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“Sobrevive de milagro”: Noche de fiesta termina en volcadura

Cultura

Cartas a Fernando (16)

Paloma Bello

De Teatro y respuestas…

Querido Fernando:

Ayer te hablaba de la necesidad de crear nuevamente las compañías de teatro del estado y del municipio, en su misión como ejercicio de función social, ya que, según Federico García Lorca: “Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo; como el teatro que no recoge el latido social, el latido histórico, el drama de sus gentes y el color genuino de su paisaje y de su espíritu, con risa o con lágrimas, no tiene derecho a llamarse teatro, sino sala de juego o sitio para hacer esa cosa horrible que se llama matar el tiempo”.

Estas líneas me conducen a una interrogante sobre lo que realmente es el género regional. Es probable que la familia Herrera se sienta ofendida, irritada, al ver que cualquier travesti lépero utiliza la expresión teatro regional, acuñada legítimamente por sus antepasados, para las “variedades de medianoche” en que han convertido los sketches a toda hora. En las mantas espectaculares y anuncios de cuarta plana, leo los nombres de los protagonistas traducidos a las palabras groseras en maya y no le encuentro la gracia.

Tal vez la generación más reciente de los Herrera, Dzereco y Nohoch, debieran legalizar el término “teatro regional” como exclusivo de su familia, para no confundirse con la horda de advenedizos que practican shows de ínfima categoría.

Volviendo al teatro que se hace en Mérida, desconozco si alguna institución o algún particular tenga la lista completa de los grupos de teatro, e individualmente, de quienes militan por los escenarios. Un censo, pues. De esa forma, sería accesible congregarlos para escuchar sus necesidades, no sus quejas, para atenderlas en tiempo y forma, de ser posible. Supongo que para eso están creadas las direcciones y secretarías de cultura.

La promoción a través de las redes sociales me ha permitido entender que existen grupos altamente calificados como los de Raquel Araujo, Silvia Kater, Juan Ramón Góngora y Tanicho, que, contra viento y marea, han permanecido en las carteleras, sosteniéndose con sus propios recursos. Agrupaciones así requerirían de un fondo de apoyo permanente, no becas eventuales, con el compromiso de su parte de retribuir cierto número de funciones a los espacios marginados, como pueden ser los reclusorios para adultos y adolescentes, orfanatos y otros centros de rehabilitación, por dar únicamente un ejemplo.

La sociedad civil podría patrocinar a cuanto grupo estuviese dispuesto a recorrer las fábricas, maquiladoras y demás empresas, llevando obras cortas en los momentos de descanso de los obreros y personal administrativo.

He sabido que debido a la migración recién instalada en esta ciudad, de manera independiente se han sumado varios grupos de teatro y círculos de lectura que marchan exitosamente en sus propias peñas de café y bibliotecas, brindando espacios para presentaciones de libros y funciones escénicas, algo con lo que siempre se soñó pero no había llegado a cristalizar.

Y, tal vez, los muchachos que recién comienzan y sus trabajos todavía no ameritan un teatro formal, si algo le sobra a Mérida, son hermosas áreas recreativas de parques, jardines, atrios de iglesias en cada colonia, barrio, centro, donde se puede actuar. Teatro al aire libre, callejero, para ir haciendo talacha. O en todo caso, en estacionamientos, sótanos, terrazas de casas particulares.

No encuentro impedimento alguno para hacer teatro cuando se tiene voluntad, cuando se ama de verdad, cuando se anteponen las ganas a los obstáculos. Cuando se convoque a la sociedad civil para que responda, cuando las instituciones designadas por el gobierno procedan con responsabilidad, cuando se cree un Consejo Consultivo de Cultura entre particulares, cuando los elementos artísticos dejen de pensar que se lo merecen todo y todo el mundo se ponga a trabajar, quizá dejen de existir esos cuestionamientos.

Estas han sido mis sugerencias de ayer y hoy, en cuanto a la pregunta de promoción del teatro que tuviste la gentileza de formularme, no siendo yo una experta y habiendo quedado excluida del tema local durante más de dos décadas. Un beso, Fernando.

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Luis Compte Cruz