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Cultura

Love story con malos bomberos

Conrado Roche Reyes

A ella le prometieron que ser libre y autónoma era lo de moda, lo de hoy, pero nunca le dijeron que el que dice todo lo que piensa, pierde. A ella no le dijeron que darle vuelta de más a las cosas es de mal gusto, que hasta las chicas guapas espantan cuando cuestionan mucho. A ella no le enseñaron que nadie tiene que unirse a su causa o entender sus motivos por la única razón de que a ella le parezcan válidos. Educarse no significa necesariamente tenerlo todo ganado. Si acaso y para algunos afortunados, solo garantiza poder pagar vacaciones en Tulum, estar al día con las cuentas y ser invitado a hablar en presentaciones de libros. Nada mal, pero también nada más.

Pero ¿eso es la felicidad? ¿Tiene derecho una mujer independiente a llorar por un hombre que no la quiere? ¿Existe la posibilidad de no ser apedreada contra un paredón feminista si acepta que cambiaría todos sus zapatos favoritos por encontrar el cuerpo amado en casa cuando vuelva de estas vacaciones que han torturado su colon irritable? Pues ahora no está feliz, eso sí lo sabe. Aunque tampoco lo era antes, ni siquiera enamorada.

Pero regresemos unos días atrás. En la Terminal dos enamorados exponen su amor en público. Se besan se dicen te quiero, se dicen te espero, se dicen que “en unos días dormimos juntos”, se dicen “me gusta todo de ti”. Y antes de subirse al autobús que la lleve a esas vacaciones solitarias tan esperadas, suelta la bomba: “Bese a otro”. Después vinieron las horas de viaje, el silencio.

Pasando por algún sector de Playa del Carmen, donde la pretenciosa arquitectura de inspiración maya la saca del látigo mental al que se ha sometido, recupera la cordura, y aquí va el clímax de la historia. Han pasado varias semanas desde aquel día en que se puso un vestido de colores y salió de fiesta con su mejor amigo.

El vestido más corto que tenía para una de las noches más caliente del año, conquistó al hombre que ya no la quiere. La atracción fue inmediata, los besos inminentes, el sexo desbordado en el día uno, en el dos, en el tres.

Terminó el viaje de vacaciones. Con la distancia llegaron llamadas por horas el día ocho, nueve, diez. Mensajes calientes el día doce, conversación personal e íntima el día catorce. “Volvamos a vernos,” el día quince

“Tengo miedo a enamorarme”, el día veinte; “te espero en Mérida el día veintidós”. “Vivamos juntos para siempre”, el día treinta.

Colofón: todo fue, es, alegría. La vida es bella, el cielo azul, todo es nuestro, todo es bueno… Lo único malo es el bullpen de los Leones de Yucatán.

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