Por Francisco Javier Díaz Medina
COZUMEL, 27 de marzo.- Para el segmento turístico, las 33 zonas arrecifales que existen en Cozumel, es preocupante la enfermedad del síndrome blanco que amenaza a los corales del Caribe mexicano.
Brenda Hernández, directora de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) Cozumel, dio a conocer en rueda de prensa en las instalaciones de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco), que la enfermedad del “síndrome blanco” es considerada emergente y una amenaza importante en la afectación de 20 de las 65 especies de corales que habitan en el arrecife.
Señalando que aunque las 33 zonas arrecifales que existen en Cozumel presentan en minoría del síndrome blanco, el cual es una amenaza en los corales del Caribe mexicano, es preocupante para el segmento turístico, luego que la enfermedad ha matado aproximadamente el 30 por ciento de los corales del Caribe mexicano en los últimos seis meses.
Agregando la funcionaria, que el primer reporte que se registró en Florida a finales del 2014, y en el mes de junio del 2018, se observó la primera colonia infectada en las costas de Quintana Roo, y que los corales afectados son el coral cerebro y los corales pilar y estrella, que muestran lesiones con avance radial, con desprendimiento de tejido al borde, dejando al desnudo su esqueleto y que los afectados mueren en semanas.
Indicando que esto no se debe de confundir con el blanqueamiento donde el coral pierde su microalga asociante, la cual confiere normalmente su color, debido a condiciones de altas temperaturas, que origina que su tejido se vuelva transparente, pero que puede seguir con vida.
Señalando que desafortunadamente el síndrome blanco en los corales se ha propagado en toda la costa de la entidad y tras el brote de la enfermedad aún no se tiene el patógeno identificado, pero se atribuye a un estrés excesivo causando principalmente por el deterioro de la calidad de las aguas, las malas prácticas turísticas, la pérdida de mangle y el arribo masivo de sargazo.
Por lo que el gobierno, universidades, organizaciones de la sociedad civil, prestadores del servicio acuático y sector privado trabajan para monitorear el avance de la epidemia, tomar medidas de manejo y probar experimentos que puedan limitar la propagación de la enfermedad, que pueda dañar los beneficios socio-económicos que proveen a Quintana Roo, finalizó.