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Internacional

Singularidades de la democracia en EE. UU.

Manuel E. Yepe

Estados Unidos es una “democracia” sólo en el sentido de que los ciudadanos tienen el derecho teórico de votar por una serie de funcionarios propuestos. Es una libertad que casi la mitad de los estadounidenses considera carente de sentido, razón por la cual sólo

56 % de ellos se presentó a la elección presidencial en 2016, y para el Congreso dos años fueron menos del 40 % los que votaron.

Como la mayoría de los socialistas “democráticos” en Estados Unidos, Bernie Sanders, el sorprendente favorito de gran número de los estadounidenses en la campaña electoral de 2016, confunde la libertad electoral burguesa con la democracia real que habilita a los pueblos para poner la economía política al servicio del bien común.

Con ello, lo que pretende es crear un fundamento púdico para ponerse del lado del imperialismo estadounidense, afirma Glen Ford, director ejecutivo de Black Agenda Report en un enjundioso artículo que fue reproducido el 20 de septiembre por la publicación digital marxista leninista MLToday.

Estados Unidos es una oligarquía en la que los intereses de los grandes empresarios casi siempre se salen con la suya mientras que los ciudadanos medios y las organizaciones de masas tienen poca o ninguna influencia en la política.

Hay una dictadura de las clases adineradas, dice Glen Ford y recuerda que la superpotencia está gobernada por oligarcas que también, como dijera el Dr. Martin Luther King Jr. en 1967, son los mayores proveedores de violencia en el mundo de hoy.

Los aliados más cercanos de Washington en esta misión global son las antiguas potencias coloniales de Europa occidental y las antiguas colonias de colonos blancos de Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. La política exterior de la superpotencia, gobernada por multimillonarios blancos, tiene como objetivo preservar el orden global de supremacía blanca en el que pudo mantener durante 500 años a la mayor parte del mundo bajo su dominio exterminador y esclavizante.

Según Ford, “no es de extrañar que Bernie Sanders, y tantos otros políticos que se consideran progresistas en Estados Unidos, eviten articular claras posiciones de política exterior. Así lo hacen dos tercios de los candidatos demócratas progresistas el Congreso.

Ejemplo de ello es que los partidarios de Sanders en el equipo de campaña de la candidata al Congreso del Bronx, Alexandria Ocasio-Cortez, excluyeran de su plataforma programática los párrafos sobre “Economía de Paz”, que denunciaban las intervenciones militares de Estados Unidos en Libia, Siria, Irak, Afganistán, Yemen, Pakistán y Somalia.

El gobierno de Estados Unidos, como juguete de 12 de las 15 personas más ricas del mundo, debería estar en el primer puesto de la lista de Bernie Sanders. Pero no, según la cosmovisión de Sanders sólo Trump clasifica como un villano de clase mundial, aunque él sea, por sí sólo, un oligarca menor que el resto en el conjunto.

Una verdadera política exterior estadounidense requiere una lista de enemigos y Sanders los encontró en el eje autoritario cuyos miembros “comparten atributos de hostilidad hacia las normas democráticas, antagonismo hacia una prensa libre, intolerancia hacia las minorías étnicas y religiosas, y la creencia de que el gobierno debe beneficiar sus propios intereses financieros egoístas. Estos líderes también están profundamente conectados a una red oligárquica de multimillonarios que ven al mundo como su juguete económico.

Es significativo que el centro geopolítico de este “nuevo eje autoritario oligárquico del mal” no sea situado en Wall Street ni en Londres, sino en Rusia y China porque ellos son los enemigos principales que los belicistas del Pentágono y la CIA pretenden que los estadounidenses teman y odien.

No se opone claramente al imperialismo yanqui, sino que le ofrece una justificación, supuestamente “progresista”, para preservar el imperialismo yanqui. El “Nuevo Eje Autoritario” busca dar a los “progresistas” una razón para aceptar, e incluso amar, el militarismo y el imperialismo estadounidense.

Sanders aspira a que Estados Unidos arregle las relaciones con “nuestros viejos aliados democráticos” de Europa occidental. Porque China y Rusia son malhechores más peligrosos. Funcionan como una sola unidad satánica.

El trabajo periodístico de Glen Ford concluye expresando su esperanza de que Sanders logre buenos resultados en las primarias de 2020, y que derrote a los demás aspirantes demócratas corporativos a la postulación. Pero ello obligará a los supervisores del partido a sabotear una vez más su propia campaña.

“Sanders nunca abandonará el partido, pero quizás una masa crítica de sus seguidores saldrá de esa porqueriza capitalista en busca de soluciones socialistas reales, y verdaderamente democráticas”.

http://manuelyepe.wordpress.com/

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