Ariel Avilés Marín
De profunda entraña
La corriente cultural permanente entre Yucatán y Cuba ha dejado, y deja, profundas secuelas en la forma de ser del yucateco, y podría decirse que la idiosincrasia del yucateco no puede entenderse sin conocer sus raíces cubanas. Rasgos de los más esenciales de la yucataneidad tienen su raíz en la mayor de las Antillas. La guayabera, la trova y, desde luego, el Teatro Regional, encuentran en Cuba su origen remoto. El Teatro Regional es uno de los más preciados patrimonios del pueblo yucateco, y también uno de sus más arraigados amores. Hoy en día, la vigencia de éste, nuestro teatro vernáculo, sigue siendo un atractivo que hace concurrir abundantemente al multicéfalo a las salas de teatro y otros espacios en los que éste se lleva a cabo.
El Teatro Regional Yucateco es un interesante y valioso fenómeno cultural, cuya permanencia por casi dos siglos en el amor del pueblo, lo hace materia de profundo estudio para nuestros investigadores; así, plumas de la valía de Leopoldo Peniche Vallado, Fernando Muñoz Castillo o Enrique Martín Briceño nos han legado obras de consulta obligada para entender este profundo y entrañable bien patrimonial del pueblo yucateco.
Hablar del Teatro Regional es hablar de un apellido; sin discusión alguna, hablar del teatro regional es hablar de la familia Herrera, quienes por seis generaciones han mantenido una presencia trascendente y esencial en este fenómeno cultural tan nuestro. Desde Héctor Herrera Escalante hasta Mario “Bombín” Herrera, hay una extensa lista de nombres sin los cuales no se puede entender este patrimonio cultural de la Península de Yucatán. Cada generación ha puesto lo suyo, propio e irrepetible, siempre valioso y entrañable. Es lógico y natural que el teatro de los hermanos Herrera Bates, no es igual, no puede ser igual, al de Dzereco y Nohoch, ni éste puede ser igual al del inmortal Cholo; hay de por medio un fenómeno insalvable: el Teatro Regional Yucateco es un espejo del pueblo, y el pueblo yucateco de hoy, no es el mismo que recibió con gran alegría al Bufo Cubano que nos llegó del Caribe y que trajo la fértil semilla que floreció en tierra apropiada y que se levantó de entonces y para siempre entre nosotros, y sigue siendo un profundo amor de nuestro pueblo. Así hay que entender al Teatro Regional Yucateco.
La noche del jueves 2 de mayo, tuvimos la oportunidad de atestiguar el nacimiento de una efeméride de profunda entraña; esta fecha se ha consagrado de ahora en adelante, como “Día del Teatro Regional”. Es un privilegio haber tenido la oportunidad de prestar testimonio para un hecho de la mayor importancia que ha quedado escrito en los anales de la historia regional. Con el concurso y apoyo de las autoridades, pero con la iniciativa de quienes lo cultivan, un amplio grupo de representantes de este bien cultural concurrió al Teatro Peón Contreras, y cada uno puso lo suyo para hacer un digno arranque de una conmemoración que hay que impulsar decididamente. Lo deseable es que, cada año, esta conmemoración se lleve a cabo, sin interrupción, y siente patente en la cultura de nuestro Yucatán. La autoridad tuvo digna representación en la persona de la Secretaria de la Cultura y las Artes, Lic. Erika Millet Corona; contó con el testimonio de la legisladora Paulina Viana; el Ayuntamiento de la ciudad estuvo representado por el Lic. Augusto Molina; y con la presencia de personalidades de la vida cultural local, como el Profr. Luis A. Pérez Sabido, el Mtro. Enrique Martín Briceño, la gentil Doña Elena Fernández del Moral, la Lic. Ana Ceballos, el Mtro. Raúl Lara, el Lic. Rafael Pérez y Pérez, numerosos representantes de la comunidad artística, varios alcaldes del interior del Estado y un numeroso público que llenó la sala.
