
En México, más de 800 mil personas ejercen la prostitución, según datos del Censo de Población del Inegi. Una gran parte de esta cifra se concentra en esta ciudad, uno de los destinos turísticos más visitados del mundo. Sin embargo, lejos de las playas de ensueño y los resorts de lujo, en la Supermanzana 66 se esconde una realidad muy distinta: una zona de tolerancia donde la prostitución opera bajo el control de grupos criminales, entre la violencia, el abuso de autoridad y serias condiciones de riesgo sanitario. Este es el lado invisible del paraíso, donde muchas mujeres viven atrapadas entre la necesidad y la explotación.
Esta zona es la más evidente y quizá la única que aún persiste en la ciudad y se encuentra entre las calles 5 y 10, cerca de la diagonal Tulum y la avenida Francisco I. Madero, y popularmente se le conoce como la calle de “Las Sirenas”.

Noticia Destacada
Explotación sexual, un lastre en Q. Roo: 73 víctimas rescatadas en lo que va del 2025
En este lugar, mujeres de todas las edades ofrecen sus servicios las 24 horas del día, con tarifas que varían de 150 a 500 pesos, dependiendo de las “exigencias” del cliente. Ni la Secretaría de Salud (SESA) ni ninguna instancia municipal tienen datos exactos sobre la cantidad de personas que ejercen la prostitución en esta zona, ya que ha sido históricamente ignorada y marginada. Además de ser una cuestión de salud pública, también es un problema de seguridad.
De acuerdo con un informe de los Censos de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México hay más de 800 mil personas dedicadas al comercio sexual, más del 90% son mujeres y niñas. Sin embargo, estas cifras distan mucho de la realidad oculta en el país, y Cancún no es la excepción. Se estima que la mitad ingresó a este mundo desde temprana edad, víctimas de la explotación sexual.

En esta zona, cualquier día de la semana es común ver a las trabajadoras sexuales afuera de las cuarterías, invitando a los clientes a acercarse y entrar directamente a las habitaciones. Algunas son jóvenes, otras de mayor edad o con un aspecto envejecido por la vida que han llevado durante años, un desgaste que ni siquiera el maquillaje puede disimular. Permanecen allí, trabajando hasta que el cuerpo lo permite. Mientras unas esperan de pie en la entrada, otras se sientan en sillas de plástico dentro de los cuartos, aguardando la llegada de los interesados.
En cada esquina son vigiladas o “protegidas” por hombres que permanecen en grupos de tres o cuatro. Al notar la presencia de desconocidos, se ponen en alerta, comienzan a conversar entre ellos en voz baja y algunos incluso informan por teléfono si perciben algo inusual. Cuando se les intentaba entrevistar, ellas se ponían nerviosas, miraban de un lado a otro y respondían apresuradamente que no podían hablar porque estaban trabajando.
Éxodo de residentes
A pesar de que algunas familias aún residen en la zona desde hace años, muchos se mudaron por la inseguridad, especialmente quienes tienen hijos pequeños. Además de prostíbulos, las calles están plagadas de “narcotienditas”, consumidores de sustancias y “halcones” que vigilan los negocios ilícitos.
“Llegaron del Parián, antes estaban por allá. Las quitaron y nos las mandaron aquí. La zona tiene muy mala fama y a todas horas hay problemas”, relató un vecino.
En las inmediaciones de la Supermanzana 66 hay terminales de autobuses foráneos que transportan semanalmente a miles de trabajadores provenientes de Tabasco, Chiapas y otras regiones, quienes son los principales clientes de los prostíbulos, lo que genera una amplia oferta de servicios sexuales. Según policías que patrullan el área, es frecuente que algunos clientes sean asaltados por las mismas mujeres. Reconocen que la zona es peligrosa y que el negocio está controlado por “la maña”, pero nadie interviene.

