
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, realizó este viernes una visita a Texas para evaluar los daños causados por las inundaciones históricas que azotaron la región la semana pasada y que han dejado un saldo preliminar de 120 personas fallecidas y al menos 161 desaparecidas.
Durante una mesa redonda celebrada en el condado de Kerr, el más golpeado por el desastre, Trump expresó su conmoción ante la magnitud del fenómeno. “Nunca había visto algo así. He presenciado muchos huracanes y tornados, pero esto es algo terrible”, dijo el mandatario, acompañado por el gobernador Greg Abbott.
La visita presidencial se produjo en medio de crecientes cuestionamientos hacia las autoridades locales por la respuesta tardía ante la emergencia, así como por las posibles fallas en el sistema de alertas.
Trump evitó referirse a estos señalamientos y en cambio elogió a los funcionarios estatales y municipales, asegurando que “hicieron un trabajo increíble” y actuaron “como profesionales”.

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La primera dama, Melania Trump, también estuvo presente y ofreció sus condolencias a las familias afectadas. En particular, lamentó la muerte de 27 niñas y jóvenes que se encontraban en un campamento cristiano durante las riadas.
“Mientras lloramos esta tragedia impensable, nos reconforta saber que Dios ha recibido a estas pequeñas niñas hermosas”, declaró.
Las lluvias torrenciales que se registraron entre el 3 y 4 de julio dejaron entre 12.7 y 27.9 centímetros de acumulación en los condados de Kerr, Bandera, Tom Green y Kendall, según el Servicio Nacional de Meteorología. La región de Hill Country, al noroeste de San Antonio, sufrió severos daños en infraestructura y comunidades rurales.
Las labores de búsqueda y rescate continúan, con la participación de autoridades federales, estatales y voluntarios. La cifra de víctimas podría aumentar en los próximos días conforme avancen las tareas de recuperación.
IO