Síguenos

Entretenimiento / Virales

En las actuales circunstancias es difícil mantenerse sin adoptar definiciones básicas

Félix Sautié Mederos

CDXCIII

En los momentos actuales, al respecto de lo que he visto, he vivido y de lo que pienso y creo, como reza el exergo con que encabezo los capítulos de La Espiritualidad Prohibida desde sus inicios en 2008, quiero expresarme sobre una paradoja que se presenta hoy en día. Porque mientras que el gobierno de las Estados Unidos presidido por Mr. Donald Trump se esfuerza en cerrar un cerco que ahogue a Cuba e, incluso, hay voces de la ultraderecha norteamericana, como es la del senador republicano Rick Scott, reclamando que se establezca por parte del gobierno de Mr. Trump un bloqueo naval a Cuba, no se justifica que haya algunos cubanos no dispuestos a defender la dignidad de la Patria.

Comienzo con ese planteamiento básico para tratar de resumir las preocupaciones que me asaltan y que pretendo exponer en este capítulo como testimonio de lo que estoy viviendo en estos momentos culminantes. Lo hago con el propósito de coadyuvar al enfrentamiento que todos debemos de interponer a las amenazas y acciones del “norte revuelto y brutal” que nos desprecia, en sus intentos de desarticular y derrotar a la Revolución cubana por medio de los más pérfidos y agresivos procedimientos imperiales. Lo que voy a exponer lamentablemente no solo es el resultado de mi percepción individual, que siempre podría ser limitada conforme a la experiencia de una persona en particular, sino también me hago eco de varias de las voces responsables y comprometidas con la Revolución que están planteando incongruencias entre lo que sucede en algunas instancias de dentro y del exterior del país, con los propósitos de hacer avanzar los proceso de la Revolución triunfante en medio de complicadas situaciones.

Tal y como planteo recogiendo un sentir más generalizado, no es congruente que haya cubanos no dispuestos a defender la dignidad de la Patria, algunos de los cuales ya conocemos, como por ejemplo, los que forman parte de la mafia miamense y sus seguidores mimados por Bolton, que apoyan a Mr. Trump y sus acólitos. En tanto nos encontramos que están también sutil o abiertamente acompañados por quienes, agazapados desde adentro, en los servicios generales y actividades comerciales que deben prestársele a la población, maltratan al pueblo, tal y como lo está denunciado el egregio periodista José Alejandro Rodríguez en su muy leída sección del periódico Juventud Rebelde denominada “Acuse de Recibo” y en su programa “Papelitos Hablan” del Canal Habana de la Televisión Cubana. Tipifica y denuncia a personajes indeseables, que incluso puedo decir que también algunas veces me los he topado personalmente, así como mi esposa y algunos de mis vecinos y camaradas del Partido y de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana de mi barrio, lo que, en consecuencia, puedo testificarlo muy de cerca. Con esta van varias veces que menciono a José Alejandro, sus secciones y sus denuncias, que considero indiscutiblemente defensoras de los más puros principios revolucionarios.

Precisamente, menciono de nuevo en estas páginas y me hago eco de lo que plantea José Alejandro Rodríguez, porque hace unos días pude apreciar en su programa de televisión que es habitual del Canal Habana de la Televisión Cubana una preocupación exhortativa suya en relación con una acción de corrupción denunciada en una carta que le enviaron al respecto de la prestación gratuita de los servicios fúnebres en una funeraria habanera (conocida como “Maulini”) que no es nada nuevo de lo que está sucediendo en el trato a la población y que José Alejandro no se cansa de denunciar, por parte de quienes, en mi criterio, conforman una quinta columna infiltrada –más bien enquistada diría yo, para ser más exacto– dentro del mayoritariamente pueblo revolucionario.

Parafraseo lo que planteó José Alejandro en su programa (Programa Oh La Habana, sección “Papelitos Hablan” del día 9 de mayo de 2019) porque quedó profundamente impreso en mi conciencia revolucionaria y creo que todos deberíamos hacer algo al respecto de su muy sentido llamamiento revolucionario. En su criterio, y añado yo fundamentado a partir de sus experiencias, algo cambiando, la Dirección del Gobierno se está esforzando en sus recorridos y chequeos ya habituales; no obstante, contradictoriamente, en algunas de las bases de las actividades de servicios y expendios comerciales no se sensibilizan, ni se inmutan al respecto de lo que plantea y hace el gobierno a favor del pueblo. En estos centros persisten personas que no actúan correctamente y se aprovechan de su posición en beneficio propio, sembrando dudas y maltratando a la población.

