
Hay incremento en el número de personas en situación de calle, fenómeno que se ha hecho más visible en zonas céntricas y turísticas de la isla. De acuerdo con estimaciones recientes de asociaciones civiles y autoridades locales, la cifra podría superar las 100 personas, mientras que el último censo municipal realizado el año pasado se contabilizaba entre 65 y 67 individuos.
El aumento obedece a dos causas principales, habitantes locales que han perdido su vivienda o han sido abandonados por sus familiares y se ven obligados a pernoctar en espacios públicos y por otro, la llegada de personas foráneas, identificadas por diferencias en acento, vestimenta y hábitos, que se establecen temporalmente en parques, en el mercado, el malecón o las inmediaciones de la parroquia de San Miguel.

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En respuesta, la comisión de grupos vulnerables del Ayuntamiento trabaja en un plan de atención integral que contempla la creación de un albergue temporal, programas de alimentación, higiene, atención médica y reinserción social, aunque el proyecto aún se encuentra en fase de desarrollo.
Los vecinos del centro manifestaron su preocupación por los recientes incidentes vinculados con personas en situación de calle, entre ellos un caso ocurrido la semana pasada, cuando un hombre fue amarrado por ciudadanos tras agredir a transeúntes a quienes exigía dinero. “Entendemos que la gente está cansada, pero eso no justifica la violencia. Lo que hace falta es intervención de las autoridades”, señaló Héctor Gómez, habitante de la colonia Centro.

Otro hecho que evidenció la vulnerabilidad del grupo fue el fallecimiento de un indigente en un edificio abandonado cerca del malecón, presuntamente tras caer desde un segundo piso. “Son personas invisibles hasta que sucede una tragedia. Vivimos en una isla turística, pero a veces olvidamos que también hay pobreza y abandono”, expresó María del Rosario Poot, integrante de una iglesia que brinda asistencia humanitaria.
Las autoridades locales reconocen que el fenómeno se ha agudizado tras la pandemia y con el encarecimiento de la vida en la isla. El reto, coinciden, es garantizar condiciones dignas, atención médica y apoyo institucional, sin criminalizar la pobreza ni normalizar la violencia social.