Por Ivi May Dzib
Se baña todos los días a la misma hora, me toca verlo con esa quietud que transmite aun estando en movimiento, no es que quiera meterme en sus asuntos, solo es que, de un tiempo para acá como que ha estado más ausente que antes, no es que él no tenga nada que hacer, que viva del ocio, ya que sus deberes son tantos que uno pensaría que los descansos los disfruta al máximo, pero no es así, al verlo se sufre, como si uno no pudiera más que acompañarlo. Se puede notar el cansancio en las pequeñas cosas, en las acciones más cotidianas, bañarse es quizá la más penosa, porque lo hace con mucha parsimonia, como si no le preocupara lo que pudiera acontecer después y como si le diera igual lo que aconteció antes, está derrotado, siente que para él no hay mañana. En su barba pueden verse animales, hojas y restos de comida, porque no ha perdido el apetito todavía, ese será el siguiente paso, cuando estoy a punto de hablar con él seriamente, me lanza una mirada inquisidora, pero también es una mirada que produce cierta lástima, y él sabe perfectamente lo que provocará con eso, porque no puedo hacer más que retroceder, ya no puedo envalentonarme.
No sé si decirle de lo que me he enterado, igual y no le importa en lo absoluto, ya que siempre dijo que no era de tomarse en serio los asuntos familiares, tengo el teléfono en la mano por si me piden que lo ponga en el altavoz, ya que no querrá hablar con ellos por voluntad propia, pero son sangre de su sangre, al menos los debería de escuchar. Desde que se divorció dejó de frecuentar a todo familiar, se encerró en esa pocilga y estuvo trabajando compulsivamente en la computadora, todo en línea, mientras menos contacto con la gente, mejor; incluso, los trabajos que hacía era para personas que le dada igual si él había amanecido bien o si tenía el mínimo de amor que necesita una persona para seguir cuerda, eso era lo que le gustaba de sus clientes, por eso fue algo sospechoso que haya aceptado que me quedara con él para documentar su vida, porque nadie que se tome tan en serio la soledad y haya asumido con decoro la derrota quiere ser documentado.
Llevo aquí cinco días y he visto de todo, no duerme, bebe poco, no de manera considerable, fuma en demasía, toma poca agua, consume muchas pastillas que no me ha dicho para qué son y yo tampoco he investigado, no habla con nadie, parecería que no emite palabras, sus hábitos están cronometrados, yo también me estoy enfermando solo de estar con él, no me ha dejado ahondar en su vida, quiere que registre solo lo que hace en tiempo presente, me dijo, nada de hablar del pasado, nada de hablar con otras personas. Pero mi editor me ha dicho que ha conseguido la forma de que el artículo se ponga más interesante, ya que la esposa desaparecida de él, la que todos aseguraban que estaba muerta y que incluso él la había matado, volvió de la nada, nadie ha dicho qué fue lo que pasó en realidad, por la manera en la que actúa parecería que no se ha enterado de la noticia, aunque ha corrido como reguero de pólvora en las redes sociales, según él usa poco el Internet, pero aún así debió ya de haberse enterado. Estoy esperando que mi editor hable y ponga a la esposa y a sus familiares en el altavoz, me ha dicho que tengo que escribir con lujo de detalle su reacción cuando escuche su voz, que me fije bien en los gestos, en la comisura de los labios, en los párpados, en la barba, en el color de su rostro, que en el gesto está el éxito para vender y lucrar con el dolor. Iba a advertirle de la llamada, pero parece que él también la espera.
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