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Yucatán

El Monumento a la Patria (¿o la Bandera?)

Conrado Roche Reyes

Uno de lo símbolos más significativos de la ciudad de Mérida es, sin lugar a duda, el Monumento a la Patria. Todo meridano y yucateco conoce esta majestuosa obra de arquitectura y escultura muy sui géneris, y es que, además de su significado histórico y artístico, se encuentra situado quizás en el crucero más importante de la ciudad, en lo que era el final de nuestra más importante avenida, el majestuoso Paseo Montejo (a partir de dicho monumento, se alargó al llamado “Prolongación de Montejo”, que hoy día llega hasta lo que antes era puro monte y nada más).

Es sitio de indudable referencia y obra del escultor colombiano avecindado en nuestra ciudad Rómulo Rozo, quien comenzó esta majestuosa obra en 1945 y finalizó en el año de 1956; es decir, el gran escultor y sus ayudantes se tardaron la friolera de once años para concluir esta gran obra, cuyo diseño arquitectónico estuvo a cargo del arquitecto yucateco Manuel Amábilis.

Hecho de piedra de Ticul, el Monumento a la Patria, aunque mucha gente le llama Monumento a la Bandera, o para la mayoría solo “el Monumento”, narra bellamente esculpida en toda su circunferencia los hechos más relevantes de nuestra historia Patria. En un principio, la parte norte del mismo no tenía el águila devorando una serpiente (uno de nuestros símbolos patrios) en un islote en medio de un lago. El lago es ahora una especie de fuente. Desde que se aumentó este último elemento, fue causa de polémica tanto entre artistas como entre los ciudadanos. Se decía que en realidad parecía un conejo (las alas extendidas). En general, el Monumento a la Patria siempre causó polémicas. Evidentemente, está plasmado en la rosada piedra de Ticul lo más relevante de nuestra historia, faltan algunos elementos, personajes y demás. Esto, sinceramente, no tiene razón de ser, ya que sería literalmente imposible no dejar afuera a algunos. Físicamente es imposible colocar cada instante de la historia de México. Uno de los que más escozor causó fue el no haber plasmado la efigie del general Salvador Alvarado, esto entre la gente progresista y el beneplácito de los conservadores de siempre.

Situado exactamente enfrente del Colegio Teresiano, cuando este era de niñas –hoy día es mixto– fue sitio de reunión de los mozalbetes que acudían ahí para observar desde sus bicicletas o aposentados en la mole de piedra a las chicas que estudiaban en dicho colegio, que hay que resaltar casi todas eran de una gran belleza. Y es que la mujer meridana, cuando es jovencita, es de una hermosura interplanetaria.

Es, sin lugar a duda, el lugar más emblemático de nuestra ciudad.

Ahora que viene el 24 de febrero, que es el día oficial de la bandera, aunque no es ese su nombre –hablo del monumento–, sino de la patria, es muy necesario recordar esta fecha a través del monumento de Rozo, ya que simplemente es, aun sin quererlo, un verdadero y bellos Monumento a la Patria.

 

 

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