En el Centro Histórico de Mérida los puestos florales comienzan a pintarse de color anaranjado por la flor de cempasúchil o x'pujuc, como se le conoce en lengua maya. En los pasillos de los mercados municipales, las comerciantes se observan limpiando o "pelando" el espelón, ingrediente elemental para la preparación de los pibes o mucbipollos.
Poco a poco los días comienzan a percibirse más frescos, principalmente durante las tardes o las mañanas, cuando el sol no es intenso. Es el viento de los finados, señalan algunas y algunos, con la firme creencia de que está por venir una temporada especial, en la que los difuntos retornan a este plano, sitio al que alguna vez pertenecieron.
Es un momento del año en que las leyendas, relatos y creencias comienzan a cobrar fuerza a medida que se acerca el esperado Hanal Pixán, que no solo simboliza una tradición sumamente arraigada, sino que también representa una buena oportunidad para que muchos locatarios mejoren sus ingresos.
En medio de la atmósfera previa a la llegada de los finados, mujeres comerciantes compartieron lo que saben respecto a las creencias relacionadas con esta temporada del año. Pulseras negras para los bebés y niños nacidos durante la celebración a los muertos, evitar a toda costa ir al monte por la presencia de espíritus y no limpiar durante la fecha son algunas costumbres.
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Existen creencias estrechamente relacionadas con el Hanal Pixán, que a pesar del paso de los años permanecen intactas, aunque amenazadas, ya que las personas más jóvenes suelen no tomarlas en cuenta. María Belén Segura Aguilar, comerciante del Mercado Lucas de Gálvez, aseguró que la tradición por el tiempo de finados es una cultura que debe de permanecer.
"A los niños la difunta de mi mamá les ponía sus pulseritas negras, que para que no se espanten por los espíritus que vienen", afirmó la vendedora, quien aseguró creer en espíritus, fantasmas o ánimas, aunque dijo que nunca ha experimentado ninguna vivencia paranormal. Incluso aseguró conocer gente que alimenta a los aluxes.
Por otro lado, Doña Aurelia, responsable de un pequeño puesto ubicado en la calle 54, compartió que por estas fechas puede escucharse a las ánimas, las cuales sostienen conversaciones en las calles. Reafirmó la creencia del hilo negro y reveló que sus nietos lo portan cuando llegan el Día de Muertos.
Ante el cuestionamiento sobre si existen personas con mayor susceptibilidad para presenciar fenómenos paranormales o que cuentan con un don, respondió: "No es que tenga un don, óigalo, los familiares, todos los difuntitos se acercan a comer, entonces si no les das nada ¿Qué comen?, lloran y se van". Añadió que por esa razón es importante montar el altar.