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Yucatán

El reencuentro de la madre y sus hijos

Ana María Ancona Teigell

“Madre es el nombre de Dios

en los labios y corazones de los niños”.-

Brandon Lee

Dura fue la batalla, arduo el camino por un calvario cubierto de espinas que traspasaban el corazón de Irene López Pérez, la madre de Eileanai y Jaffet, de 5 y 2 años, que le fueron arrebatados de sus brazos el 22 de junio del año en curso por el padre no custodio, Irving Alberto Molina Noh.

Su amor y sacrificio llegaron al extremo de vivir durante dos semanas, en una casa de campaña que instaló frente a la Fiscalía General del Estado de Yucatán, en protesta por haberle entregado esta autoridad al padre sustractor a sus pequeños, quienes al ser recatados el martes 23 del pasado julio, se los entregaron al Centro de Atención Integral al Menor en Desamparo (CAIMEDE), cuando su madre tenía la custodia y a ella se los debieron entregar. Y había una red familiar que los podía cuidar y proteger.

Acompañada de toda su familia que no se separó de ella un solo momento, tuvieron que enfrentar huracanados vientos y lluvias torrenciales que tiraban e inundaban la casa que con la fuerza de la fe y la esperanza de que alguien la escuchara, volvían a levantarla una y otra vez.

Soportaba que gente sin escrúpulos, moral ni valores, expusieran la vida privada de Irene que nada tenía que ver con el delito de sustracción que cometieron. Expusieron la integridad física y psicológica de menores al estar subiendo videos en las redes sociales en ropa interior (por la abogada del sustractor Dariana Quintal Narváez), (delito que se debe castigar porque no podemos permitirlo ni como sociedad ni como autoridad), en que mostraban las supuestas lesiones infligidas por la buena madre y el abuelo, quienes lo único que han hecho es criar a sus pequeños en un ambiente de unión, protección y un infinito amor.

Lágrimas que se confundían con la lluvia, noches oscuras sin estrellas, preguntas sin respuestas, un silencio sepulcral de las autoridades e instituciones que evadían su presencia con excusas, con ausencias que la dejaban llena de desesperanza, sin poder encontrar una puerta que no estuviera cerrada.

Una larga y dolorosa espera que llegó a su fin el viernes 2 del presente agosto, cuando le entregaron a la madre sus tesoros.

Gracias al apoyo del Director del POR ESTO!, el Periodista Mario Renato Menéndez Rodríguez, quien confió en mí y dio difusión al caso. Con la mejor disposición de ayudarnos del Magistrado Lic. Ricardo de Jesús Avila Heredia, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Yucatán. Al justo actuar con apego a derecho de la Juez Segundo de lo Familiar, Oralidad Vespertina Lic. Ana Elena Alpizar Achurra. A la presencia en el estado del Padre Alejandro Solalinde Guerra y Frida Guerrera, que no solo se solidarizaron con este caso, sino que presidieron la marcha que se hizo el martes 31 de julio del año en curso en Palacio de Gobierno para protestar por todas las injusticias que se están cometiendo en Yucatán contra las mujeres, niñas, niños y adolescentes.

Hoy Irene, la madre de Eileanai y Jaffet, tiene en sus brazos a sus niños adorados, y agradece desde lo más profundo del corazón a todas estas personas y autoridades que creyeron en ella y les devolvieron a sus pequeños.

Esta historia, como miles que ocurren en el Estado, es una llamada de atención para el gobierno y las autoridades de Yucatán, quienes no deben permitir que a nuestros niños les estén robando su infancia. Una infancia que debe estar llena de juegos y amor, no de miedos y terror. Que tienen todo el derecho de vivir con sus familias y no en una institución.

Ver a Irene y sus hijos cómo se abrazan, besan, acarician, juegan, escuchar sus risas, disfrutar de su alegría, es mi mayor recompensa.

Gracias también a todos los medios de comunicación que, como siempre, acudieron a nuestro llamado, fueron el eco de nuestras voces.

¡Porque nunca nos vamos a callar, porque nunca dejaremos de levantar la voz, porque nunca dejaremos de gritar, aún sea en medio de un desierto! ¡Sabemos que siempre habrá alguien que nos va a escuchar!

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