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Cultura

Buñuel, Lorca y Dalí

 

Pedro de la Hoz

Todavía, pienso yo, hay tiempo para ver el largometraje documental Generación: Buñuel, Lorca, Dalí, en la programación del Festival Internacional de Cine de Mérida y Yucatán 2018, el cual lastimosamente coincide en fecha con el del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, de más antigüedad y mayor convocatoria. Pero si a algún espectador la película recomendada se escapa, no debe dejar de perseguirla y exigirla en otros espacios, por la importancia de tomar conciencia de la huella extraordinaria que esos tres españoles dejaron en la cultura hispanoamericana y en la modelación de nuestras identidades, algo que en medio de los vientos posmodernos, que privilegian el presentismo y la desmemoria, suele perderse en el camino.

El cineasta, el poeta y el pintor se muestran en esta película en el contexto histórico que les tocó vivir, y mediante sus coincidencias, mayores que sus disidencias.

Tal como presentan el material sus autores, los cineastas españoles Albert Montón y Javier Espadas, Luis Buñuel fue el punto de partida, que se fue abriendo hasta alcanzar la tesitura de un retrato generacional y epocal, dado los lazos amistosos y de colaboración establecidos por el director de El perro andaluz con el poeta granadino y el pintor de los relojes derretidos.

El detonador de la idea del documental fue, como lo contó Espadas en ocasión de la proyección del filme en el Festival de Cine de Guadalajara, el acceso, por parte de Montón y el guionista Enrique Viciano de uno de los proyectos que dejó inacabado Max Aub a su muerte en 1972, que era Luis Buñuel, novela.

“Era un libro –relató Espadas– para el que había acumulado miles de folios y decenas de cintas de audio con entrevistas al cineasta y a sus familiares y amigos. En principio, la película se iba a titular Max Aub, una novela y, cuando me ofrecieron dirigirla, el proyecto me apasionó. Yo quise poner el acento en toda esa generación, más que en dos de sus figuras, y en su riqueza intelectual, pero también en México”.

Quizá más temprano que tarde estos realizadores, ya puestos sobre la pista, regresen por la recuperación de Aub para las actuales generaciones. Aub, por su integridad intelectual y su plenitud humanista, merece estar mucho más presente en la trama de nuestros días. Recuérdese que este escritor nacido en Francia, pero de una hispanidad irrenunciable, vanguardista de ley y experimentador contumaz de la palabra y la escena, sufrió en carne viva la represión franquista y terminó sus días en México, nación que lo acogió como un hijo.

Volviendo al documental, los realizadores bucean en la memoria de muchos de los que compartieron la pasión de Aub por Buñuel y siendo buñuelianos también han sido y son lorquianos y dalinianos, aunque ya sabemos de las disonancias existenciales de este último.

Así ofrecen testimonios desde el hijo de Buñuel, Juan Luis, hasta el yerno de Aub, que hizo de México también una segunda patria, el entrañable Federico Álvarez, más Elena Poniatowska, Jean Claude Carriere, Ian Gibson, el biógrafo de Lorca; el hispanista James Valender y Pere Portabella, el productor de Viridiana, entre tantos otros.

Los realizadores proponen un retrato incisivo y real que resumieron con las siguientes palabras: “Eran jóvenes y brillantes, inteligentes y alegres. Tenían un proyecto de país, de modernización de una sociedad anquilosada, la ilusión por un cambio que siempre iba acompañado de una sonrisa, una broma y una genialidad. Pero sufrieron la tragedia de una guerra que los quebró, a ellos y a toda su generación. A unos los asesinaron, como a Lorca. Otros se vieron obligados a languidecer en el exilio, como Buñuel, que finalmente triunfó en el cine gracias a su monumental talento. Y alguno, como Dalí, tuvo que reinventarse en una caricatura, a veces genial a veces vergonzante, para sobrevivir en un país gris. Y nos ocultaron durante décadas lo que habían sido, lo que habían significado”.

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