El ecocidio en Yucatán sigue imparable. A los recientes operativos federales que documentan la destrucción de más de 1,700 hectáreas de vegetación en distintas regiones del estado, se suma ahora la denuncia de habitantes de Sisal, quienes acusan al comisario municipal, Joaquín Galaz, de encabezar la destrucción de manglares y el relleno ilegal de terrenos en la zona oriente del puerto.
Los pobladores señalaron que maquinaria pesada trabaja día y noche para extender arena extraída de la dársena del puerto de abrigo, la cual es utilizada como material de relleno sobre las áreas naturales protegidas. De acuerdo con los denunciantes, este material está siendo esparcido en un predio donde –aseguran– se pretende levantar un mirador turístico particular, pese a que se trata de un ecosistema de manglar protegido por leyes federales.
Vecinos del puerto afirmaron que el comisario ya no puede negar la afectación ambiental, aunque en meses pasados intentó justificar públicamente las obras. “El daño está a la vista. Se destruyeron raíces, se alteró el flujo natural del agua y los manglares están muriendo”, relataron, señalando que el impacto ecológico en la zona costera es severo e irreversible si no se actúa de inmediato.
Ante ello, los sisaleños exigieron la intervención urgente de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y de las autoridades estatales y federales para detener “el ecocidio que promueve el propio comisario municipal y sus cómplices”.
Un patrón que se repite en el estado
Apenas ayer, POR ESTO! reveló que el pasado 7 de octubre, inspectores de la Profepa clausuraron un predio en Chicxulub Pueblo donde se acondicionaba un circuito cerrado para motocross, con caminos de material pétreo y obstáculos sobre 4.27 hectáreas de selva baja caducifolia, sin autorización de cambio de uso de suelo.
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Los funcionarios federales colocaron sellos de clausura total y ordenaron el cese inmediato de las obras, tras constatar la remoción ilegal de vegetación.
Ese caso se suma a otros operativos realizados este año en Yucatán: 147 hectáreas afectadas en un predio de Tekax. en el sur de la entidad, más de 39.6 hectáreas en otro terreno del mismo municipio, además de 606.4 hectáreas más del operativo regional forestal y 968.62 hectáreas registradas en 17 predios bajo investigación.
En total, la cifra acumulada alcanza aproximadamente 1,765.89 hectáreas devastadas en el estado, una superficie equivalente a más de 2,400 campos de futbol.
Pese a ello, la Profepa no ha difundido un informe consolidado sobre la magnitud real del daño ambiental en Yucatán.
Ecosistema bajo amenaza
El puerto de Sisal, declarado Reserva Estatal y sitio Ramsar, alberga uno de los sistemas de manglar más importantes del norte del estado. Su alteración, advierten especialistas, pone en riesgo la biodiversidad y el equilibrio hidrológico que protege la zona costera de tormentas y huracanes.
“Cada metro de manglar que se destruye deja al puerto más expuesto a inundaciones y erosión”, señaló un biólogo consultado, quien pidió anonimato ante el clima de impunidad.
Aun con las denuncias y las evidencias fotográficas de los trabajos, los vecinos aseguran que las máquinas siguen operando y que el comisario mantiene silencio. Mientras tanto, el paisaje natural de Sisal, orgullo ambiental de Yucatán, se transforma poco a poco en un terreno seco y rellenado.
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Llamado urgente a las autoridades federales
Los habitantes de Sisal, organizaciones ambientales y ciudadanos de la costa piden que las autoridades federales actúen de oficio, impongan sanciones y obliguen a restaurar las áreas afectadas.
Reclaman también que se investigue la posible red de complicidades locales que facilita el tráfico de terrenos y la especulación inmobiliaria en zonas de valor ecológico.“Esto no es desarrollo, es destrucción”, expresaron los vecinos. “El turismo sostenible no puede construirse sobre los restos de un manglar”.
Mientras tanto, en distintos puntos del estado –de Tekax a Progreso, de Chicxulub a Sisal–, la tierra se sigue removiendo, los árboles cayendo y los sellos de clausura acumulándose.
Yucatán, el estado que presume su riqueza natural, vive una de sus etapas más críticas de devastación ambiental, ante la mirada pasiva de las autoridades que aún no logran contener el avance del ecocidio.