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Yucatán

En el oriente, el cementerio es un lugar sagrado de tránsito

En el oriente de Yucatán, el cementerio es concebido como un lugar sagrado de tránsito, de donde el pixán o alma del difunto parte hacia el lugar donde lo va a poner Dios, pero también donde regresa en los días de difuntos, reconoce sus huesos, y de ahí se va a la casa de sus familiares todavía vivos.

Eso explicó ayer el antropólogo Alejandro Cabrera Valenzuela, integrante del equipo de investigación del proyecto Etnografía de las Regiones Indígenas de México, Equipo Península de Yucatán, que trabaja con mayas de la península de Yucatán desde el Centro Inah de Mérida.

-Investigador, ¿cuál es el tema que va a desarrollar en el Quinto Simposio de Cultura Maya Ichkaantijoo?

-Mi tema es “Concepciones sobre la muerte y los cementerios en lugares del Oriente de Yucatán”.

-¿De qué trata?

-De que hemos visto cómo los cementerios han venido siendo tema de interés turístico para hacer en el día del hanal pixán, todas estas cuestiones que se realizan. Pero en el caso del oriente yo lo que veo es que sobre todo en las comunidades hay una situación de entender a los cementerios en días de hanal pixán, con esta concepción tradicional en la cual son lugares que se tienen como sagrados, en donde se reciben a los pixanes para como primer punto de entrada de ese mundo donde Dios los puso para venir a visitarnos a nosotros a la tierra, al pueblo. Entonces a partir de ahí tratamos el tema de cómo es concebida la muerte y los cementerios. Es decir, ahí tratamos al cementerio como un lugar de tránsito desde ese lugar donde ellos vienen, porque en Quintana Roo, en comunidades como Tihosuco, en Dzitnup, en Temax, en estas localidades del oriente, se tiene muy presente la conservación de los huesos del pariente difunto, ¿por qué? Porque el difunto cuando viene reconoce sus huesos, y a partir de ahí con el llamado que se le hace en la vivienda familiar, él puede y tiene acceso nuevamente para visitarnos.

Vienen por las mensuras

Entonces en los días de difuntos el cementerio funciona como el lugar que permite la relación hombres-pixanes (difuntos o almas), y encontramos a través de una serie de relatos que nosotros hemos ido documentando desde el año 2001 y 2002, en donde precisamente se relata que es muy importante, y que se tenía por práctica abrir mensuras, que son como los límites entre los ejidos, una especie de caminos que se traza entre ellos, en días previos a los días de difuntos, porque se cree que así como en vida los campesinos se conducían por los caminos hacia las milpas o hacia los montes para diferentes actividades, ya como pixanes van a reconocer también estas mensuras para dirigirse al pueblo. Estas brechas son muy bien cuidadas, y a través de ellos se tiene la creencia de que los pixanes, previo a los días de finados, se vienen conduciendo.

Los ven en el camino

Incluso también se dice que prueba de que están ellos preparándose y viajando para venir a visitarnos, es que muchos los han visto en las cuevas, en los cenotes, porque están lavando su ropa. Es decir, se entiende que ellos están en el trayecto para venir a visitarnos.

-¿Y de dónde vienen?

-Coloquialmente dicen que vienen de donde Dios los puso. En algunas entrevistas se ha dicho que ese lugar es entendido como una isla, o a veces es entendido como un lugar que está arriba en el cielo, pero que nosotros no lo podemos ver. Bueno, ya con la cuestión católica, se habla de que ellos vienen del paraíso a visitarnos al pueblo.

No cazar en esos días

Otra de las creencias que también nosotros estamos retomando para sostener nuestro trabajo es que en esos días de finados, de difuntos, existe el tabú de que las gentes no deben ir a trabajar al monte, y no deben salir de cacería, porque se han documentado relatos, historias, en donde dicen que cuando un cazador sale y tira un venado, al momento de beneficiar a ese venado, va a encontrar en el estómago de ese animal pixán, de ese animal en el cual se ha corporeizado un pixán, encuentran tamales, chachacuás, como se dice coloquialmente en la zona de Valladolid, que es una comida ritual que se prepara para ofrecerle a los pixanes. Entonces en ese sentido en esos días se guarda el tabú, el respeto de en esos días no salir al monte porque se tiene la idea de que se puede dañar al alma de un pariente difunto que estaba viniendo a visitarnos y uno imprudentemente ha salido, le ha disparado y lo ha matado.

Entonces ahí trabajamos la relación pueblo, monte, y el cementerio como un lugar de tránsito a través del cual nosotros los ayudamos a través de rezos, plegarias, ofrendas, todo, los ayudamos en su viaje hacia ese mundo otro, y de regreso, ellos atraviesan nuestros territorios de nuestros pueblos, de nuestros ejidos, llegan al cementerio, reconocen sus huesos, y nosotros a través de los rezos, de las ofrendas y el incienso, de todo lo que les ofrendamos en la casa, permitimos al momento de llamarlos en nuestra mesa, que puedan estar con nosotros nuevamente.

(Roberto López Méndez)

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