Síguenos

Yucatán

Dzidzantún y sus semillas…

Una de las necesidades más apremiantes de una población es la alimentación, y ésta depende fundamentalmente de la actividad agropecuaria.

La agricultura es una de las actividades económicas más sometida a riesgos, por practicarse con organismos vivos, a merced de las condiciones naturales, que en muchas ocasiones llegan a ser extremas en nuestro medio como son: lluvia, vientos, sequía, ciclones, plagas, entre otras.

La economía de la población no ha sido ajena a los vaivenes financieros del Estado, sacudidos por fenómenos políticos, ecológicos y un aumento de la población que demanda productos variados y de buena calidad.

En Dzidzantún siempre ha sido la agricultura la principal actividad productiva y por tal motivo la base de su economía, según datos obtenidos, llegó en su momento a producir y mantener el 30% aproximadamente del mercado de Yucatán.

Líderes natos de la población, en su momento organizaron la comercialización de los productos del campo, fundando una organización estatal donde sobresalieron: Celso May Uicab y Sigfredo Erosa Manrique, siendo los dirigentes durante 2 períodos consecutivos, para luego ser desplazados por líderes de municipios con menos números de productores.

Nada nos cuesta recordar los camiones procedentes de varios estados, principalmente Puebla que se llenaban de toneladas de tomate en los años 80. Esta actividad se realizaba en el parque principal, y era un orgullo para el municipio. La producción de tomate era inigualable tanto así que en el período de la Licda. Effy Luz Estrada Zaldívar como presidenta municipal (1988), se realizó la primera, única y última “Feria del Tomate” teniendo un excelente resultado en la región.

Se cree que un principio lo que influyó para que la agricultura sobresaliera no fue precisamente la técnica empleada, sino las ganas de trabajar y los deseos de superación que trajo como consecuencia lógica que la economía del pueblo mejorara, logrando con esto mejores condiciones de vida.

Otro factor que influyó en su progreso fue el hecho de no esperanzarse del cultivo de henequén como varios pueblos lo hicieron, fincando su esperanza y basando su precaria situación económica. Cuando se dio el famoso Programa de ººººººººººººººººººººººReordenación Henequenera, en Dzidzantún ya se producían diversos productos hortícolas.

La importancia de los cultivos fue la conservación y calidad de las semillas, ya que ésta es la parte del fruto que puesto en condiciones favorables da lugar a una nueva planta la cual deberá ser resistente al medio donde se desarrollará y producirá frutos para nuestra alimentación. Las utilizadas en esa época eran en su mayoría criollas, las cuales eran resistentes a las condiciones del medio ambiente que predominaba en esta región y por consiguiente no era necesario el uso de tanto agroquímicos como en la actualidad, que a la larga han dañado la salud a muchos y contribuido a contaminar el medio ambiente.

Se pueden mencionar las variedades de tomate: “socato”, “bola”, “huajito”, “saladet” (Peto 81-82-85), “huevo de toro” y la “maya” siendo ésta una semilla híbrida mejorada.

La sandía también ocupó un lugar preferido cultivándose las variedades “cubana”, Seybaplaya”, “charles” y “jubilé”. Los primeros agroquímicos utilizados fueron: el 605 (insecticida), Cupravit (funguicida) y Manzate (fertilizante foliar)

Estas semillas producidas en Dzidzantún fueron poco a poco extendiéndose a otros lugares cuando en la época de oro de los “bagazales” en las haciendas henequeneras, hombres de esta población se trasladaron a trabajar a varios lugares llevando con esto sus semillas, técnicas de cultivo y sus diversos “trucos” para producir. Se puede mencionar al Sr. Félix Gorocica Yam (+) quien fuera famoso en los bagazales de la hacienda Sacapuc, municipio de Baca, cultivándolos durante más de 30 años.  Uno de los agricultores más antiguos fue don Clementino Rojas Euán (+) quien cultivaba chiles, cebollas y sandía por el rumbo de Sah-Pech. Sus hijos heredaron sus semillas y se cree que aún conservan la del chile “chahuá”.

En el año de 1995 muchos agricultores a raíz de los efectos de la plaga de la “mosquita blanca”, tuvieron que emigrar en busca de mejores horizontes. Estos llevaron sus técnicas y semillas a otros lugares como Colonia Yucatán, Río Lagartos, Panabá, Sucilá, inclusive hay quienes se trasladaron a Can-Cún, Chetumal, Carrillo Puerto, donde buscaban áreas vírgenes, libres de plagas para desarrollar con éxito sus cultivos. Es por eso que la semilla de la agricultura de Dzidzantún ha viajado, ha sido distribuida para su siembra en muchas partes. También maestros, hijos de agricultores que egresaron de las Normales Rurales fueron portadores de estas semillas a sus respectivas escuelas ubicadas en otros Estados que la República.  Se hace notar que todos ellos llevaron no sólo la semilla que germina para dar físicamente una planta para su cultivo, sino también la “semilla” del conocimiento, la técnica y sobretodo la experiencia de esta agricultura tecnificada.

Mención especial merece la famosa papaya Maradol Roja que tuvo su origen en Cuba entre los años 1939 a 1956 a través de investigaciones del genetista Adolfo Rodríguez Rivera. Por ser Dzidzantún el municipio de más tradición agrícola, el Gobierno del Estado programó un apoyo en semillas, insumos y asistencia técnica de la papaya maradol roja a fin de apoyar a los productores. Se hizo una inversión para activar 300 hectáreas para apoyar la agricultura del municipio que se encontraba por los suelos debido a la plaga antes mencionada, que arrasó principalmente con el tomate. Se vivió la panacea de la papaya Maradol con técnica cubana y posteriormente la del tomate “Cherris” en invernaderos con técnica israelita. En el CBTA No 100 se implementó un vivero que entre marzo y agosto logró producir 650 mil plántulas de dicha papaya para apoyar la siembra de las 300 hectáreas.

Ese apoyo fue muy importante y rindió buenos resultados, pues se estima que actualmente hay un promedio de 50 hectáreas de esta variedad de papaya y 100 hectáreas de pitahaya.

Además se cultiva: lechuga, remolacha, colinabos, berenjena, rábanos, cilantro, pepino, calabaza, chiles, camote, sandía, tomate, melón, espelón, maracuyá, carambola, noni, plátano, cítricos, mangos, cocos y papaya criolla. Existen varias unidades de producción que se distinguen por la producción pitahaya, cítricos y cocos.

Dzidzantún logró otro auge en su producción siendo otra vez la atención de grandes comercializadores de papaya Maradol, llegando inclusive a lograr la construcción de un centro de acopio que no cumplió con las expectativas por no lograr su funcionamiento en un 100%. Los socios no descansaron hasta lograr vender el terreno, para convertirse en propiedad privada. Hoy sólo quedan los recuerdos, una estructura desmantelada y quizás un dinerito en la bolsa de quienes lo vendieron y beneficiaron.

Pero se ha observado que el trabajo organizado en grupo, como sociedades de producción, cooperativas y la comercialización de los productos han sido el enemigo número uno de nuestros productores. La mayoría de las veces los líderes sólo ven sus intereses personales, anteponiéndose a los colectivos. Y mientras eso se siga dando, no se avanzará en este aspecto pues siempre el productor quedará a merced de los intermediarios…

 

* Escritor Comunitario y

Cronista de Dzidzantún, Yuc.

 

Siguiente noticia

Bajan al Santo Cristo de la Transfiguración