
La península de Kamchatka, ubicada en el Lejano Oriente ruso, enfrenta un fenómeno sin precedentes en siglos: siete volcanes activos al mismo tiempo, algo que no ocurría desde 1737. Este suceso fue desencadenado por un terremoto de magnitud 8.8 registrado la semana pasada, el más intenso en más de 70 años.
Los volcanes Bezimianni, Kambalni, Karimsnki, Kliuchevski, Krashenínnikov, Mutnovski y Avachinski entraron en actividad volcánica de forma simultánea.
El caso más llamativo es el del volcán Krashenínnikov, que entró en erupción por primera vez en casi 600 años, arrojando cenizas hasta 6 kilómetros de altura.
El Krashenínnikov, el más preocupante
De acuerdo con los servicios de emergencia rusos, la ceniza del Krashenínnikov ha recorrido hasta 160 kilómetros hacia el océano Pacífico. Aunque no representa una amenaza directa para poblaciones humanas, sí afecta la navegación aérea en la región.
Ubicado a 200 kilómetros de Petropálovsk-Kamchatski, capital regional, este volcán despertó el 3 de agosto, tras siglos de inactividad. Las imágenes de la erupción se han viralizado en redes sociales, capturando la atención global.
Riesgos sísmicos y volcánicos amenazan turismo y glaciares
La intensa actividad geológica ha generado preocupación entre científicos. El flujo de lava del volcán Kliuchevski alcanza ya los 3 kilómetros de longitud y amenaza con derretir el glaciar Bogdánovich. Además, las excursiones turísticas en los volcanes Mutnovski y Avachinski han sido suspendidas por seguridad.
El terremoto de la semana pasada también desplazó el sur de Kamchatka en casi 2 metros, según el Servicio Geofísico de la Academia de Ciencias de Rusia. Las autoridades han advertido que podrían registrarse réplicas durante las próximas semanas, así como nuevas erupciones volcánicas.
Kamchatka: una zona sísmica crítica del planeta
Kamchatka es parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, una de las regiones más sísmicas del planeta. Cuenta con casi 130 volcanes, de los cuales 30 están activos, y ha sido reconocida como Patrimonio Mundial por la UNESCO desde 1996.
Este fenómeno natural pone nuevamente de relieve la vulnerabilidad de esta región frente a los movimientos tectónicos y la necesidad de fortalecer los sistemas de monitoreo y alerta temprana.