Acoso policiaco
En el 2010, los residentes de la Región 66 volvieron a exigir a las autoridades la reubicación de las sexoservidoras, argumentando que dan mala imagen a la zona y ejercen su labor a plena luz del día. También han existido múltiples denuncias de las trabajadoras ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Quintana Roo (Cedhqroo), debido a abusos y represalias por parte de la policía municipal, lo que derivó en una recomendación oficial en contra de la corporación, por violar las garantías individuales de estas mujeres.
A pesar de esto, la problemática continuó. En 2020, un grupo de mujeres denunció que, durante los fines de semana, agentes policiales ingresaban a las viviendas para robar celulares y dinero, tanto a ellas como a los clientes. Desde entonces, la presencia de las autoridades disminuyó drásticamente en la zona, pues saben que ya no tienen control sobre el lugar.

Los orígenes
Desde finales de los años 80, la Supermanzana 63 albergaba la mayor concentración de trabajadores de la construcción que llegaban a Cancún. Con el tiempo, la zona de comercio sexual se extendió a las 64 y 66, donde inicialmente predominaban bares que también ofrecían estos servicios, iniciando también el sexoservicio masculino, mientras la prostitución femenina seguía creciendo en las cuarterías, donde hasta la fecha las mujeres se ofertan desde tempranas horas.
“Cuando fui candidato a diputado en 2008, atendí la problemática de salud en la zona de tolerancia de la calle 63. Los sábados se formaban largas filas de hombres en un ambiente insalubre. Se intentó reubicar la zona y cerrar algunas casas por denuncias de acoso a menores de edad u otras mujeres que eran confundidas por los clientes, pero con el tiempo la prostitución y las drogas volvieron a predominar”, relató Francisco Amaro Betancourt, quien vivió 35 años en la Supermanzana 64.
Actualmente, las mujeres tienen prohibido hablar con la prensa por órdenes de quienes las regentean. Aunque la erradicación de esta problemática parece imposible, muchos consideran que al menos se debería establecer un orden para proteger su salud. Sin embargo, la realidad es que el narcotráfico se ha apoderado de la zona y las autoridades no se atreven a intervenir, a pesar de que el artículo 534, fracción VII, del Bando de Gobierno y Policía señala que se comete una falta cuando se invita a la prostitución, se ejerce o se solicita dicho servicio en la vía o lugares públicos.
La prostitución masculina y femenina siguió creciendo al igual que la ciudad. por la gran demanda que había, incluso con meretrices que no cuentan con tarjetas de salud, algo que no se ha podido controlar, recordaron, que esa prostitución también fue muy evidente en zonas como la Tulum, la Uxmal y sobre todo en la Yaxchilán, donde a mediados de los 90 proliferaban los negocios de entretenimiento para adultos, pero en pleno primer cuadro de la cuidad y por ello se planeó crear una zona de tolerancia que sería Plaza 21, aunque la Yaxchilán siguió al menos unos 10 años más con esa problemática -en particular con la prostitución varonil y la inseguridad creció.

De hecho, recordaron que en el 2008 o 2009 las autoridades invitaron “voluntariamente a fuerzas” a las damas de la “vida galante” de las 63 y 64 a abandonar la zona y les ofrecieron un espacio en Plaza 21, aunque no duraron ni unos cuantos meses, hasta que regresaron, pero a ahora en las cuarterías de la 66.
El político y exdiputado Rafael Quintanar González, dijo que el tema de la prostitución en las Supermanzanas 63 y 66 es muy añejo que en su momento en el año 2000, siendo alcaldesa Magaly Achach y a través de la presión que llevó a cabo el desaparecido Partido de la Revolución Democrática (PRD), se logró fueran reubicadas en Plaza 21, se les brindó la oportunidad de comprar un espacio y construir un local para ofrecer sus servicios funcionando de manera adecuada durante esa administración.
“El sexoservicio sigue sin resolverse. Presenté una iniciativa en el Congreso (2005-2008), pero no se aprobó. Sería importante retomarla para regular la actividad, prevenir problemas de salud pública y combatir la trata y el comercio sexual infantil”, dijo.
Prostíbulos clandestinos
La demanda de estos servicios y la falta de regulación provocaron la aparición de prostíbulos disfrazados de coctelerías, bares y marisquerías en la Tulum, Uxmal y a lo largo de la Región 89 y la avenida Puerto Juárez. Posteriormente, surgieron casas de citas y spas en las avenidas Francisco I. Madero, Miguel Hidalgo y Leona Vicario. Sin embargo, debido a extorsiones y al pago de “derecho de piso”, muchos de estos lugares fueron cerrando e, incluso, algunos incendiados. Esto dio paso a la prostitución a través de redes sociales, una práctica cada vez más común en ciudades como Cancún.
Desde el 2010, las extorsiones y pagos de piso pusieron a Cancún en el “Ojo del Huracán” cuando el bar “Castillo del Mar” ubicado en la avenida Leona Vicario casi esquina con Kabah fue atacado por presuntos delincuentes que incendiaron el lugar, donde murieron ocho personas, principalmente mujeres que trabajaban en el lugar.
En septiembre del 2014, la violencia en contra de casas de citas se recrudeció cuando un domicilio clandestino de la Supermazana 67, a un costado del bar “La Jaiba “, fue incendiado, lo que dejó cinco víctimas carbonizadas, cuatro de ellas, mujeres y un hombre.

