Síguenos

Última hora

Hallan cuerpo de un bebé recién nacido dentro de una bolsa en Cancún

Internacional

'Si tengo que nadar, vengo a Cuba nadando”

Por Marina MenéndezFotos: Lisbet GoenagaEspecial para Por Esto!

LA HABANA.— La vida demuestra a cada momento que no hay lenguaje más universal que el arte, y mejor si es la música: ella permitió que cerca de una cincuentena de jóvenes que no se conocían previamente, estadounidenses y cubanos, compartieran toda una tarde de descarga que debe haber remozado los cimientos de la Catedral de La Habana, distante apenas media cuadra del punto de encuentro de ambos grupos.

De un lado estaban los jóvenes cubanos triunfadores de un concurso televisivo de instrumentistas que concluyó con la conformación de una Banda Gigante integrada por ellos, los ganadores. Del otro, estudiantes estadounidenses que hacen música y son miembros de un proyecto de jazz afro-latino que promueve un artista famoso, con raíces bien acendradas en México y en Cuba.

Arturo O`farrill ha sido acreedor de tres premios Grammy Latino; pero la gloria no mella sus deseos de seguir creando, y menos de contribuir a la formación de los bisoños.

Se “escapa” por un momento del lobby en el pequeño y acogedor hotel Tejadillo, que los muchachos han tomado como si fuera su sala, y donde uno y otro se ceden el protagonismo de la descarga: ahora el bajo, después el piano, la batería, las pailas…

Están tocando juntos en inédita orquesta juvenil binacional y suenan auténticos y únicos, como si la escuela musical de donde proceden, fuera la misma. O`farrill aprovecha para salir hasta el bar… donde le espero.

Se le ve radiante en medio de un calor que no menguan las numerosas plantas del patio, ni el hielo en el trago de ron, ni los ventiladores, ni los ventanales abiertos…

Para él, traer a esos jóvenes “es lo más importante que he hecho en mi vida”.

“Ellos están tocando jazz, y para mí esa palabra sola no dice nada. Pero cuando lo unes con las raíces afrolatinas, ¡eso tiene sangre de esclavos, del pueblo! En ese momento la gente entiende que sin conectar con esos elementos, nada más estás tocando… Los jóvenes deben entender que la música costó algo a los humanos. Deben entender lo que tocan y lo que piensan”.

Los gatos gordos

Su hijo Zack, músico como él y uno de los líderes y profesores en el proyecto a pesar de su juventud, ha dado cuenta antes a Por Esto! de lo bien que aprovechaban las jornadas en Cuba.

“¡Estamos haciendo cosas increíbles!”, afirmó entusiasmado cuando narró el viaje de “Los gatos gordos del jazz afro-latino” —que es el nombre del proyecto— a la provincia de Matanzas, un día antes, donde compartieron y aprendieron con los músicos del legendario y famoso grupo cubano de guaguancó “Los Muñequitos”.

Después se fueron a hacer el recorrido conocido como “La Ruta del Esclavo”, que muestra los dolores y los horrores de la esclavitud, y mediante el cual puede entenderse mejor de dónde salió el componente africano de nuestros ritmos.

“Yo quería que después de ver la alegría y la fuerza de la música de Los Muñequitos, dice Zack, ellos vieran de dónde viene esa música increíble.

“Nuestro reto al traer a los estudiantes estadounidenses es que ellos vean lo malo y lo bueno de la vida aquí y conozcan la historia; porque allá no se dice todo lo de Cuba, ni todo lo de este arte que amamos; cómo ha llegado a ser”.

También han venido algunos de los padres de los muchachos.

Richie Cabo, ex policía y ex salsero, dejó su casa en las montañas y vive ahora en el Bronx, en Nueva York, para que sus tres hijos, amantes como él de la música, puedan desarrollarse mejor en el arte.

Su madre era de origen puertorriqueño y su madre, cubana. Su abuelita nació y se crió en Cienfuegos. Por eso no es de extrañar que cuando hable de este viaje y de sus vástagos vaya de una emoción a otra, y los ojos se le nublen.

Está orgulloso de que uno de sus muchachos ya sepa tocar un montuno, que el otro le dé como cubanito a los timbales y que la chica, quien no habla nuestro idioma, interprete una canción en español de lo mejor, como lo acaba de hacer en el teatro Bertolt Brecht.

“Para mí este viaje ha resultado muy interesante; recuerde que mis hijos se han criado en América”, dice en alusión a su patria, los Estados Unidos, y a la cultura anglosajona, aunque se ve que él vibra con la caribeña.

Mi padre era un genio

Esta es la segunda ocasión en que estudiantes de colegios estadounidenses integrados al programa que comandan los O`farrill, vienen a la isla.

Arturo dice que lo hace desde el año 2002, cuando concurrió por primera vez al Festival Internacional Jazz Plaza, y asegura que no hay quien lo detenga.

Su padre, el célebre Chico O`farrill, era cubano, y fue quien lo introdujo en nuestros ritmos y el lenguaje del jazz.

“Pero el regalo más potente del mundo que él me dejó es no tener miedo a cambiar, ni a marchar adelante. Mi papá era visionario; siempre estaba mezclando: mambo con música clásica, jazz con otra cosa…

“Eso fue lo que él me legó. Así que siempre estoy experimentando y buscando en la música”.