Quiero añadir que, como siempre, mucho me admiro y aprendo en ese programa de televisión a que me refiero, por la valentía ya ampliamente reconocida de José Alejandro Rodríguez, siempre implícita en sus planteamientos. Lo que puedo decir en consecuencia, sobre el particular es que por mi parte encuentro que sus denuncias coinciden plenamente con algunas experiencias concretas de las denuncias que en ocasiones llegan a mi núcleo zonal, y que tenemos que tramitar, en la mayoría de las ocasiones sin recibir las respuestas adecuadas a la magnitud del asunto. Por otra parte, mientras escuchaba a José Alejandro y constataba lo que decía con mis experiencias sobre estos problemas, así como con otros planteamiento similares que están circulando en la web, algunos de los cuales ya he recogido en capítulos anteriores, como son los de los reconocidos intelectuales Esteban Morales y Carlos Alzugaray, confieso que mi conciencia se resintió profundamente en el sentido de mi preocupación expresada en una reciente crónica publicada en POR ESTO!, con el tema: “No es un momento, para alarmas, lamentaciones, dudas ni para detenerse en el tiempo concretas”, y pensé que si bien no es el momento para estar azuzando a la población con esas reiteraciones que expreso en mi crónica antes mencionada, tampoco lo es para la tolerancia de actitudes como las que denuncia el destacado periodista, que se repiten en diversos sectores de los servicios y el comercio.

Estas situaciones que quiero reiterar contrastan con la actitud ampliamente mayoritaria del pueblo que apoya a la Revolución y que está dispuesto a realizar sus mayores esfuerzos y su más plena resistencia al criminal y genocida bloqueo y a las agresiones que día a día se perpetran por el imperialismo del “norte revuelto y brutal” que nos desprecia. Asimismo, contrastan muy especialmente con los esfuerzos que realiza el gobierno de las nuevas generaciones formadas por la Revolución triunfante, presidido por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, que está relevando con un criterio de continuidad y nunca de ruptura dignamente a la generación del Centenario que alcanzó el triunfo de 1959. Díaz-Canel lucha y se destaca en su liderazgo, en su trabajo desplegado desde que asumió el cargo de presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, que considero muy acertado hasta el presente, así como durante sus recorridos por el país y su acercamiento con la población.

Además, quiero significar que sé perfectamente que hay quienes subestiman e incluso se burlan del lenguaje en que prevalecen los términos patrióticos, pero yo no me rindo ante lo burlesco, banal y chabacano, porque el patriotismo lo considero el componente esencial que nos ha dado vida como República, así como nación y como país soberano e independiente en el mundo actual. No hubo ni hay otra alternativa posible que no haya sido y sea el patriotismo, en mi criterio muy personal, capaz de habernos hecho lo que actualmente somos en este siglo xxi, y de proyectarnos en el tiempo hacia el futuro. Es, pues, con un concepto básico de patriotismo a ultranza que en mi criterio se pueden enfrentar estos problemas a que me estoy refiriendo.

En las actuales circunstancias, considero que debemos tener muy en cuenta al respecto de lo que estoy planteando en este capítulo, el hecho de que es evidente que socialmente nos encontramos ante un conjunto de tendencias chabacanas que propugnan el descomprometiendo social y pujan por la formación de personas “desciudadanizadas”, por denominarlas de una manera condescendiente con sus derechos a realizarse de acuerdo con sus ideas y convicciones. En esto el enfoque de muchas redes sociales en el ámbito digital que actualmente enseñorea nuestras vidas se encargan de propugnarlo con asiduidad, incluso estableciendo las fake news en que se fundamentan muchas de sus consignas contra Venezuela y contra Cuba como el criterio básico de lo que es la verdad. Por otra parte, quiero añadir, que lo hacen con una eficiencia comunicacional que confunde y que incluso, puede llegar a una “estupidización” generalizada dentro de los que se hacen habituales a las mismas. Un fenómeno que marca decisivamente el momento que estamos viviendo en el mundo de hoy.

Hace poco tiempo, en el IV Seminario Internacional de Periodismo convocado por POR ESTO! con motivo de su 28 aniversario, en el mes de marzo del presente año, propuse realizar un análisis y un debate al respecto de las redes sociales como tema central para el próximo seminario en marzo de 2020. Dije expresamente en esa ocasión, que las redes sociales están sacando presidentes, están estableciendo mentiras que las están convirtiendo en verdad y están dando informaciones que desorientan y desinforman. En definitiva, en mi criterio las redes sociales son hoy un fenómeno de masas que no podemos desestimar y tenemos que enfrentar incluso participando activamente en ellas.