Los protagonistas del evento lo fueron, sin lugar a dudas, los populares y reconocidos actores de nuestro Teatro Regional Yucateco, encabezados, desde luego, por quien es el pontífice e icono de este bien cultural, Don Mario Herrera Flores, Mario III, Dzataol o como se le quiera llamar, de acuerdo con los entrañables personajes a los que ha dado vida durante su fructífera carrera en este género. Lo acompañó, desde luego, su compañera en la vida, Sandra Casares, Doña Nena; y los miembros de su familia que militan en esta fértil trinchera: Mario Herrera Casares, Dzereco; Daniel Herrera Casares, Nohoch; Carolina Herrera, la Cosi; y Mario “Bombín” Herrera, el menor de la dinastía y de la sexta generación.
Brillante participación aportaron, la actriz y dramaturga Alicia García Rosado, X’Pet; Claudia Cámara, Chonchita, y Alexandra Villanueva. Entre los caballeros anotamos a Juan Carlos Argáez, Bartolo; Iván Gómez, Maax Cut; Luis Burgos, Kilik; y Carlos Ramírez, Poquito. Brillo y lucimiento aportaron a la noche, las participaciones del Ballet Folclórico del Estado “Alfredo Cortés”, bajo la dirección del Mtro. Carlos Acereto Canto y de la Orquesta Jaranera del Mayab. Se contó también con la participación del trío Trovadores de Yucatán, que trajeron la presencia de la canción yucateca romántica con tres aportaciones; el bolero “Flor de Azahar”, de la autoría de Manuel Montes de Oca y Santiago Manzanero, y dos canciones de Huelo Rivas: “Quisiera ser golondrina” y “Cenizas”.
Las escenas estuvieron enmarcadas por los espléndidos telones de fondo que representaban antiguas haciendas henequeneras, en la época de oro de esta importante industria que fue la riqueza de Yucatán en un pasado brillante; los suponemos obra de Manuel Encalada, por los antecedentes de este artista de la escenografía teatral. Los técnicos del Teatro Peón Contreras cumplieron cabalmente en sus misiones como iluminación y sonido.
Hubo una parte protocolaria en la noche, subieron al escenario la secretaria de la Cultura y las Artes, Lic. Erika Mollet; el Lic. Augusto Molina, la diputada Paulina Viana, el Mtro. Enrique Martín, y los actores Mario Herrera Flores y Mario Herrera Casares. El Mtro. Martín nos ilustró ampliamente sobre las primeras manifestaciones de este género teatral; señaló como el antecedente más remoto de este género el divertido sainete de José García Montero “El Rábano por la Hojas”, estrenado el 22 de octubre de 1975, en el antiguo Teatro San Carlos (el que posteriormente sería Teatro José Peón Contreras), Enrique nos dijo: “El Teatro Regional es tan nuestro, como lo son la cochinita pibil, Chichén Itzá o el Paseo Montejo. Es un fenómeno único en América”.
Señaló como su inicio el período porfirista y que se prolonga hasta 1914; en 1919 se produjo el “Boom” de este género, al parecer figuras como Pepe Talavera o Héctor Herrera Escalante. Inicialmente, se designa a la producción teatral de este naciente género, como sainetes y entremeses yucatecos. “Muy pronto, la Compañía de Zarzuelas Yucatecas de Héctor Herrera va cosechando éxitos. Desde su primera aparición en escena, interpretando a un policía, en el sainete “Los Niños Llorones”, en el antiguo Teatro Independencia, sienta un precedente que se ha de prolongar en el tiempo, hasta llegar a las muchas generaciones de sus descendientes, hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y lo que sigue de la dinastía”, señaló con énfasis. Pasó revista a los nombres de otros miembros colaterales de la familia, también destacados en el Teatro Regional, como Manolo del Río, Pixculín; o su hijo, Ricardo del Río, Taco de Ojo. Pasó revista a los autores de los libretos, como Fernando Mediz Bolio, Aristeo Vázquez o Rubén Darío Herrera. Justa mención dedicó a figuras entrañables como Ofelia Zapata, Petrona o Wilberth Herrera y su genial creación: Lela Oxkutzcaba. Evocó como “La Catedral del Teatro Regional” al extinto Teatro Héctor Herrera, de la calle 64. Hizo una entrañable evocación de cómo Cholo se auto presentaba con una larga lista de apellidos. “A los que, seguramente, hoy agregaría los de Vila y Barrera Concha”, subrayó. Reclamó de las autoridades el indispensable apoyo que este bien de cultura intangible, con absoluta certeza, se merece.
