El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que marca un giro relevante en la política antidrogas del país al instruir la reclasificación del cannabis.
La medida contempla que la marihuana deje de considerarse una sustancia de la Lista I —categoría reservada para drogas sin uso médico aceptado— y pase a la Lista III, donde se ubican medicamentos con potencial moderado o bajo de dependencia.
Aunque el cannabis seguirá siendo ilegal a nivel federal, el cambio representa un avance significativo, ya que abre la puerta a una mayor investigación científica sobre sus posibles beneficios terapéuticos y ajusta el tratamiento regulatorio que ha prevalecido durante décadas.
¿Qué implica la reclasificación del cannabis a la Lista III?
De acuerdo con la Agencia Antidrogas de Estados Unidos, las sustancias de la Lista III, como el Tylenol con codeína o la ketamina, presentan un menor riesgo de abuso en comparación con las de la Lista I.
En este nuevo escenario, el cannabis podría ser estudiado con mayor profundidad en entornos médicos y académicos, algo que había sido limitado por su clasificación previa.
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Además, la reclasificación tiene implicaciones fiscales relevantes. Los dispensarios de cannabis autorizados a nivel estatal han enfrentado restricciones para acceder a deducciones fiscales debido a la normativa federal.
Con el nuevo estatus, parte de estas limitaciones podrían modificarse, lo que impactaría directamente a la industria legal del cannabis.
Acceso al CBD y enfoque sanitario
La orden ejecutiva también instruye a funcionarios de la Casa Blanca a trabajar con el Congreso para ampliar el acceso al cannabidiol, conocido como CBD. Como parte de un nuevo programa, algunos beneficiarios del sistema de salud Medicaid podrán acceder a este compuesto, bajo recomendación médica y sin costo.
Asimismo, las autoridades sanitarias deberán desarrollar modelos y metodologías para evaluar de manera más precisa los beneficios y riesgos del CBD, con el objetivo de contar con evidencia sólida que oriente futuras decisiones de política pública.
Oposición republicana y debate político
El anuncio no estuvo exento de críticas. Legisladores republicanos han expresado su rechazo al considerar que la medida podría normalizar el consumo de cannabis y generar impactos negativos en la salud y la productividad. Argumentan que persisten dudas sobre los efectos del cannabis en la concentración y el juicio, además de cuestionar la evidencia científica sobre su valor médico.
Pese a estas posturas, encuestas nacionales muestran que una mayoría de la población estadounidense respalda la legalización del cannabis en alguna de sus modalidades, lo que refleja un cambio social progresivo en torno a esta sustancia.
Un cambio con impacto a largo plazo
Con esta orden ejecutiva, Trump retoma una agenda que ya había sido planteada en años recientes y que busca reducir detenciones por posesión de pequeñas cantidades, al tiempo que promueve un marco regulatorio más flexible.
El debate sobre el cannabis en Estados Unidos entra así en una nueva etapa, con implicaciones médicas, económicas y políticas que seguirán marcando la agenda pública.
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