
La apiculturaen el municipio Lázaro Cárdenas está sumida en una profunda crisis, caracterizada por falta de apoyo gubernamental, desorganización gremial y preocupante caída en el precio de la miel.
A pesar de los esfuerzos individuales y comunitarios por mantener la calidad y lograr la certificación de su producto, los apicultores de la región aseguran que operan en un entorno de incertidumbre que pone en riesgo la subsistencia de sus familias y la continuidad de la tradición, una actividad de profundo arraigo cultural y económico.

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La principal queja de los productores se centra en el abandono institucional de los tres niveles de Gobierno, aseguraron que este sector, vital para la ecología y la economía local fue relegado y los forzó a buscar soluciones por cuenta propia, ante la inoperancia de la antigua asociación, cuyo estatus actual es desconocido y dieron origen a pequeños grupos y cooperativas en comunidades como San Francisco y Juárez.
Estos núcleos han tomado la iniciativa de certificar su miel de forma autónoma, buscando garantizarla calidad y pureza de su producto, en un intento desesperado por mejorar su posición en el mercado, pero sus esfuerzos parecen ser en vano, el precio sigue siendo muy bajo.
La producción mielera se concentra principalmente en Kantunilkín y Nuevo Xcán; por su alta calidad se comercializa no sólo en la Riviera Maya, sino también en mercados de Yucatán como Chemax, Popolnah y Tizimín; sin embargo, se les paga el litro entre 12 y 26 pesos o por mucho 28 y 30.

Carlos Vicente Hau Hau, apicultor dijo que tuvo que reinventarse. “Yo puse mi negocio; acopio a los que están cerca de Nuevo Durango y lo vendemos en la Riviera”, explicó.
Señaló que creó su propio canal de comercialización para evitar a los acopiadores intermediarios, cuyo manejo influye directamente en la fluctuación de los precios; sin embargo, agregó que incluso con la autogestión, la situación es crítica.
La precariedad se agrava por la falta de un padrón de apicultores oficial y señaló que desde que dejó de funcionar la asociación, no pueden acceder a programas de apoyo y quedaron a la “deriva”.

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Aseguró que la apicultura es una labor que requiere inversión y cuidados permanentes, especialmente fuera de la temporada de cosecha. Actualmente, el sector está en el periodo de crianza (julio a septiembre), cuando no hay néctar disponible en el campo y la producción se detiene, hasta la temporada de cosecha que comienza en noviembre, con su pico entre enero y julio.
Hau Hau detalló que para que sobrevivan las abejas necesita entre ocho y 10 kilos de azúcar por colmena durante los dos meses de crianza para alimentarlas, además se requiere la aplicación de un kilo de torta proteica, la cual es una mezcla nutritiva a base de Minsa, miel y levaduras, para asegurar la salud y vitalidad de la población apícola, estos gastos sumados a los bajos precios de venta asfixian la rentabilidad del negocio.