En abril de 2016 sujetos armados dispararon contra un spa, localizado sobre la calle Jaleb, en la Supermanzana 20. Ese prostíbulo fue atacado en tres ocasiones ese mismo año, hasta que quemaron un vehículo en la puerta de la casa de citas, donde tres mujeres se salvaron de morir calcinadas.
Los bares “La Oficina” y “La Xtabay”, fueron atacados a balazos en varias ocasiones, por no pagar “derecho de piso”, donde mujeres de la vida galante se prostituían en una cuartería que se ubica en la segunda planta del prostíbulo ubicado en la avenida Talleres, pero esos ataques no han cesado hasta este 2025 y los operativos continúan, en los que se rescató a mujeres que son obligadas a prostituirse.
Una de las violencias implícitas en la prostitución es la trata y en los últimos meses, las autoridades de la Fiscalía General del Estado (FGE) rescataron a decenas de víctimas de explotación sexual en diversos puntos de la ciudad.
Elevada tasa de contagios de VIH en Q. Roo
Esos riesgos no se limitan al tema de las inseguridad, sino a la salud y al VIH, muchas personas han encontrado un amplio abanico de posibilidades “seguras” a través del sexo virtual o en línea, con mujeres de todas las edades e incluso nacionalidades y que las personas que no cuentan con internet aciden a lugares que ofrecen internet privado y que se paga por tiempo, para buscar ese tipo de relaciones momentáneas, pero también hay personas que hacen servicio a domicilio, desde luego más caro, aunque no necesariamente más seguro.
Se llama José de Jesús, pidió una escort aprovechando que su pareja no estaba en la ciudad y le había caído un dinero que no esperaba y lo primero que se le ocurrió es salir con sus amigos a un bar, conocido porque las meseras hacen servicios sexuales, pero fuera del establecimiento y al calor de las copas decidió contactar a una, que le aseguró que al terminar su turno le mandara mensaje con la ubicación y tuviera listo el dinero del taxi o Uber.
“Al final me cobró el doble de lo acordado; no me robó, pero así lo sentí. Luego entendí el riesgo cuando supe de un conocido que fue asaltado y amenazado por padrotes. Me dio miedo, y, además, nunca pensé en el riesgo de contagio”.

Falta de políticas públicas
De acuerdo con Roberto Guzmán Rodríguez, presidente de la Asociación Civil Red Positiva de Quintana Roo, la SESA debería llevar un censo, pero aclaró que aun así no existiría una cifra real, porque ahora con las redes sociales, la cifra se incrementa y la mayoría están en el anonimato, indicó que en la actualidad ya no es necesario ir a buscar el sexoservicio a las calles, es tan sencillo como entrar a diversas aplicaciones en línea, espacios donde se paga por ver y otros por tener contacto por la enorme oferta sexual.
“Es difícil saber si quienes ejercen en línea se hacen pruebas, y el estigma dificulta que lo admitan. Un estudio en la calle 63 reveló que muchas tenían múltiples encuentros diarios, aumentando el riesgo de infecciones. En 2024, Quintana Roo registró la tasa más alta del país, con un 49.2% según Censida”.
Aseguró que muchas mujeres dedicadas al sexoservicio tienen la cultura de hacerse pruebas en distintos lugares, como en su asociación u otros centros de salud. Sin embargo, advirtió que, sin estrategias sanitarias, campañas de sensibilización o programas de atención por parte del Estado, Quintana Roo está en riesgo de que la tasa aumente este año. Calificó esto como grave, ya que el porcentaje de 2024 ya era altísimo.

