
Vecinos del fraccionamiento Villas del Mar 3 señalan que llevan dos meses sin agua y deben comprar hasta ocho garrafones diarios para cubrir lo básico.
Durante un recorrido por la zona, los vecinos de la Supermanzana 248, Manzana 40 relataron que la escasez de agua no es un problema reciente. Aseguran que desde hace más de una década enfrentan bajas presiones y cortes constantes, lo que los obligó a instalar bombas para llenar sus tinacos. Sin embargo, desde hace un mes la situación se volvió más crítica, ya que el suministro prácticamente desapareció o llega en cantidades mínimas apenas dos o tres veces por semana.
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Ante esta situación, muchas familias se han visto forzadas a recurrir a las purificadoras para llenar garrafones. El agua que obtienen ahí la destinan no solo para beber, sino también para actividades básicas como bañarse, lavar los trastes o incluso para el inodoro.
Esto representa un gasto adicional, pues cada garrafón cuesta 12 pesos y en promedio requieren entre siete y ocho por día.
El costo para los hogares se ha disparado. Una familia que necesita ocho garrafones diarios gasta 96 pesos sólo en agua. Al mes, esta cifra se traduce en cerca de 2 mil 880 pesos, sin contar el recibo que la concesionaria les sigue enviando, el cual ronda los 500 pesos mensuales. En total, muchos vecinos terminan pagando más de 3 mil 300 pesos cada mes para contar con un servicio que, en teoría, deberían recibir directamente en sus viviendas.
Algunos habitantes señalaron que en un inicio pensaron que el problema se debía a una fuga o falla técnica, pero tras insistir con la empresa Aguakan no recibieron respuestas satisfactorias. Aseguran que han reportado la situación en varias ocasiones, pero hasta ahora no se ha presentado una solución, por lo que la inconformidad crece entre los residentes.
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La falta de agua afecta de manera particular a las familias más numerosas. Los vecinos explican que, aunque intentan racionar los garrafones, el uso diario termina siendo mayor al esperado. Esto obliga a realizar constantes traslados a las purificadoras, lo que incrementa el desgaste económico y también el esfuerzo físico, pues cargar y transportar los envases se ha vuelto parte de la rutina.
En la colonia, los tinacos permanecen prácticamente vacíos y los intentos por llenarlos con bombas han resultado inútiles, ya que la presión es insuficiente para abastecerlos. En algunos casos, los hogares reciben un ligero chorro de agua durante pocos minutos, pero no lo suficiente para cubrir sus necesidades. Esta situación ha generado preocupación, pues con el calor y la alta densidad poblacional de la zona, la demanda de agua es cada vez mayor.