La banalización de todo es lo que abiertamente se propugna en nuestro mundo de hoy por parte de los poderosos de la tierra, muy en especial en su política hacia los pueblos que pretenden sojuzgar en las diversas latitudes de la geografía planetaria; ya que no se resignan a perder la hegemonía prácticamente unilateral que han estado detentando ante el multilateralismo y se está imponiendo poco a poco en el ámbito internacional. Hoy, por encima de todo, lo que nos sucede se sobrepone un conjunto de intereses geopolíticos a los cuales no nos es posible acceder de cerca, porque en sus intríngulis se encaminan a la sojuzgación y la esclavitud de nuevo tipo de los pueblos y naciones. Intereses dentro de los cuales los cubanos estamos bordeando el precipicio –parafraseando lo que planteara en unos de sus discursos el general de Ejército Raúl Castro– pero que dignamente nos desenvolvemos con nuestro propio sistema social. Sistema que no estamos dispuestos a transformar en interés de las clases dominantes que hoy se manifiestan abiertamente con una efectividad innegable e, incluso, que se podría calificar como desconcertante dentro de los partidos de derecha y de ultraderecha que están accediendo al poder en las diversas latitudes del mundo.

En este orden de cosas, se están sucediendo cuestiones concretas como las que expresé al principio de este capítulo, con las que no puedo transigir y conformarme en su concepto básico esencial cargado de una enajenación social que puja por la desarticulación de la vida en una sociedad organizada y respetuosa de la ética y de la ley. O sea, con una banalización de la vida en sociedad que, en mi opinión, dado su dispersión y su apoliticismo de consigna, bien puede ser aprovechada por algunos de los factores más retrógrados presentes públicamente y/o agazapados en espera de que les llegue su momento por decirlo de alguna forma más comprensible.

Me refiero a un peligro real y presente que no deberíamos ni sobrestimar, ni tampoco subestimar. Pienso entonces, que lo que siempre deberíamos hacer al respecto, es estar en guardia vigilante de todo lo que se mueve o se detiene en el medio dentro del cual nos estamos desenvolviendo. En mi opinión, vivimos momentos culminantes en que las agresiones a Cuba son cada día más recurrentes y, en estos momentos, se requiere que el trabajo político e ideológico sea profundo, creativo y parejo en todas las instancias e instituciones de la Revolución, lo que no es así completamente. Ya desde un capítulo anterior vengo planteando la necesidad de intensificarlo y adecuarlo a los momentos y circunstancias que estamos viviendo.

No podemos dejarnos llevar por lo que se sientan cansados y se mantengan detenidos en el tiempo. Hay estamentos conservadores presentes, algunos con poder suficiente para demorar e, incluso, detener el cambio de todo lo que deba ser cambiando. En este sentido el conocido revolucionario e intelectual Joaquín Benavidades, en un reciente mensaje suyo en el blog Segunda Cita, de Silvio Rodríguez, con fecha 8 de mayo del presente año, planteó contentivo de una expresión al respecto, que es muy sintomática en mi opinión y que cito textualmente: “[…] Hasta cuándo los inmovilistas van a seguir impidiendo que se aplique lo que llevamos un quinquenio de aprobado”.

En los momentos actuales, se está cerrando activamente el cerco de muchos años. En este sentido, he estado escribiendo y publicando mucho en POR ESTO!, porque entiendo que las campanas están repicando a arrebato y no podemos interponerles oídos sordos. En este orden de pensamiento, quiero invitar a leer una crónica que publiqué en POR ESTO! con fecha sábado 20 de abril de 2019, titulada “Vencer la inercia de los cansados y contagiar de entusiasmo y optimismo a los comprometidos…” (https://www.poresto.net/2019/04/20/vencer-la-inercia-de-los-cansados-y-contagiar-de-entusiasmo-y-optimismo-a-los-comprometidos/), que en mi criterio tiene mucho que ver con lo que estoy planteando en este capítulo.

Además, hay otra crónica, con fecha martes 7 de mayo de 2019, que considero muy importante citar también explícita al respecto de estos temas: “No es un momento para alarmas, lamentaciones, dudas ni para detenerse en el tiempo” (https://www.poresto.net/2019/05/07/no-es-un-momento-para-alarmas-lamentaciones-dudas-ni-para-detenerse-en-el-tiempo/)

Continuaré con el tema en el próximo capítulo, porque considero que el asunto lo requiere, dado las complejas circunstancias que estamos viviendo.

Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme dudas, criterios, opiniones y preguntas: fsmederos@gmail.com

Siguiente noticia

Una coda atrevida al estudio de caso