Yucatán

Yucatán suma seis santuarios pesqueros reconocidos como áreas restringidas de conservación de especies

El Cerrito en Chuburná se convirtió en el sexto santuario pesquero de Yucatán.
La Zona de Refugio Pesquero Parcial Temporal, por cinco años, se ubica en Chuburná Puerto
La Zona de Refugio Pesquero Parcial Temporal, por cinco años, se ubica en Chuburná Puerto / Por Esto!

La entidad cuenta ya con seis santuarios pesqueros decretados desde 2019, y el más reciente es El Cerrito, en aguas federales de Chuburná Puerto, municipio costero de Progreso.

Con esta nueva designación, oficializada el 26 de septiembre de 2025 en el Diario Oficial de la Federación, se refuerza una estrategia que busca rescatar especies marinas en declive y asegurar el futuro de cientos de familias que viven de la pesca ribereña.

Nace de la urgencia pesquera

El Cerritofue declarado Zona de Refugio Pesquero Parcial Temporalpor cinco años, con una extensión de 49.48 kilómetros cuadrados (4,948 hectáreas). Se trata de un área con fondos duros cubiertos por arena, con presencia de laja, promontorios coralinos y comunidades de algas rojas, verdes y cafés.

En este espacio sólo se autoriza la pesca del pulpo rojo (Octopus maya) con el arte tradicional de garateo, respetando la veda del 1 de agosto al 15 de diciembre. Toda actividad de pesca deportiva, recreativa o de consumo doméstico está prohibida.

La decisión no fue impuesta desde arriba: fueron los propios pescadores de Chuburnáquienes solicitaron el decreto. Agrupados en cooperativas y permisionarios del Comité Náutico local, expusieron la caída alarmante de las capturas en la última década: entre 2018 y 2022 la pesca de pulpo se desplomó 71 por ciento, y entre 2012 y 2022 la del mero rojo cayó 50 por ciento.

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Los seis refugios marinos

El Cerrito forma parte de una red en expansión de refugios pesqueros. El de Celestún(2019) es el primer santuario pesquero en Yucatán, con más de 300 km². Está enfocado en recuperar pepino de mar, mero y pulpo, ha sido referente en vigilancia comunitaria.

El de Dzilam de Bravo–San Felipe (2024) está ubicado en el oriente de la costa yucateca, protege recursos pesqueros comerciales y ecosistemas costeros.

El Cuyo (febrero de 2025) ocupa un área decretada en el noreste del litoral; el de Chabihau (febrero de 2025) es un Refugio que refuerza la red de protección en la costa norte.

El anterior era el de Telchac Puerto, que fue declarado el 15 de septiembre, y ahora el más reciente es El Cerrito, el 26 de septiembre, que se ubica frente a Chuburná Puerto.

En conjunto, estos refugios buscan generar un corredor de conservación y recuperación pesquera que, de cumplirse, beneficiará a comunidades ubicadas desde Celestún hasta El Cuyo.

Una medida de sacrificio con miras a 2030

Los pescadores de Chuburná, unas 450 personas con 139 embarcaciones menores, reconocen que la pesca ribereña es su única fuente de ingreso. Por ello solicitaron a la Conapescaque se decretara El Cerrito como refugio. El objetivo es claro: detener la sobreexplotación y permitir la recuperación de la biomasa para que, a partir de 2030, puedan verse resultados en mayores volúmenes de captura.

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El decreto establece que cinco años es el mínimo necesario para medir los efectos de repoblamiento de especies clave como el pulpo, el mero, el negrillo, la langosta y el pepino de mar. Se espera que el aislamiento genere un “efecto derrame” hacia aguas aledañas, beneficiando a la pesca legal en la región.

La vigilancia: el mayor reto

La Sader advierte que quienes violen el decreto se enfrentarán a las sanciones de la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables: desde multas y decomiso de embarcaciones hasta clausura de instalaciones, suspensión de permisos o arrestos de 36 horas.

El cumplimiento, sin embargo, depende de una vigilancia efectiva y de la corresponsabilidad de las propias comunidades. La experiencia muestra que decretar un santuario es sólo el primer paso: hacerlo respetar exige disciplina, cooperación y voluntad política.

El Cerrito representa una apuesta colectiva: una comunidad que alzó la voz ante la crisis pesquera y un gobierno que respondió con un refugio marino. El sacrificio inmediato es evidente, pero la expectativa es que en 2030 las especies muestren signos de recuperación y se garantice el sustento de quienes viven del mar.