El escritor campechano Jorge Cocom Pech ha dedicado buena parte de su vida a la defensa de una causa que parecía perdida: la lengua maya. Agrónomo egresado de Chapingo, con tres licenciaturas en ciencias sociales (Comunicación, Pedagogía y Lingüística), Cocom siente que su empeño no ha sido inútil: “A diferencia de otras lenguas autóctonas, que están en declive, la maya es una lengua en expansión, que cada día hablan más personas. Es un idioma vivo, en plena evolución”.
Cocom encontró su vocación cuando estudiaba primaria en su natal Calkiní, en una escuela de gobierno: “En el salón nos separaban en tres filas de pupitres: los que hablaban español, los que hablaban maya pero entendían español, y los que sólo hablábamos maya. Las clases eran en español y estaba estrictamente prohibido hablar maya, con penas severas para los infractores.”
Hincarse sobre corcholatas, hincarse con los brazos en cruz, golpes de regla en el dorso de las manos, eran los castigos que los maestros solían imponer a quienes se expresaban en el idioma proscrito: “Mi lengua materna es el maya, en casa se hablaba maya, pero recibía golpes si lo usaba en la escuela, como en los tiempos de la inquisición. Erradicar el maya, esa era la consigna. Y algunos profesores eran tan mayas como nosotros.”
Eso sucedía en la década de los 60, muchos años después de la supuesta reivindicación de los pueblos indígenas, de acuerdo al discurso oficial. En actitud de fructífera rebeldía, Cocom Pech siguió hablando maya, luego estudió maya, y terminó por enseñar maya, y más aún, escribir en maya. Perfectamente bilingüe a sus 63 años, salta sin dificultad de un idioma a otro, pero una chispa de satisfacción parece animarlo cuando se expresa en la lengua ancestral.
Interrogado, como conocedor del tema, sobre el significado de la palabra Cancún, Cocom Pech no abriga dudas. Significa cuatro conjuros, afirma. Y los conjuros serían, en este caso, las cuatro direcciones cardinales: norte y sur, este y oeste.
Cocom Pech acepta, como todos los estudiosos del tema, que la palabra original está formada por dos vocablos: can y cun.¿O sea, kan y kun?¿Oka’an?¿Ocum?
Yendo por partes, Cocom Pech explica que la palabra kan tiene ocho o diez entradas en el Diccionario de Cordemex, una de las fuentes más respetadas de la lexicografía maya. Kan es el numeral cuatro, es poder, es raíz de aprender y enseñar, mientras que ka’an es víbora, es alto y es cielo. Kun, por su parte, vendría a ser olla o calabaza, y también amarillo, y también conjuro.
En apoyo de su tesis, Cocom Pech cita las acepciones que figuran en el diccionario de San Francisco (“el más antiguo de todos”), en el diccionario de Pío Pérez (“una obra muy bonita, que va declinando las palabras”), y en el Calepino de Motul, un brillante trabajo lexicográfico, fruto del talento del lingüista Ramón Arzápalo Marín, a partir de una recopilación efectuada en el siglo XVI por el franciscano fray Antonio de Ciudad Real.
Pero la interpretación de vocablos antiguos enfrenta múltiples desafíos. Explica Cocom: “Empecemos por señalar que existe un idioma llamado maya yucateco, emparentado con otros idiomas mayas: el chontal de Tabasco, el tzotzil y el tzeltal de Chiapas, el quiché de Guatemala y un largo etcétera. Dentro del maya yucateco, tenemos a la vez seis dialectos, o como decimos los lingüistas, variantes dialectales: el de los chenes, en Campeche; el Camino Real, en la frontera de Campeche y Yucatán; el de la periferia de Mérida; el de Tizimín; el de Ticul-Tekax y el de Carrillo Puerto, en Quintana Roo. Cada uno tiene vocablos propios, y muchos de esos vocablos pueden tener acepciones distintas, o sea, una palabra puede significar cosas diferentes, y tener una pronunciación específica. Entonces, cuando decimos Cancún, ¿de cuál dialecto estamos hablando? ¿Qué grupo le puso ese nombre?”
Otra dificultad mayor, añade Cocom Pech, es que los idiomas evolucionan: “Hay un maya yucateco moderno en seis dialectos, pero también hay un maya antiguo, e incluso un maya arcaico. El maya actual, como el español, es muy diferente al que se hablaba en tiempos de la conquista. Los idiomas se transfiguran, pierden partículas fonéticas, la gente los usa y los deforma, las lenguas evolucionan. El problema es que si queremos saber el significado, tenemos que conocer la pronunciación. ¿Cómo se pronunciaba la palabra Cancún en la antigüedad? Tenemos una idea, pero no una certeza”.
