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Jóvenes migrantes en EE. UU., presa de las pandillas

LOS ANGELES, Estados Unidos, 25 de julio (AFP).- Jóvenes centroamericanos recién llegados a Estados Unidos tras escapar del horror impuesto por las pandillas... terminan uniéndose a sus filas.

Las autoridades estadounidenses han alertado de una “oleada” en el reclutamiento de estos muchachos por parte de la Mara Salvatrucha, o MS-13, como también se conoce a esta organización.

Lo dijeron la semana pasada cuando 22 pandilleros, 19 de ellos indocumentados, fueron imputados en Los Ángeles por varios crímenes, incluidos siete homicidios, tráfico de drogas y extorsión.

“Son jóvenes víctimas que muy seguramente dejaron sus países con la esperanza de que encontrarían en Estados Unidos seguridad y prosperidad” y “tuvieron la mala suerte de cruzarse en el camino con violentos pandilleros que se aprovecharon de su vulnerabilidad como inmigrantes”, dijo la fiscal de Los Ángeles, Jackie Lacey.

La Mara Salvatrucha se formó en Los Ángeles a mediados de la década de 1980 y ha estado activa desde entonces en 10 estados de Estados Unidos, y en países como El Salvador, Honduras y Guatemala, con un prontuario que estremece.

Tanto que cientos de miles de indocumentados que piden asilo en Estados Unidos llegan huyendo precisamente del infierno creado por esta y otras pandillas como Barrio 18.

Entonces, ¿cómo un joven termina uniéndose a la pandilla que lo hizo escapar de su país en principio?

La MS-13 usa muchas veces la fuerza para reclutar jóvenes pero también ocurre que esos chicos “sienten que no tienen alternativa”, explicó a la AFP Mark Edberg, profesor de la Universidad George Washington, que ha trabajado en un área con presencia de pandillas a las afueras de la capital estadounidense.

“No hay muchas opciones en el corto plazo, llegan a los 12, 14 o 15 años y comienzan a entender una estructura de poder que está conectada a las pandillas”.

- Efecto Trump -

El reclutamiento de jóvenes inmigrantes no es algo nuevo, pero Laura Eimiller, portavoz del FBI, dijo a la AFP que “ha sido particularmente notorio recientemente con la MS-13”.

Edberg se remonta a 2014, cuando comenzaron a llegar a la frontera más y más menores centroamericanos sin la compañía de un adulto, y a 2016 después de la elección del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha hecho de la lucha contra la inmigración ilegal una bandera de su mandato.

“Caen en la clandestinidad” porque “tienen miedo” y quedan a merced de una “red informal de reclutamiento que afecta a los más vulnerables”.

Jesse de la Cruz, un expandillero que hoy trabaja como consultor legal, es escéptico sobre la teoría de los reclutamientos.

De la Cruz cree que el auge del que se habla está más relacionado con la “etiqueta” de pandillero que las fuerzas del orden ponen a cualquiera que llene el perfil: ser hispano, tener un tatuaje, vivir en una comunidad “infestada”.

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