Si un niño siempre fue criticado, humillado y nunca se le tomó en cuenta, durante su desarrollo presentará inseguridad, resentimiento y envidia, por lo que hará todo lo que esté a su alcance para que…los demás sean infelices. Si nunca se le frena, propagará rumores e insinuaciones malévolas mediante chismes para devaluar a quien considera su víctima. Hoy día, ciencias encargadas de la salud mental establecen que toda persona que tiene inclinación hacia el chisme,… ya lo demuestra desde su infancia.
El hombre o la mujer chismosos que hablan por hablar de otros, ociosamente, ya sea porque no tienen otra cosa en su vida de la que preocuparse, o porque quieren darse de supuestamente “bien informados”, o erigirse como dueños de la verdad, o de la moral, las costumbres, lo que se debe o no se debe hacer, destruyen a su paso todo lo que se les presenta.
Los chismes viajan a la velocidad del sonido; y un pequeño comentario dicho al pasar y circunstancialmente, puede transformarse en un tornado. Con toda saña y mala espina ese mensaje busca manchar a otros, porque ningún chisme es inocente, siempre hace daño.
Por culpa de los chismes, muchas personas cargan con una fama inmerecida; otras pierden relaciones u oportunidades. Las amistades se rompen. Se hieren los sentimientos. Surgen conflictos, peleas, rencores y muchas veces odio y no sólo eso…se derraman muchas lágrimas. Aun si el chisme se basa en la realidad, éste ofrece sólo una parte de la historia. Por lo mismo, no les da oportunidad ni el derecho a sus víctimas a exponer su versión de los hechos.
Cuando surge la pregunta “¿por qué chismea la gente?”, en su gran mayoría las respuestas que se reciben son: 1) para compartir información, 2) por curiosidad, 3) para desahogarse, 4) para divertirse, 5) por envidia, 6) para llamar la atención, 7) para molestar.
A pesar que el chisme es ocioso y destructivo, malicioso y cruel, atrae a muchos, incluso a quienes han sido sus víctimas. Aunque resulta tan difícil ignorarlo o, sobre todo, dejar de repetirlo, otros lo hacen y hasta suelen adornarlo con detalles ciertos o imaginarios.
El chismoso no acepta su papel de persona ruin y mezquina. Es tan pobre su vida interior y su realidad personal, que necesita proyectar su maldad hacia afuera, en otros, como si dirigiese una película donde actúa otro. Y, lo que es peor, jamás le dará la razón a cualquier persona que lo confronte con la verdad. Se ofenderá, y, por supuesto, propinará un tremendo golpe con su más filosa daga: “un chisme de proporciones mayores”.
Cada persona puede hacerse una evaluación sincera con la mano en el corazón y analizar si en las últimas 24 horas se ha interesado por lo menos en tres asuntos que no son suyos ni la involucran, ni ha prestado oídos, ni ha dado opinión sobre los mismos. Si lo ha hecho, ¡cuidado!...quizás esté al borde de ser un chismoso. Sería malicioso, para cualquiera que lo haga, pasar gran parte del día en lo que se conoce como el “lleva y trae”.
De acuerdo con los psicólogos y terapeutas, el primer y más importante paso para corregir un comportamiento indeseado es reconocer por qué lo hace uno. ¿Qué necesidad compensa? ¿Qué vacío trata uno de llenar?... Siempre será necesario tomar el control y arreglar o mejorar las situaciones o actitudes que llevan a uno a caer en el chisme tan destructivo. Se necesita la fuerza necesaria y una actitud positiva para ignorar a la persona que intenta seducir con un “…no te imaginas lo que hizo Fulana…”. Lo apropiado es ignorar y no repetir lo que uno acaba de escuchar.
Nunca hay que olvidar: “… cada persona es dueña de lo que calla y… esclava de lo que dice”.