Alberto Híjar Serrano
Uno es el marxismo académico y otro el comunismo nacido y crecido en las luchas libertarias. El uno, aporta la crítica de la economía política y las reflexiones filosóficas contra los idealismos espiritualistas y humanitarios que ocultan las luchas de clases y las historias más allá de las reducciones al Estado, sus constituciones políticas y su tolerancia a las filantropías corruptas, evasoras de impuestos. Hay a la par, un periodismo necesario para contradecir las ideologías reaccionarias y descubrir la sumisión a la acumulación capitalista como fatalidad y descubrir los encantos ideológicos racionalistas y sensibleros. Marx, Engels y Lenin tuvieron que practicar el periodismo para salirle al paso a las infamias del día.
“Marxismo transformado” llama Raúl Fornet Betancourt al comunismo ajeno a las academias y universidades. Lo considera característico de América donde no hay condiciones de producción polémica como las de los tiempos de Marx, Engels, Dühring, Bakunin, Kropotkin, Bauer, Strauss o los de Lenin, Kautsky, Rosa de Luxemburgo, los empirocriticistas y su materialismo mecanicista. Acá hay una tradición anarquista promovida por europeos editores de periódicos y folletos para las organizaciones gremiales de los artesanos. La tendencia socialista creció hasta el Partido Liberal Mexicano y su periódico Regeneración con los Flores Magón y sus camaradas. En el nombre está el proyecto: llevar el antiimperialismo liberal a un proyecto socialista para México.
Hay dirigentes como el minero Candelario Huizar con quien Siqueiros y Julio Antonio Mella, el fundador del Partido Comunista Cubano, construyeron las bases de la Confederación Sindical Unitaria como central de los trabajadores comunistas. La sabiduría de Candelario Huizar concretó la invitación a Siquieros como padrino de bautizo de Melitancia (sic), esa palabra entrañable cumplida por el minero electo para la dirigencia. Igual le ocurrió a Roque Dalton cuando encontró en Praga a Miguel Mármol, legendario comunista sobreviviente de los fusilamientos de 1932, ordenados por el espiritista presidente Maximiliano Hernández Martínez, que no mataba una mosca porque podría ser la reencarnación de su abuelita. Lo que iba a ser una entrevista para un artículo se transformó en una larga plática memoriosa del zapatero que llegó a ser miembro del Comité Central, según narra en el libro de 700 páginas.
Comunistas sin partido llamó José Revueltas a los expulsados del Partido Comunista Mexicano en 1961, toda la célula dirigente del Distrito Federal, por oponerse a disminuir la lucha por los presos políticos del movimiento ferrocarrilero, magisterial y comunistas que los acompañaron como Siqueiros, Campa y Vallejo. Todas las capacidades del Partido, debían, en cambio, construir el Movimiento de Liberación Nacional como frente amplio antiimperialista propuesto por el General Lázaro Cárdenas en apoyo a la Revolución Cubana. Revueltas y otros distinguidos expulsados como Martín Reyes y un grupo de escritores poetas como Enrique González Rojo, formaron la Liga Comunista Espartaco de la que también fue expulsado José Revueltas por su indisciplina de pronunciarse individualmente, nada de lo cual le resta importancia a su esforzada militancia que lo llevó a la cárcel, la primera como menor de edad por andar vendiendo El Machete y la siguiente en las Islas Marías de donde resultó Los muros de agua y así, sin rajarse, hasta el 68 incorporado al Comité de Lucha de la Facultad de Filosofía. Su postrer prisión dio lugar a El Apando, libro y película excelentes. Su libro El proletariado sin cabeza, es un alegato histórico de reprobación del Partido Comunista Mexicano y de postulación de la organización revolucionaria inexistente.
González Rojo, luego de intentar organizar el poeticismo resultante del grupo-libro La espiga amotinada, se ha mantenido firme con una obra crítica necesaria hacia Octavio Paz, Althusser, la Revolución Rusa y plantear sus propias tesis históricas. Ajeno a los círculos de poder académico, ha recibido, sin embargo, homenajes diversos pero ninguno por su tenaz comunismo.
