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Internacional

Las incongruencias de la ONU

Pedro Díaz Arcia

Cuando se fundó la ONU, en el período comprendido entre abril y julio de 1945, delegados de 50 países reunidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, en San Francisco, Estados Unidos, redactaron la Carta Magna de la ONU, con la encomienda de velar por la paz y la seguridad internacional, entre otros objetivos globales, en los corrillos de la sede se ironizaba sobre la creación del Consejo de Seguridad.

¿Quién ganaría en una guerra entre dos países pobres?

El que tenga más poder militar.

¿Quién triunfaría si cada uno tuviera la tutela de un miembro del Consejo?

El que tenga la protección del más fuerte.

Y ¿qué pasaría si se enfrentaran dos miembros del Consejo de Seguridad?

Se acabarían el Consejo y el mundo.

Era objeto de triste burla.

Es que hay muchas cosas que debían ser puestas en su lugar, en un mundo en el que existen tantas y tantas fuera del suyo.

¿Cómo es posible que representantes de 187 países, de un total de 192, aprobaran el proyecto de resolución: Necesidad de poner fin al embargo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba, sin que exista un mecanismo internacional que garantice su ejecución?

La respuesta es simple, aunque fue aprobada por el (97.39%) del plenario de la Asamblea General de la ONU (AGNU), el primer órgano legislativo del sistema y además el más democrático, sus decisiones no tienen un carácter vinculante. La incongruencia radica en que la Asamblea General aprueba y no se cumple su mandato, resultado de que la ONU nació con el pecado original.

¿Cómo es posible que luego de la creación de las Naciones Unidas hace más de siete décadas, el Consejo decida sobre los problemas más graves que inciden en las relaciones internacionales?

Aunque la Asamblea General es el primer órgano legislativo de la ONU y el más representativo, en el que cada país tiene un voto y sus delegados pueden expresar sus posiciones con libertad. Si desapareciera, los países pobres no tendríamos nada que celebrar.

¿Es posible enderezar un árbol que nació torcido?

Sólo si cambiara sustantivamente la Carta Magna de la ONU. Si se aprobara por la AGNU una propuesta de eliminación o aumento del número de miembros permanentes, paradójicamente, tendría que llegar a la mesa del Consejo, que no actuará como juez, sino como fiscal…y de ahí no pasaría.

El Consejo de Seguridad está integrado por 15 miembros, 5 de ellos permanentes y otros diez alternos. Los cinco alternos rotan cada dos años por regiones y a propuestas de la Asamblea. Para que una resolución sea aprobada por el Consejo, un total de 9 de sus 15 integrantes debe votar a favor, incluyendo los cinco permanentes. Si uno de los miembros fijos la veta, es desechada.

¿Qué órgano de la ONU podría ampliar, reducir o eliminar el Consejo? Sólo el mismo Consejo y sería echarse la soga al cuello. Las grandes potencias que lo conforman no están dispuestas a perder el veto exclusivo de hoy ni someterse a una composición ampliada aun cuando fuera rotativa.

Y aunque quien creó las normas, inventó los dolos: Cuba obtuvo nuevamente el apoyo aplastante de los gobiernos del mundo, salvo vergonzosas excepciones, en las que llama la atención el voto en contra del gobierno “trumpista” de Brasil; el de Ucrania, movido por el miedo ante un posible impeachment contra Donald Trump del que no es ajeno su par Vladimir Zelensky; y la humillante abstención de Colombia.

Lo de Israel, de manitas con Estados Unidos, estaba cantado.

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