Fernando Muñoz Castillo
Diálogo
I
A Beth Ross y Alberto Torres
(BOCETO PARA PULIRSE SOBRE EL ESCENARIO CON UNA ACTRIZ Y UN ACTOR QUE PUEDAN CANTAR A CAPELA)
Personajes:
Ella
El
(Entran por cada lado del escenario un hombre y una mujer, cerrando sus paraguas. Pero antes, les sacuden el exceso de agua).
ELLA.- La catástrofe sobrevino demasiado pronto.
Solo sé que cuando te pones sobre mí, siento como si me iluminaras toda.
Pero me harté de tu insistencia. Hasta que un día te grité al oído mientras me hacías el amor: no digas tanto que te vas a matar…es de mal agüero…
Me alucinaban tus abrazos con sincera obscenidad. Me transportabas al séptimo cielo de Buda.
Yo no sé, que piensen las demás mujeres de mis palabras, me importa poco que digan que me volví tu esclava, que me transformé en una perra rabiosa de sexo…que era una bestia en celo que buscaba otra bestia, una dorada y resplandeciente que me iluminara por dentro.
¿Quién eres?
(Un breve silencio).
EL.- ¿Yo?
ELLA.- ¿Quién eres?
EL.- ¿Y tú, quien eres?
ELLA.- Yo pregunté primero.
(Abren sus paraguas. Cada uno lo pone al lado suyo. Es posible que se deje oír atrás, como un susurro: Esta tarde vi llover o La gata bajo la lluvia, o llueve, llueve de Cri Crí).
EL.- Se corre a pesar del dolor, porque si te detienes, va a doler mucho más volver a empezar.
ELLA.- Si quieres matarme y evitar las consecuencias, lo mejor es que te vuelvas policía.
EL.-¿Vienes o vas?
ELLA.- ¿Te cortaron la lengua y los dedos? O ¿los están esterilizando para que me hagas el amor? Dicen que cuando la edad mengua, comienza la lengua.
EL.- Y cuando la barriga crece, el conejo desaparece.
(Ambos ríen a carcajadas).
ELLA.- Cuando un suicida decide finalizar, nadie lo puede evitar. Ahora, el que trata de llamar la atención para que lo salven, no se mata: ¡se salva! En cambio cuando te gusta el sexo, te puedes volver faquir (ríe) y sobre cristales rotos, tener sexo interminablemente sin que tu cuerpo sangre.
Todo hombre mata aquello que ama.
EL.- El imperio de los sentimientos y los deseos insondables es desconocido. Mundo maravilloso para describir, bucear en ellos. Hundirse.
ELLA.- Más extraño que la ficción fue el romance de época, tal cual: la tía Katiushka y el tío Juané. Él un hacendado tabasqueño y ella una rusa blanca emparentada con los Romanov.
EL.- Ella era una auténtica Venus Calipigia.
ELLA.- Eso enloqueció al tío Juané, tan adorador de la sodomía.
EL.-Si te caes me levanto, y si no, me acuesto contigo.
ELLA.- Ortega y Gasset decía que “lo que ha sido, por el simple hecho de haber sido, renuncia a ser lo mejor”.
EL.- Todos tienen una parte de su pasado que desean olvidar. Borrar, arrasar con un tornado.
¡Hasta tú, mujer divina y alabastrina!
(Canturrea “Mujer”, de Agustín Lara.)
ELLA.- Está lloviendo.
EL.- Sí, está lloviendo…
ELLA.- Mucho...
Continuará.