Médicos de profesión, Carlota Guzmán, cardióloga y Mario Rivera Ortiz, neumólogo, figuran entre los expulsados mencionados. Libraron su persecución por el Movimiento Médico al integrarse a la medicina en Cuba con singular éxito profesional. Su revista Medicina y Sociedad se mantuvo durante unos treinta años como singular ejemplo gremial crítico e histórico. A partir de su libro sobre el secuestro de José Guadalupe Zuno por las FRAP de Guadalajara y El Cuini tiene bandera, sobre su experiencia cubana, el Doctor ha crecido como escritor de las memorias del comunismo hasta llegar a la autobiografía y a los pronunciamientos por los infundios de la Dirección Federal de Seguridad. Su libro El fracaso de la revolución democrática de liberación nacional, es una rigurosa investigación documentada sobre la formación y desastre del Movimiento de Liberación Nacional y el Frente Electoral del Pueblo, el encarcelamiento del dirigente campesino Ramón Danzos, candidato presidencial, y el final anunciado del apoyo público del General Cárdenas al candidato priísta en turno. Graves consecuencias para los partidos comunistas devastados por el oportunismo traicionero, culminaron con la caída de la URSS y el bloque socialista europeo. El eurocomunismo hizo estragos, Berlusconi, del PC italiano, que fue el más grande del mundo, fue invitado especial al postrer congreso del PCM donde se decidió su disolución para no más ostentar el puño izquierdo en alto ni ondear banderas rojas con la hoz y el martillo. A cambio, el socialismo con rostro humano y los colores nacionales y sus fracasos electoreros frenteamplistas. Comunistas profundos e inquebrantables, los doctores Carlota y Mario están al margen de las celebraciones estatales del centenario del PCM. Hay un libro de cuentos sobre la vida hospitalaria inspirado en la necesidad de crítica de la vida cotidiana de los trabajadores alentada por Lukacs, Agnes Heller y la Escuela de Budapest. Cuentos de médicos está firmado por Hector Marck. Su última crónica memoriosa, Apuntes de viaje, es una crónica sobre el Tribunal Antiimperialista de las Américas reunido en Cuba, Panamá y Libia, donde la convivencia con delegados de procedencias políticas variadas y la visita al extraño socialismo de la Revolución Verde de Kadafi, abren la necesidad de conocimiento de la compleja y dialéctica tendencia comunista con principios fuera de negociaciones oportunistas.
Apenas en los intentos conmemorativos de Enrique Semo se vislumbra su trayectoria en el Comité Central como parte de los mal llamados renos que intentaron la renovación del PCM ante la crisis mundial del comunismo y el socialismo. Historiador ejemplar por sus estudios del capitalismo en América y México en especial, promotor y editor de publicaciones tan importantes como la revista Historia y Sociedad y ahora por su estudio sobre la llamada conquista española y sus secuelas en la Nueva España, es autor fundamental de la historia necesaria. Ninguno de los mencionados recibirá reconocimiento en el centenario del extinto PCM.
Periodistas comunistas, sólo quedan tres ejemplos: Mario Menéndez Rodríguez y sus revistas articuladas a las luchas revolucionarias, a las organizaciones armadas, al radicalismo efímero de los reformistas en momentos decisivos para organizar la construcción del socialismo. No hay testimonios escritos y fotográficos de las luchas armadas en América en los 70, 80 y 90, tan completos como los suyos. A la par, su admirador Pedro Castillo, el más radical sobreviviente del 68 y de la cárcel de Lecumberri. Su libro reciente deslinda los trabajos sectarios de los reformistas por su libertad a espaldas de quienes como él, mantuvieron la conspiración radical. Como miembro de la Juventud Comunista, Pedro Castillo recorrió México alentando las luchas populares necesarias. Editor ejemplar por su apoyo a las organizaciones por el socialismo, publica El Machete y la elegante revista Comunera con el apoyo del periódico El Zenzontle, editado por el incansable Ricardo Landa, tenaz constructor socialista. Tampoco ellos serán homenajeados por el centenario del PCM.
Constructores de la tendencia socialista durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, una legión de comunistas pintores y grabadores lo dotaron de sentido anticristero, contra los caciques y por la tecnificación agraria con las Misiones Culturales que Vasconcelos fundó como apostolado espiritualista. De ellos, Nacho Márquez Rodiles perdió la mano derecha al volcarse el jeep en la Sierra de Puebla. Con el muñón en la bolsa, abandonó la pintura y organizó a los maestros hasta crear una federación internacional, por lo que recorrió el mundo tomando excelentes fotos ahora extraviadas. Con Chávez Morado, Rosendo Soto, Juan O’Gorman que más bien trabajaba con Diego Rivera, organizaron el Frente Nacional de Artes Plásticas y su revista Artes de México. Su exposición de pintura recorrió Europa, llegó a la URSS y a China procreando internacionalismo. Al final de sus vidas, el maestro Márquez y Germán List Arzubide, el comunista estridentista, hicieron buena pareja de promotores culturales. Estas prácticas comunistas están a la vista en la calle de San Ildefonso, empedrada y cerrada a la circulación, con una excelente exposición de facsímiles y carteles de las campañas de agitación y propaganda del Partido Comunista Mexicano y el Museo de la Estampa exhibe los trabajos de los grabadores del Taller de Gráfica Popular y de los talleres recientes que actualizan sus lecciones. Hay que aprender de este comunismo e incorporar a los troskistas históricos denostados por el PCM. Manuel Aguilar Mora y LUS, Liga de Unidad Socialista son parte histórica del comunismo vigente.