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Hipótesis sobre el mal paso melenudo

Jorge Canto Alcocer

Ahora que estamos en los tiempos del “nuevo librito” y el béisbol posmoderno, es preciso echar una mirada a la pelota amateur para regresar a la esencia del Rey de los Deportes. Y sobre ello, nuestra ciudad es un especial escaparate en estos momentos, pues las y los mejores softbolistas y beisbolistas universitarios del país se encuentran participando en la Universiada 2019, organizada por nuestra Alma Mater. Las Jaguarcitas de la UADY acaban de concluir una muy brillante actuación en la que, sorprendiendo a propios y extraños, llegaron a cuartos de final para medirse contra las poderosas escuadras del Norte. Los especialistas pronosticaban tres derrotas por paliza, pero la realidad, en el campo fue muy distinta: las muchachas, dirigidas por el manager Raúl Pavía y el coach Édgar González, se brindaron en el terreno, le jugaron al tú por tú a las tremendas Adelitas de Chihuahua, y luego sacaron dos triunfos agónicos, en la última entrada, frente a las novenas de la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca, y Autónoma de Nayarit, que venían mejor calificadas y se esperaba hicieran cera y pabilo a las yucatecas. “No hay pitcheo”, me dijo un conocedor de la pelota y de los entretelones del sóftbol femenil y universitario, pero en el terreno, la lanzadora principal del equipo, Ana Canto –le dicen Anita porque es la más menudita y delgada del grupo y sí, adivinó usted, es mi hija- se fajó como los grandes, con dos relevos de oro, dejando el brazo, el alma, la vida y el corazón para detener a las ofensivas rivales y permitir las espectaculares remontadas. En los vídeos de los juegos se puede escuchar la sorpresa del manager Pavía, azorado porque Ana iba al montículo entrada tras entrada, con las piernas hechas talco pero el brazo impetuoso y valiente. “Esta niña, caramba, mira cómo está, y nunca había tirado dos días seguidos”, señalaba admirado el estratega jaguar. Otras jugadoras que se la rifaron ferozmente fueron Gabi Uicab y Edith Pool, quienes jugaron brillantemente, pese a estar lesionadas, y Viviana Pech y Kelly Delgado, quienes jugaron unas tercera y short de campanillas.

Además de homenajear a nuestras representantes universitarias, pretendemos, como señalamos al principio, desentrañar la esencia de nuestro deporte, para intentar entender lo que está ocurriendo con los Leones, equipo que, al revés de Jaguarcitas, en el papel luce para destrozar la Liga, pero hasta el momento han naufragado lastimosamente. La pitcher Ana Canto tenía un potencial, en el papel, para lanzar de manera competitiva cinco entradas cada dos o tres días; pero en la realidad se sublimó, abrió un juego y relevó los otros tres, fajándose en cada momento sin flaquear, sin desmerecer; esa motivación se transmitió a todo el equipo, que se unió en torno a sus jugadoras icónicas y, sobre todo, en torno a su cuerpo técnico. La hermosura del béisbol –y claro, del sóftbol- quedó de manifiesto cuando las individuales de cada una de las jugadoras se sublimaron y sumaron, creándose así EL EQUIPO.

Vayamos al béisbol profesional, vayamos a Leones 2019. Una nómina importante, con jugadores de buen nivel, un staff de pitcheo muy fuerte, un bullpen de gran poder y un manager que había sido exitoso con un equipo pequeño. ¿El resultado? Un pésimo ambiente interno, una absoluta falta de acoplamiento, individualidades que se pierden –¿de qué nos sirve tener a los dos mejores abridores del circuito, si somos uno de los clubes más perdedores?- y un mánager que nadie, absolutamente nadie entiende cómo es que sigue al frente, cuando es más que obvio que su manejo del relevo es catastrófico.

Samayoa y Negrín salen a partirse el alma, y entregan generalmente magníficas cuentas, pero eso no parece motivar ni la entrega del resto, ni la atención para resolver los problemas. La única explicación ante lo que acontece, la hipótesis de trabajo ante el mal paso melenudo, es que EL EQUIPO no existe: hay una absoluta desarticulación entre sus piezas, a lo que se han sumado los errores estratégicos, para presentar la calamitosa imagen actual. Estamos ya cerca de la cuarta parte de la temporada, y las cosas están simplemente tan mal como el primer día, con un manager terco y con decisiones estúpidas –mantener a Mendoza y Meza en la rotación; enviar al relevo a Elenes y a Ávila, que se llevan tunda por salida-, y todos los departamentos haciendo agua.

Nos parece que el mensaje es claro: las cosas no están saliendo porque se están haciendo muy mal. El problema está especialmente enquistado en el relevo corto, donde tres refuerzos –Gaudin, Cleto y Belisario- con categoría de cerradores, o no están haciendo su trabajo, o no están siendo convenientemente administrados por el manager Rivera. Y aún más, teniendo a esa gente en el bullpen ¿perder con un pitcher de felpa como Elenes? ¿Permitir que le lance un bombón al “bronco” Cantú, un hombre con más de 200 cuadrangulares en Grandes Ligas? Eso parece un suicidio –en términos de su carrera como mánager- a menos de que tenga la absoluta seguridad de ser inamovible por “causas de fuerza mayor” (es decir, porque los dueños así se lo hayan hecho saber).

Haciendo las cosas de la misma forma, difícilmente veremos resultados diferentes. Y los compromisos venideros son complicados, pues Leones recibe a los Tecolotes de los Dos Laredos, que vienen de limpiar a Tabasco –con lo que le hicieron el favor a los melenudos de enviarlos al sótano, del que emergieron los nuestros- y a los Acereros de Monclova, el equipo más enrachado del momento, con ocho triunfos al hilo, y que acaba de desbancar a los Toros de Tijuana del liderazgo norteño. Con un equipo que NO ES EQUIPO, y un mánager con decisiones absurdas, tendrán que darse varios milagros para que comience el cambio de rumbo.

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