Ramón Arzápalo Marín parece estar de acuerdo con esta afirmación. De entrada, apunta: “Es necesario recurrir al alfabeto fonético internacional (IPA, por sus siglas en inglés), para reproducir la pronunciación porque, en efecto, ésta cambia con el tiempo”.
El IPA es una compleja herramienta de interpretación (de notación fonética, dicen los expertos), creada a finales del siglo XIX, cuyo objetivo es sistematizar la pronunciación de los idiomas. Cuenta con 107 símbolos básicos, que corresponden a otros tantos sonidos, y 55 signos modificadores, con los cuales se puede anotar cualquier sonido que sea capaz de producir la voz humana, incluyendo la entonación y el acento. Luego entonces, sirve para saber cómo se pronuncia cualquier idioma.
Desde luego, nadie estuvo en posibilidades de anotar fonéticamente el maya antiguo. Pero sí ha sido anotado, y en forma exhaustiva, el maya moderno. Es Alfredo Tozzer quien hace el primer intento, a principios del siglo pasado. Y si bien es cierto que los idiomas cambian y evolucionan, también es cierto que lo hacen siguiendo ciertos patrones, es decir, un sonido es sustituido por otro sonido afín (no por cualquier sonido), y el resultado es un sonido similar (no cualquier sonido), de modo que conociendo la pronunciación actual es posible aproximarse a la pronunciación extinta. Cuestión de aplicar lo que se conoce como la reconstrucción interna de las lenguas.
Interrogado, como autoridad indiscutible en lingüística maya, sobre el significado de la palabra Cancún, Arzápalo Marín hace un par de precisiones. En todos los casos y en todo el mundo, subraya, se dan dos clases de etimologías: la histórica y la popular. La histórica viene de muchos siglos, y requiere pleno conocimiento de la historia de las palabras, del contexto social e histórico, y un sólido dominio de la lengua. En cambio, cualquiera interpreta la etimología popular.
Dicho esto, para el caso del vocablo Cancún, hay que apuntar que la palabra can no tiene que ser necesariamente una palabra del maya moderno. En maya moderno can es cuatro, serpiente, dádiva o regalo, oratoria y otras más. Pero, en el caso de Cancún, ¿no tendrá un significado arcaico?
Ahí está el caso del vocablo cun, palabra casi obsoleta que significa encanto. Este término procede del maya prehispánico y fue de uso común en la época colonial. De hecho, hay muchos pueblos y rancherías que lo llevan en medio, sugiriendo un paraje encantador.
En cuanto a la terminación, es vital saber si al final va una eme, y no una ene, en cuyo caso sería Cancum. La regla fonética dice que si una palabra termina en ene (el sonido nasal –n), se puede terminar pronunciando como eme (–m), hábito muy común en el habla peninsular: pam por pan, para citar un solo ejemplo. Insiste Arzápalo Marín: “Es exageradamente importante conocer la terminación, ahí está la clave del significado”.
Por lo pronto, Arzápalo añade que can también es hablar y enunciar, o discurso, en tanto que cun por igual significa encantar, convertir algo, volver una cosa otra, tras lo cual propone una interpretación asombrosa: Cancún significa lugar de los encantos, lugar donde se echan encantamientos.
Cuatro conjuros, dice un conocedor.
Lugar de los encantos, afirma el experto.
El desacuerdo no para ahí. Hay muchas, quizá demasiadas interpretaciones del significado de Cancún, algunas fruto del estudio y la reflexión, otras producto del protagonismo y la charlatanería. Con fuentes endebles y dudosas, sin soporte histórico ni lingüístico, incluso sin conocimiento de la lengua maya, más de una mente febril ha elaborado su propia versión, a cual más de fantasiosa. Un breve recuento:
El breviario Significado de los Nombres de los Pueblos de Yucatán, de autor no identificado, incluye la siguiente entrada:
Cancúm.- Nombre de una ranchería yerma del territorio de Quintana Roo, Cancúm es un nombre maya compuesto á su vez de dos, Can y Cum, que también los son separadamente. Significan, respectivamente, culebra y olla.
En esencia, olla o nido de serpientes.
