José Iván Borges Castillo
Impresiones de viajero
El verde oscuro de monte yucateco, que ya se quiebra y seca con el frío, nos abría paso para llegar a la comunidad de Cantamayec. El nombre de la comunidad siempre nos pareció provenir de algún suceso del pasado, quizá de alguna leyenda. Recuerdo bien que hace unos años atrás, por las páginas del POR ESTO!, mi duda se despejó cuando leí fragmentos de una leyenda con relación a un india hermosa que poseía una voz de ensueño y que su canto arrullaba a las almas, famosa que dio nombre a sus pueblo, cuando decían: “Canta Maya Ek”. Lamento no recordar el nombre del autor de aquel texto.
Al caminar nos encontramos con un monumento de piedra en honor aquella india de linda voz, que diera nombre a la comunidad.
El centro de ese antiguo pueblo, con una gran plaza limpia, campo abierto, la iglesia antigua con sus modestos dos campanarios, un campo y el palacio municipal mirando al sur, con sus arcos de medio punto, y mercado público.
Cuando llegamos nos apresuramos por entrar a la tienda Flor de Liz, donde, tras llenar nuestros calabazos de agua, salimos a la calle para recorrer el centro.
Todo el esquema español en la traza del pueblo está más que definido. Sobre la calle principal se encuentran casonas muy antiguas, algunas nos dejan entrever su origen de la época colonial, en sus gruesos muros y antiguas piedras. Una casita, un ripio, de paja y guano en la esquina de centro, nos pareció singular y preciosa, aunque ya comienza su techo a deshacerse por el tiempo.
¿Cuál es el origen de ese pueblo? En la densa bruma del tiempo pasado, como diría cierto poeta, se pierde el origen del lugar. Aunque por su nombre antiguo se evidencia que es de la época maya prehispánica.
Por esta razón, el origen de Cantamayec es prehispánico, fundado por familias mayas campesinas. Y cuando llegó la evangelización, los franciscanos respetaron al pueblo en un principio, luego en su plan de reducción lo llevaron a Sotuta, pero fallido el plan, fue regresado su población al lugar primitivo.
El nombre mismo nos revela su antiquísimo pasado maya. El significado de “Cantamayec”, es discutido entre los estudiosos mayistas. Para el siglo XIX, al respecto Juan Pío Pérez opinaba: “Cuatro tamayes de Campeche. De can cuatro; tamay nombre de un palo y ek palo de Campeche”. En su etimologías el Padre Antonio García, de 1850, exponía: “Cantamayec: cuatro tamayes con avisperos, can cuatro, tamay cierto árbol y ec cierta avispa salvaje”.
El tamay es el nombre de un árbol, cuyo denominación científica es Zuelania guidonia. Quizá la abundancia de este árbol favoreció a que el lugar tuviera ese nombre. Aunque en la conciencia colectiva se favorezca el nombre de aquella india de bella voz, que siempre cantaba a petición de los lugareños y que dicen los antiguos portaba el nombre de May Ek, aún falta escribir su leyenda.
En la última época maya, estaba comprendida entre los territorios de los señores Xiu. Tras la conquista española y su reducción, estuvo bajo la encomienda española de Sotuta y Tibolón, entonces del cacicazgo Cocom.
Para mediados del siglo XVII, el cronista religioso Fray Diego López de Cogolludo lo menciona como Yáxa y Cantamayec, lo que deduce la reducción y el abandono forzoso de la comunidad, pero fue en ese mismo siglo que la población regresó, entonces bajo el clero secular.
Al regresar a su asentamiento original, se construye o reconstruye retomando la construcción de la iglesia. Es el mismo cronista religioso Diego López que lo refiere: “El beneficio de Zotuta… Sus visitas son… Los de Yaxá y Cantamayec que están en el mismo asiento, (bajo el patrocinio de) San Andrés Apostol”.
