
Los pescadores ribereños de Ciudad del Carmen denuncian crisis por baja producción, pero además que la ausencia de especies frente a las costas en los últimos días podría derivarse del derrame del barco Titán II, así lo refirió Adrián de Carlo Sierra Coronel, presidente de la Sociedad Cooperativa de Producción Vaquera Ribereño “Escameros del Golfo”, quien advirtió que las condiciones actuales han colocado al sector en un “estado agónico”.
De acuerdo con el dirigente, en el pasado los pescadores esperaban las turbonadas con la certeza de que traían consigo mayor abundancia de especies marinas. Sin embargo, hoy esa expectativa ha desaparecido, porque cada día, las salidas al mar son inciertas y muchas veces las lanchas regresan sin capturas.
Sierra Coronel explicó que el panorama es insostenible, ya que los costos de operación superan los ingresos, pues una lancha gasta cerca de 50 litros de gasolina y alrededor de 300 pesos en aceite para un motor de dos tiempos, por lo que, si no hay pesca, la pérdida es inmediata. Por ello, muchos pescadores optan por detener sus actividades, esperando uno o dos días hasta que las condiciones mejoren, lo que reduce la actividad productiva a apenas dos o tres días útiles al mes.

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La falta de ingresos, agregó, solo se compensa en parte con los apoyos en especie que reciben, como redes o motores, los cuales ayudan a cubrir las pérdidas que ocasiona el desgaste de equipos en zonas de pesca como Sabancuy o Isla Aguada.
A la crisis productiva se suma la contaminación, según dijo, ya que si bien el derrame de hidrocarburos frente a Bahamita, proveniente de la embarcación Titán II, apenas fue evidenciado en estos días, es probable que se había estado presentando semanas atrás y es por ello que ha estado afectando directamente a los ribereños, sin que pensaran que se tratara de una situación provocada.
Sierra Coronel explicó que el producto derramado contamina las redes, por ejemplo, las de cera se vuelven inservibles, mientras que las sintéticas, aunque se pueden lavar, se debilitan y se rompen más fácilmente tras ser expuestas al sol. Además, las manchas de aceite alejan a los peces de la costa, obligando a los pescadores a internarse más mar adentro, lo que encarece aún más la actividad.
“El derrame vino a rematarnos, anoche las lanchas salieron cerca de Bahamita y no trajeron nada, es claro que el pescado huyó de la zona”, subrayó.
Además de la baja producción, los ribereños enfrentan un mercado desigual y es que, a decir del líder pesquero, cuando hay poca pesca, el precio del robalo puede llegar a 140 pesos por kilo, pero en cuanto aumenta la oferta los compradores acuerdan reducirlo hasta los 100 pesos, dejando al pescador en desventaja. “En México el robalo se paga hasta en 700 u 800 pesos, pero aquí apenas nos quieren pagar 140 o 100, dependiendo del día; ahora resulta que los comerciantes en los mercados ganan más que el pescador”, lamentó.
El dirigente señaló que, aunque septiembre y octubre suelen ser meses clave por la llegada de especies con los temporales, la incertidumbre es mayor que nunca. La cooperativa no cuenta con permisos para la pesca de camarón, aunque reconocen que en diciembre la apertura de temporada podría traer cierto alivio a otros grupos pesqueros. Mientras tanto, su principal preocupación es sobrevivir con las pocas capturas de escama y enfrentar los daños colaterales de la contaminación.
Sierra Coronel hizo un llamado a la PROFEPA y a las autoridades ambientales para que supervisen de manera urgente el derrame y sancionen a los responsables. “No sabemos qué compañía es, pero alguien debe responder; nosotros ya estamos al límite, y este tipo de incidentes nos terminan de afectar”, advirtió.