Arturo confirma algo que leí sobre él en otra entrevista, acerca de la cierta confusión que, siendo aún adolescente, provocó en su identidad cultural, precisamente, que su padre bebiera de tantas y diversas fuentes, y que músicos de tendencias diferentes compartieran con él en la casa.

“¿Sabes?: cuando tu padre es alguien tan reconocido y constituye una presencia tan grande, vas a ser rebelde contra eso. El hacía jazz y música afrocubana, y yo me fui a lo opuesto.

“Pero a los 20 años reconocí la música de mi papá y entendí que era un genio. No lo quise imitar, pero aprendí de él esa visión, ese nuevo nacimiento de la música que ocurre cada día. Todos los días se puede hacer algo nuevo. Eso es muy importante”.

—Técnicamente, ¿en qué se diferencian?

—Yo hablo en una lengua mucho más panamericana; hablo con la lengua de Perú, de Colombia. Uso ritmos como el festejo, la cumbia, el porro, chorro, merengue… los ritmos venezolanos. Hago de todo, y eso mi papá no lo hizo. El estaba aquí envuelto en los ritmos de Cuba porque era el nivel más alto en esos momentos. También experimenté con el rap, el hip hop… Música de composición diferente.

Del fandango al son jarocho

Los jóvenes siguen tocando y todavía falta un rato para que Arturo O´farrill acuda hasta ellos y se siente, como un igual, ante el piano. Aprovecho para agotar nuestro escaso tiempo juntos…

—¿Qué planes inmediatos tiene?

—Terminé un disco que se llama “Fandango en el muro” y que grabamos en el muro entre California y México. Teníamos músicos en el lado de EEUU y en el mexicano, con micros ubicados a ambos lados, grabando al mismo tiempo.

“Invitamos instrumentistas de todo el mundo: de Irán, de Irak, de Marruecos, de Cuba… Allá los llevamos. Hicimos el disco y publicaremos un libro.

“Ahora tengo en proyecto ‘Lucero’, que trata sobre la muerte de un inmigrante ecuatoriano que pasó a los EEUU en 2008 y fue asesinado por unos jóvenes racistas.

“Ellos se fueron a buscar un mexicano y encontraron a un ecuatoriano para matar…

“El racismo viene de ambientes socioeconómicos difíciles, de la envidia, del miedo. En esos tiempos se vivía la crisis de los bancos, la economía se estaba hundiendo y ya sabemos que cuando eso ocurre, los políticos siempre usan esa oportunidad para responsabilizar a los inmigrantes: ‘Esos les están robando’, dicen”.

—México es su tierra natal, y también la Patria de su madre…

—Ella murió el año pasado, estábamos en el inicio del proyecto del muro. Falleció antes que termináramos. Pero para mí ese disco era una oportunidad de descubrir mis raíces mexicanas y, más que nada, entender el son jarocho, que es música de Veracruz y también le dicen afromexicana. Mi mamá era de Guadalajara. Pero la oportunidad de conocer y aprender de la música veracruzana constituía un descubrimiento para mí.

“Como te dije, soy latino: tengo orgullo chileno, cubano, mexicano… tengo orgullo de mi gente.

“En este momento es muy importante tener orgullo global. Este momento es del latino. Si nos unimos como tales vamos a tener la economía más grande del mundo y estaremos en el nivel más alto de cultura, y de todo. ¡Ya empezamos!”

Trump es malo para el humor y el buen sentimiento

—Ud. ha trabajado mucho para en torno a las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y, de hecho, estaba en Cuba cuando se anunció el restablecimiento de relaciones en diciembre de 2014.

—Estaba aquí grabando un disco con los Estudios Abdala, “La conversación continuada”.

“Tuvimos la noticia de que el hecho venía y que el Presidente Raúl Castro hablaría, y nos pusimos ante la TV para no perder nada. Yo siempre sentía como que los cubanos tenían cierta aprensión, como diciendo: ‘Vamos a ver qué pasa’. Pero yo estaba emocionado, llorando, loco por ver ese momento.

—¿Qué le parece, ahora, el sentido contrario que le está dando Donald Trump a las relaciones?

—Te voy a decir la verdad: la administración de nuestro Gobierno es un poco incompetente y, quién sabe qué va a pasar. Dicen algo, y les lleva un año o dos implementarlo. Sin embargo, inmediatamente que anunció las más recientes medidas restrictivas, quitaron los viajes de cruceros.

“Pero a este hombre lo van a sacar porque es malo para el humor, para el buen sentimiento; todo el mundo lo odia, y más de la mitad de los ciudadanos de EEUU lo odia también.

“Este momento de tiranos y dictadores es algo que está ocurriendo por todo el mundo. Es un momento peligroso para el mundo; pero tengo que ser optimista y pienso que la música, los pueblos, la conciencia, son más importantes que todo. Este es un momento de terror, pero la juventud es más importante que esto.

—¿Cómo siente a Cuba?

“Cuba es un tesoro del mundo y debería ser declarada, la isla entera, como Patrimonio de la Humanidad…

“Empecé a venir al Jazz Plaza en 2002. Hubo unos años en que venir era más fácil, pero era muy difícil durante el Gobierno de George W. Bush. Sin embargo, yo vine. He estado llegando aquí cuatro o cinco veces al año y no voy a parar.

“Nada me va a apartar de venir a mi querida Cuba, a mi gente, a mi familia. Y si tengo que nadar: vengo nadando”.

Siguiente noticia

Conservadores ganan con contundencia en Grecia