La iglesia de Cantamayec, actualmente auxiliar de la parroquia de San Pedro de Sotuta, es el centro de la cristiandad. En sus cimientos arquitectónicos se encuentran los restos de una primitiva capilla, sede desde donde los franciscanos evangelizaron, bautizaron y bendijeron la unión de sus naturales. Su frontispicio conserva ese aire de la época virreinal. Dos arcos, construidos en época contemporánea, funcionan de campanario; en tanto que estaba formado solamente con su frente triangular “de dos aguas”, típico modelo de las capillas de los pueblos de visita.
Actualmente, es un pueblo muy devoto de la Virgen del Rosario, su especial Reina celestial. La imagen de Nuestra Señora de Cantamayec es de inmemorial origen. Sus facciones y acabados denotan su muy antigua procedencia. Tiene las manos separadas un tanto levantadas a la altura del pecho. En la mano derecha extiende su rosario que se fija en la otra mano izquierda, donde sostiene a su divino hijo infante. Su rostro mira al frente y tiene ese encanto especial que rodea a las imágenes sacras de orígenes inmemoriales.
Es probable, por los rasgos que contiene la imagen sacra, que corresponda a la segunda mitad del siglo XVIII, periodo en que florece la devoción a la Señora del Rosario en el Obispado Yucateco. En esa época es cuando se levanta el seminario tridentino en Mérida, y florecen las cofradías del Rosario en Tixcacaltuyub y en Homún. A principios del siglo pasado, diferentes noticias publicadas en rotativos de la entidad refieren el culto especial en Cantamayec por esta su linda Señora. Seguramente, en la persecución religiosa a principios del siglo XX, la imagen fue resguardada por sus devotos.
La tranquilidad que se respira y la confianza en andar por las calles de Cantamayec animan el espíritu y avivan la esperanza de andar por los caminos del Mayab. ¡Que nos contarían las piedras de las albarradas y de esas antiguas casas si hablaran! Seguramente episodios tan antiguos como la reducción, o la guerra de castas, o tanto mejor: la historia de los habitantes de ese pintoresco y bonito lugar.
En una de las paredes antiguas que miran a la plaza principal, en la fachada de la cantina El Encanto, se encuentra empotrada una placa singular por su contenido, que reza alabanza al rey Fernando de España, a la religión y a la Constitución, que mandó colocar el “alcalde constitucional Benito Fuentes”.
En los bajos del palacio municipal, se bailan jaranas al compás de reconocidas orquestas jaraneras de renombre, que el H. Ayuntamiento, en su afán de rescate de las tradiciones, no repara en llevar hasta el lugar. Famosa es la vaquería de Cantamayec en su fiesta tradicional anual.
En la historia de Cantamayec se registra algo de suma importancia, que es el asunto debido a su apellido “Acosta”, fue en honor a coronel don Diego Acosta. Esto lo hemos encontrado en nuestras investigaciones históricas en el Archivo General del Estado, al dar con el acta original de tan feliz decreto. En el año de 1878, la legislatura del estado decretó que los Ayuntamientos y Juntas municipales unieran su nombre al de un célebre héroe nacional o del estado, haciendo que estos sirvieran de lustre o divisa. La Junta municipal de Tibolón, donde pertenecía Cantamayec, obedeciendo al decreto acordó en sección extraordinario celebrada en ese mismo año tomar el apellido de Acosta para Cantameyec en honra del mencionado coronel, que defendió a la población contra los indígenas sublevados.
Otro dato sumamente importante es con respecto a la elevación de este pueblo a la categoría de municipio libre y soberano, verificado en decreto en expediente del 18 al 24 de enero de 1927. Rango que aún conserva como máxima autoridad local.
De algo estamos acierto, falta escribir la historia del pueblo de Cantamayec.
Nuestra fugaz visita a Cantamayec nos ha dejado gratas impresiones, que comparto con pinceladas históricas paras sus amables habitantes y para todo aquel que ama y aprecia esta tierra yucateca.
Mi gratitud al periódico POR ESTO!, cuya divisa de Dignidad, Identidad y Soberanía nos permite compartir estas cortas líneas.