Sin “zona de tolerancia”
“Todo eso lo ha provocado la falta de una zona de tolerancia, cuando no la tienes se disemina por toda la ciudad y eso fue lo que pasó”, dijo otro pionero de la ciudad.
Quien recordó la otrora zona de “tolerancia”, pero en Mérida llamada la 66 Sur, que fue cerrada luego de 20 años de operar, por considerar que la zona era fuente de problemas y desprestigio, pero en realidad, esa medida tenía otras razones, había una dolorosa verdad de detrás, pues unas noches antes, un asiduo cliente se despidió de la mujer que visitaba por las noches porque iba a casarse y ella tomó un arma de fuego y lo mató.
Cancún tuvo su “zona de tolerancia” en Plaza 21, con los llamados “giros negros”, que brindaba servicio exclusivamente para adultos, había table dances, bares y no había límites para contratar a una prostituta. Fue a mediados de la década de los 90s, cuando se comenzó a planear, a partir de las innumerables quejas vecinales del primer cuadro de la ciudad y se dispuso de un predio en las afueras de la ciudad, rumbo a Mérida donde se estableció el proyecto que se llamó Plaza 21, lugar que cerró sus puertas a finales de 2010, porque nunca se logró impedir la inseguridad en la zona y porque además, pronto quedó dentro de la mancha urbana de Cancún, pero la “puntilla” se la dio el huracán “Wilma”, y muchos antro migraron a la ciudad de a poco.
En la Zona Hotelera tampoco se pudo evitar la prostitución y también ha sido tolerada y uno de los casos más sonados fue el del argentino Raúl Luis Martins, dueño de “The One” donde trabajaban mujeres de todas partes del mundo y que operó en la impunidad durante años, hasta que finalmente en el 2019 fue capturado, por liderar una red de trata de personas tanto en México como en Argentina, donde según los expedientes, su mejores clientes eran narcotraficantes, empresarios y políticos de Quintana Roo para fiestas privadas, por lo que fue evidente la protección que se le brindó desde principios de siglo por parte de autoridades de todos los niveles de gobierno.
Nadie pretende descubrir el “hilo negro” en el tema de la prostitución, las problemáticas siguen siendo las mismas, pero ahora con las redes sociales se agravó la situación, hay más contagios por enfermedades sexualmente transmisibles, parecen existir menos políticas públicas al respecto porque ese sector es algo que les interese a las autoridades, son y seguirán siendo “fantasmas”, pese a que tienen derechos, pero que nadie respeta.

Medidas gubernamentales
De acuerdo con la Sesa, se siguen entregando las tarjetas de salud, pero no es algo obligatorio para todas las personas que realizan trabajo sexual, sólo para quienes trabajan en algún establecimiento y para quienes realizan trabajo sexual de manera informal trabajan permanentemente en campañas de concientización del cuidado de su salud, particularmente a través de las unidades especializadas y de algunas Organizaciones de la Sociedad Civil, se les ofertan constantemente pruebas de detección de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), condones y lubricantes.
Actualmente, Quintana Roo ocupa el 5º sitio de 32, por número de casos de VIH, con un acumulado de 4 mil 164.
El tema de la prostitución ha sido muy polémico socialmente hablando, primero por su “regulación” jurídica como si fuera o no un trabajo, pues no existe un reconocimiento social de lo que lo sea, pero al final sí lo es, pudiendo mejorar su vida laboral y sanitaria al estar afiliadas a la seguridad social, al tener la posibilidad de una pensión.
Hace unos años, la exdiputada Susana Hurtado Vallejo fue nombrada secretaria general del Sindicato de Equidad e Integración Nacional (Sein) en Quintana Roo y anunció -en el 2019- que buscaría que las sexoservidoras pudieran tener derechos y obligaciones al afiliarse a un sindicato, al igual que las trabajadoras domésticas, pues aclaró que, no por ser trabajadoras sexuales estén exentas de sus derechos, como la seguridad social, aguinaldo, derecho a una vivienda.