En el uso de la palabra, Mario Herrera Casares, Dzereco, evocó “A todos los que dan vida a este patrimonio nuestro”. Rememoró su primera actuación, a los ochos años, en la Escuela Primaria “Juan Crisóstomo Cano y Cano”, donde interpretó a un policía, emulando a su tatarabuelo Héctor, y dirigido por su abuelo, el inolvidable Don Mario Herrera Bates, Sakuja; “Flama del amor por el teatro”. Don Leopoldo Peniche, señala el año de 1914 como el del nacimiento de nuestro teatro; ¡No importa la fecha! Lo extraordinario, es que esta semilla ha florecido en un gran árbol frondoso”. Agradeció a las autoridades por tomar esta propuesta de crear el “Día del Teatro Regional” y apoyarla para hacerla una realidad. “Tenemos el amor del público, y le correspondemos quitándole un rato amargo a sus vidas. No sé cuánto me quede de vida, pero estará encaminada a que mi pueblo, nunca deje de sonreír”, concluyó con gran emotividad.
Por su parte, la Lic. Erika Millet inició dando un saludo a toda la comunidad artística; celebró la iniciativa de Mario Herrera, Dzereco, para “poner al Teatro Regional donde debe estar, en abrir puertas y ventanas a todos los municipios del Estado, y escuchar a la comunidad”, subrayó. “Hoy estamos dando los primeros pasos para hacer del 2 de mayo <Día del Teatro Regional> en Yucatán. En el año 2020, tendremos el primer día oficial del Teatro Regional”. Externó también su agradecimiento a los artistas que han impulsado este proyecto, como Madeline Lizama, Candita o Jazmín López, Tina Tuyub; a todos los que han participado en el Teatro Regional, ayer, hoy y el que empieza a formarse. “Sin duda, el Teatro Regional de Yucatán es una de las más bellas obras de esta tierra”, concluyó.
El evento estuvo dividido en dos partes, en las cuales se dio inicio con la actuación del Ballet Folclórico del Estado, acompañado por la Orquesta Jaranera del Mayab. En la primera parte, abrió la escena el inicio de una Vaquería, con su reglamentaria Angaripola; en seguida, salió a escena Mario III y exclamó: “En primer lugar ¿dónde dejé mi celular? Je, je, no es cierto, lo primero es presentarse, soy Dzataol, y estoy de muy buen ver. ¿Qué tiene X’William Levi que no tenga yo? ¡No contesten por favor!”, continúa: “Es que hoy, están de moda los dzudzitos, en cambio, yo soy la clásica figura del yucateco; y estoy muy orgulloso de serlo; si volviera a nacer, le pediría a Dios que volviera a ser yucateco”, tremenda ovación rubrica la afirmación. “Así como ven, en mi familia llevamos como un siglo manteniendo vivo el Teatro Regional. También dicen que soy papá de Dzereco y Nohoch… ¡Dicen! – risas del respetable – Yo creo que hoy todos los artistas, quieren hacer como Yalitza, irse a Hollywood; ah, pero Hollywood, la cantina de aquí en el centro – nuevas risas – Hoy están de moda las películas como esa de los Mecatrones, el Dios del Trueno, todo es trueno –las risas de nuevo–. Pedí ayuda al gobierno, me dieron un puesto; ah, sí, aquí en el Mercado de Chuburná. ¡Cómo no, con Boxito todo es posible!”, las carcajadas llenan la sala. Se une al diálogo Doña Nena, y juntos van haciendo una remembranza del pasado del Teatro Regional: las carpas en la populosa Feria de Santiago, las tandas en los teatros Variedades, Colonial, Fantasio. Los tiempos de obras memorables, como El Rosario de Filigrana, con los protagónicos de Daniel “El Chino” Herrera y Ofelia Zapata, Petrona. Pasaron lista a entrañables personajes del género como Pepe Talavera, Don Héctor Herrera Escalante, Don Chinto, el Chucuru Sánchez, los hermanos Daniel, Mario y Fernando Herrera Bates, Chino, Sakuja y Cheto y Héctor Herrera, Cholo.
En seguida, Dzataol y Doña Nena se enfrascaron en un divertido diálogo clásico de nuestro teatro, en el que campean las bromas con pícaro humor de doble sentido. Mario nos agasajó con un ingenioso monólogo, de los que hacía Cholo, en el que usa todos los nombres posibles de verduras y legumbres. Fuerte ovación despide a Mario III y Doña Nena.
