
La luna de miel entre Donald Trump y Elon Musk parece haber terminado. Desde el Despacho Oval y flanqueado por el canciller alemán Friedrich Merz, el mandatario estadounidense reconoció sentirse “muy decepcionado” tras los ataques públicos del magnate a su proyecto de ley fiscal y presupuestario, valorado en 2.5 billones de dólares.
“Elon y yo teníamos una gran relación. No sé si seguirá así. Me sorprendieron sus palabras, él conocía los pormenores mejor que nadie”, declaró el republicano ante la prensa.
La crítica que encendió la mecha
A inicios de semana, Musk calificó la iniciativa como una “abominación repugnante” y acusó a los legisladores republicanos de cometer “un error” al aprobarla en la Cámara de Representantes.
El empresario—ex titular del Departamento de Eficiencia Gubernamental—afirmó en X que el plan “incrementará masivamente el déficit” y cargará a los contribuyentes con una deuda insostenible.
Si bien la Oficina Presupuestaria del Congreso ajustó su estimación de impacto a 2.4 billones (frente a los 3.8 billones proyectados en mayo), Musk sostiene que las exenciones propuestas—especialmente las que benefician a la compra de vehículos fabricados en Estados Unidos—son “contabilidad creativa”.

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El trasfondo: autos eléctricos y créditos fiscales
Trump sugirió que el distanciamiento obedece a la eliminación paulatina del crédito fiscal para vehículos eléctricos, un incentivo clave para Tesla: “Lo sabía mejor que nadie y nunca tuvo problema hasta que se marchó de la Casa Blanca”, dijo, aludiendo a la salida de Musk del gabinete el 30 de mayo.
Trámite complicado en el Senado
Apodado por el presidente como “el gran y hermoso proyecto de ley”, el paquete pretende extender los recortes impositivos de 2017 e introducir exenciones a propinas, horas extra y compras de autos nacionales.
Sin embargo, la medida encara escepticismo dentro del propio Partido Republicano y deberá convencer a la cámara alta antes del 4 de julio.
Los senadores moderados exigen reducir el costo global y establecer salvaguardas frente a un déficit que, según la Oficina Presupuestaria, ya supera los 34 billones.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha señalado que un voto final dependerá de ajustes “responsables” a la arquitectura original.
¿Qué escenarios se vislumbran?
- Revisión de incentivos verdes: los senadores podrían rescatar parte del crédito a los eléctricos para amortiguar el choque con la industria.
- Negociación de última hora: la Casa Blanca baraja introducir un mecanismo de “apagado” automático de beneficios si la recaudación cae por debajo de lo previsto.
- Riesgo de fractura interna: el rifirrafe con Musk evidencia la tensión entre el ala populista y el sector empresarial tradicional del GOP.
El desenlace legislativo definirá no solo el destino de la reforma fiscal sino la evolución de una relación empresarial-política que, hasta hace unos días, Trump describía como “una gran amistad”.
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