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Cultura

Un espía danés

En el Museo de la Ciudad de Mérida se encuentra, desde el sábado 25 de enero, la exposición temporal “Dinamarca y Yucatán: dos penínsulas que miran hacia el norte”, con curaduría a cargo de Christian Rasmussen y un servidor, como parte del recién concluido Mérida Fest.

Es una exposición centrada en las personas, acciones y obras que han hecho posibles diversos tipos de relaciones de conocimiento, pues en distintos momentos, desde principios del siglo XX, investigadores, profesionistas y artistas de Dinamarca han realizado obras y proyectos relacionados con la Península de Yucatán.

El listado incluye temas de medicina, ingeniería portuaria, arqueología, antropología, etnomusicología, producción artesanal, fotografía, pintura, cine, literatura, música y teatro. A ello se agregan productos comestibles de origen danés, consumidos como parte de la vida cotidiana de los yucatecos desde hace décadas. A su vez, varios yucatecos han tenido contacto con Dinamarca o con sus manifestaciones culturales a través de las artes visuales, música, literatura, bordado y gastronomía.

Si bien, estas aportaciones culturales se han reconocido públicamente en varios casos, no han sido vistas como conjunto ni con la conciencia de su importancia social, educativa, científica e histórica. En esta exposición se pueden ver contactos interculturales, modos en que se ha imbricado una especificidad nacional europea con expresiones mayas y mestizas de nuestra tierra. Una relación discreta pero constante.

Sin embargo, el inicio de la exposición presenta una excepción en toda la regla. Primero por pertenecer al siglo XIX y segundo por tratarse de un personaje implicado, ante todo, en circunstancias políticas y judiciales: Juan Emilio Gustavo Nordingh de Witt (1784-1810).

Este joven, nacido en Copenhague, fue acusado de ser agente secreto de José Bonaparte y por ello se le ejecutó después de un proceso legal, en el período cuando Benito Pérez de Valdelomar gobernaba la Provincia de Yucatán.

Su juicio contó en la etapa final con la defensa de Pablo Moreno, ideólogo de los sanjuanistas, y es un caso considerado bajo las circunstancias de la época, ya que los gobiernos de las colonias americanas seguían manteniendo fidelidad a la dinastía borbónica, aun cuando España luchaba contra la invasión napoleónica.

Si bien se le condenó a la horca, solamente pudo pasar por la misma de manera simbólica y tuvo que ser fusilado luego de que no fue posible encontrar un verdugo que lo ahorcase. Para suplir tal carencia, se había designado a un hombre maya, preso por haber asesinado a su mujer, pero éste manifestó preferir la muerte propia antes de ejercer la infamante función de verdugo.

La ejecución de Nordingh ocurrió el 12 de noviembre de 1810, a las 11 de la mañana, en el Campo de Marte, área exterior al lado noreste de la Ciudadela de San Benito, frente a los portales de la Pescadería (calle 54 A x 65 y 67). Se dice que antes de morir miró de frente al sol, lo que hizo suponer su pertenencia a la masonería.

En varias entregas del periódico Museo Yucateco (1841), dirigido por Justo Sierra O’Reilly, se publicaron las actas del proceso (“Historia secreta del melancólico proceso”, etc.), conforme a la compilación hecha por el fiscal José Martínez de la Pedrera. Más adelante, se han compilado en forma de libro, en una edición impresa en La Revista de Yucatán en 1924 y luego en 1945, a cargo del Archivo General de la Nación, con anotaciones de Jorge Ignacio Rubio Mañé.

No encontré imágenes de Nordingh de Witt, ni de Pérez de Valdelomar, ni de Pablo Moreno, lo cual hace pensar en las carencias iconográficas de tipo histórico que padecemos.

En el caso de esta exposición, las imágenes ilustrativas son de tipo espacial, con una foto de la Ciudadela de San Benito a principios del siglo XX (de la Fototeca Pedro Guerra de la UADY) y las reproducciones de un plano de la Ciudadela y de un dibujo del fusilamiento del coronel Sebastián Molas en 1853, que habrá tenido semejanzas con el sufrido por el joven danés. Estas dos últimas piezas son de la autoría del Arq. Raúl Alcalá Erosa.

También figura el libro Un pacto y un pleito, novela histórico-costumbrista, de Gerónimo Castillo, publicada como folletín en el periódico Registro Yucateco en 1849 y como libro por única vez, gracias a la editorial yucateca El Club del Libro, en 1948. En esa destacable y poco leída novela, en que la intriga es de derecho civil, con sus ribetes penales, Emilio Gustavo Nordingh de Witt es un personaje secundario que, indirectamente, juega un papel importante en el desarrollo de la trama.

Este espía danés habría de anteceder a otros ilustres extranjeros que cumplieron labores de espionaje político en algunos momentos del siglo XX en Yucatán, como Sylvanus G. Morley y Asael T. Hansen, o como el espionaje industrial, minero en específico, que posiblemente Frederick Waldeck y Desiré Charnay efectuaron en el México decimonónico.

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