Durante la conferencia mañanera encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la secretaria de Bienestar, Ariadna Montiel Reyes, presentó un balance sobre la evolución de la política social en México y las diferencias estructurales entre los modelos del pasado y la actual política de bienestar impulsada por los gobiernos de la Transformación.
La funcionaria subrayó que el cambio central radica en haber dejado atrás un esquema asistencialista para construir una política de derechos plenamente reconocida en la Constitución.
A diferencia de los programas implementados durante el periodo neoliberal, la política actual no depende de decisiones discrecionales ni de criterios electorales, sino que garantiza derechos sociales exigibles para la población.
De programas focalizados a derechos universales
Montiel explicó que, anteriormente, la política social se basaba en programas focalizados que, en los hechos, generaban exclusión y discrecionalidad.
En contraste, los programas de bienestar actuales avanzan hacia la universalidad, como ocurre con las pensiones para personas adultas mayores, mujeres y personas con discapacidad, así como con las becas educativas.
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Otro cambio relevante es el reconocimiento de los pueblos indígenas, que pasaron de ser considerados simples beneficiarios a ser sujetos colectivos de derechos.
Esta visión permite fortalecer la capacidad de las comunidades para exigir y ejercer sus derechos, además de recibir atención prioritaria por parte del Estado.
Fin a los intermediarios y entrega directa de apoyos
La secretaria de Bienestar destacó que una de las transformaciones más profundas fue eliminar a los intermediarios en la entrega de recursos.
Hoy, las personas se registran directamente a los programas y reciben los apoyos mediante la Tarjeta del Bienestar, lo que garantiza transparencia, reduce costos operativos y fortalece la relación directa entre el gobierno y la ciudadanía.
Asimismo, se sustituyó la entrega de apoyos en especie por transferencias monetarias directas, lo que permite a las familias decidir libremente cómo utilizar los recursos y genera un ingreso básico que impacta de manera más efectiva en su calidad de vida.
Mayor inversión social y coordinación institucional
Montiel señaló que la política de bienestar también se distingue por una inversión social sin precedentes y por la integración de los programas en una estrategia coordinada. A diferencia del pasado, cuando cada programa operaba de forma aislada, hoy existe un gabinete de bienestar que articula esfuerzos y permite llegar a los rincones más alejados del país.
Como ejemplo, recordó la evolución de la pensión para personas adultas mayores, que pasó de montos limitados y sin incrementos durante años, a convertirse en un derecho universal con aumentos sustanciales, reflejando una decisión política de invertir directamente en el pueblo.
Finalmente, Ariadna Montiel afirmó que la continuidad y fortalecimiento de estos programas confirma que la política de bienestar es hoy una política de Estado, centrada en la justicia social, la dignidad y el ejercicio pleno de derechos para todas y todos.
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