Esa es la versión que ha alcanzado mayor popularidad, en parte por el hecho de que se encuentra en Wikipedia en la ficha dedicada a la ciudad, que por cierto incluye un discreto signo de interrogación, implicando que se trata de una afirmación dudosa o no confirmada. El texto inicia así:
Cancún (en maya: kaan y kun, ‘cuna o nido de serpientes’)? es una ciudad en el estado de Quintana Roo, etcétera, etcétera…
En apoyo de esta tesis, se ha argumentado que existen cuarenta y tantas especies de serpientes en el estado de Quintana Roo. Es posible que así sea. Sin embargo, cualquier residente de la ciudad puede confirmar que distan mucho de ser una fauna abundante, con presencia suficiente como para justificar tan siniestra denominación.
El Diccionario Español-Maya Aulex, compilado por Juan Ramón Bastarrachea Manzano, en colaboración con la Universidad de Yucatán, contiene la siguiente ficha:
Cancún: Kaank’uun (Lugar de la serpiente de oro).
Esta interpretación sugiere que la isla de Cancún, vista desde las alturas, tiene la forma de una serpiente, y que al amanecer, al incidir en forma oblicua, los rayos del sol le confieren a las playas una tonalidad dorada. Una versión romántica, que no explica a cabalidad cómo hacían los antiguos mayas para apreciar el fenómeno desde las alturas.
Un texto extraído de Internet (laudatravel.com/significado-de-can-cun/) puede dar una idea del desorden imperante:
De acuerdo a la pronunciación fonética, la combinación de (CAN y CUN) ha llevado a formar los siguientes significados: “Nido de Serpientes”, “Olla Amarilla”, “Hechizo de Serpiente”, “Olla de Oro”, “Cuatro Conjuros.”
Para abonar a la confusión, en febrero del 2015 la Comisión de Turismo de la Coparmex Cancún, encabezada por la restaurantera Kit Bing Wong, convocó a una conferencia de prensa denominada Por el rescate del significado del nombre de Cancún. Rodeada de un entusiasta coro, la empresaria presentó a los investigadores Claudio Obregón y Lorenzo Maldonado, quienes informaron que tras una “exhaustiva investigación”, habían llegado a la conclusión de que Cancún significa cuatro lagunas. De acuerdo a su tesis, el nombre original de la isla era Can Kun Há, formado por las partículas can (cuatro), kun (olla) y há (agua). Esa denominación hacía referencia a los cuatro cuerpos de agua que separan la isla de Cancún del continente: las lagunas Nichupté, Bojórquez, del Inglés y del Amor. Los ponentes aseguraron que el nombre Can Kun Há “viene desde tiempos inmemoriales”, pero no presentaron ningún mapa o documento que avale tal aseveración. En cambio, alegando como regla fonológica la “ley del menor esfuerzo”, aseguraron que al paso del tiempo la palabra perdió la partícula há, quedando así reducida a Can Kún. Kit Bing Wong y sus seguidores anunciaron que elevarían una solicitud al cabildo, para que cuatro lagunas fuera decretado como el significado oficial de la palabra Cancún, pero la ola de críticas que suscitó la conferencia impidió que esa iniciativa se viera coronada por el éxito.
Cuatro conjuros, lugar de encantos, olla de serpientes, serpiente dorada, serpiente amarilla, hechizo de serpiente, olla de oro, cuatro lagunas…
Como cronista de la ciudad, a menudo soy interrogado sobre el significado de la palabra Cancún. No tengo más remedio que encogerme de hombros e iniciar una larga perorata que incluye todas las variantes, pero que podría reducirse a tres palabras: no lo sabemos. Por no dejar, tal vez valdría la pena que una institución académica, de reconocida seriedad, efectuara una investigación de fondo, que incluyera fuentes documentales, y que tuviera soporte lingüístico. Pero tal vez terminaríamos en donde estamos: con las manos vacías.
Puesto a escoger, sin duda me inclino por la versión de Arzápalo Marín: lugar de los encantos, lugar donde echan encantamientos. Esa es la vocación natural de Cancún: encantar a quienes lo conocen, hechizar a propios y extraños (y lo hace con mucha eficiencia). Pero esa elección no es fruto de la razón, sino de mi propio deslumbramiento.
Concluye Cocom Pech: “El significado es un problema de interpretación. Cada lingüista representa una corriente, generativista, estructuralista, funcionalista, y cada corriente interpreta de manera distinta. Con los mismos elementos, llegamos a conclusiones diferentes, incluso opuestas, pero igualmente válidas. En mi opinión, nunca nos vamos a poner de acuerdo.”