un menor, puede dejarle una energía pesada que se manifiesta en síntomas físicos como fiebre, escalofríos, llanto constante o rechazo a la comida.
Este fenómeno no es considerado maligno, sino como una consecuencia natural de la sensibilidad de los niños ante lo espiritual. Por eso, durante el Hanal Pixán, se extreman cuidados como evitar que los niños salgan solos, colocarles pulsitos protectores y mantenerlos cerca de espacios armonizados, como los altares familiares.
La tradición de los pulsitos es una muestra de cómo la cosmovisión maya sigue presente en la vida cotidiana de Campeche, mezclando el respeto por los difuntos con el cuidado amoroso hacia los más pequeños. En tiempos donde las festividades se modernizan, estas prácticas recuerdan que la memoria, la protección y la espiritualidad siguen caminando juntas.