Hubo otras dos tandas cómicas y pícaras. La primera, se escenificó en una alejada hacienda donde ha sido confinado como castigo un sacerdote, Bartolo, con su fiel sacristán, Maax Cut. Obviamente, el cura no está dispuesto a pasar la vida sin muchas de las prebendas y comodidades a las que está acostumbrado, así que, con la complicidad del sacristán, se las ingenia para llevar a cabo diablura y media. El señor cura manda al sacristán al pueblo por un misil bien frío; mientras espera su retorno, se apersonan dos damas en busca de consejo. La primera en llegar es X’Pet, quien quiere regularizar su situación de pareja y casarse con él por la iglesia. El señor cura la trata con toda dureza, la califica como pecadora y casi la condena al fuego eterno; le pone una cantidad absurda de requisitos para llevar a cabo la boda. X’Pet comenta que cuenta con el apoyo de su tío que tiene mucho dinero y tiene la intención de hacer un fuerte donativo a esta parroquia, para aliviar las carencias del señor cura; el párroco cambia totalmente de actitud, y todas las dificultades para efectuar la boda se allanan fácilmente. Llega después Chonchita, en busca de confesión. La muchacha confía al cura sus deseos ocultos sobre varios hombres, y le dice: “Señor cura, he metido la pata” y relata una serie de situaciones que rebozan de picardía, para al final decir: “Pero, no con ése metí la pata”; y así con otros más; Chonchita confiesa al cura: “El aroma de jabón de avena, me excita mucho”, y refiere a todos los hombres que se acostumbran bañar con ese jabón. El cura, a su vez, le dice: “A mí, lo que me excita es olor de nixtamal”. “Señor cura, qué coincidencia, acabo de amasar mi nixtamal”, a lo que el párroco responde: “Sí, qué coincidencia, me acabo de bañar con jabón de avena”, y salen de la escena juntos entre las carcajadas del respetable.
La última tanda se titula “El Extra”, y trata de las peripecias para llevar a cabo la filmación de una película titulada “Tu Huevo está Puuc”; ésta se lleva a cabo en una hacienda, el director es Nohoch Arrau Almodóvar, hay un camarógrafo, Kilik, un asistente, Poquito; las estrellas del filme son Cosi y Bombín, quien encarna a Sebastián Ruli. Al sitio de la filmación llega Dzereco y quiere participar en él, el director lo corre con cajas destempladas. Hay algunas escenas de riesgo, por lo que Ruli exige tener un extra que lo sustituya en ellas. La estrella femenina tiene una asistente, Alexandra. Ante la exigencia de Ruli, el director decide usar a Dzereco como extra para hacer las escenas de riesgo. Se corre la acción, y al llegar el momento desagradable, el director grita: “¡Corte!”, y entra Dzereco en sustitución y se lleva la peor parte de la acción. Las escenas son de una comicidad increíble y el respetable ríe con ganas. Hay una escena en la que Ruli ha de subir hasta un alto balcón por una enredadera, obviamente es a Dzereco a quien le toca ejecutar esas partes. Por muchas cosas de lo más gracioso, la escena se ha de repetir numerosas veces, hasta que Dzereco está totalmente agotado. Las partes imaginarias, a caballo, son de una comicidad superior, y el ascenso por la enredadera es de fábula. Mario trajo a escena un muy gustado parlamento de Cholo, quien entraba a escena y exclamaba: “¡Ah canalla, ah traidor, conque sabías que mi padrastro no era mi padre, ja!”, y levantaba el pie con una gracia increíble. Mario lo usa variando el parlamento, adaptándolo a las circunstancias de la tanda, pero conserva el gesto y la gracia que Cholo ponía en él. Mario consiguió llevar a nuestra imaginación la viva imagen de Héctor, lo cual nos conmovió profundamente. La filmación tiene un gracioso desenlace y la función terminó con el ballet y la jaranera con suertes de la jarana e ingeniosas bombas dichas por los actores. Para finalizar, se bailó “El Torito” y sonaron las dianas para coronar la actuación.
Salimos del Peón Contreras con el sabor de la entraña profunda de nuestro amado Teatro Regional Yucateco.