Yucatán

Cae la natalidad a su nivel más bajo en un lustro en Yucatán: apenas 59 de los 106 municipios registraron nacimientos

De acuerdo con el Inegi, en Yucatán hay una tasa de 38.1 en nacimientos por cada mil mujeres.

La natalidad cae, pero la población masculina crece y redefine el mapa demográfico de Yucatán
La natalidad cae, pero la población masculina crece y redefine el mapa demográfico de Yucatán

La natalidad en Yucatán se desploma, con una tasa de 38.1 nacimientos por cada mil mujeres en edad fértil (15-49 años), según el Inegi, una de las más bajas del país. Este descenso es de 6% en los últimos cinco años

Esa caída, sin embargo, convive con un fenómeno demográfico paralelo: el peso de la población masculina se mantiene fuerte en muchas zonas del estado, lo que redibuja el mapa social de comunidades costeras, rurales y laborales.

El padrón masculino es significativo: 1.22 millones de hombres, equivalentes al 49.2% de la población, de acuerdo con el Informe de Pobreza y Rezago Social 2025 de Sedatu. Entre ellos, destacan los adultos mayores –149,015 varones de 60 años o más– y grupos jóvenes de 20 a 29 años, ambos segmentos clave para analizar tendencias sociales futuras.

Yucatán, con una población proyectada de 2,498,676 habitantes al primer semestre de 2025, registra un equilibrio casi paritario: 49.2% hombres, frente a 50.8% mujeres. Aunque la mayoría de la población es femenina, la proporción masculina sigue siendo relevante y creciente en algunos contextos locales.

Freno a la maternidad

Los registros más recientes confirman una disminución sostenida en el número de nacimientos. Las familias son más pequeñas, las mujeres retrasan o renuncian a la maternidad, y los jóvenes enfrentan un mercado laboral incierto que también pesa en la decisión de tener hijos. En zonas urbanas la caída es más pronunciada; en el interior del estado la tendencia avanza con menor velocidad, pero se mantiene constante.

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Desde 2020, la cantidad de nacimientos en Yucatán ha disminuido de forma sostenida. En ese año se registraron 29 mil 321 nacimientos, y para 2024 la cifra bajó a 24 mil 808. La reducción supone un desplome demográfico importante para un estado que históricamente ha crecido, pero ahora enfrenta una baja en el reemplazo generacional.

El peso creciente de la población masculina

Mientras los nacimientos disminuyen, el padrón poblacional refleja un crecimiento o predominio de hombres en diversos municipios. La migración laboral –particularmente la vinculada a pesca, construcción, transporte y trabajos temporales– explica buena parte del fenómeno.

En puertos como Progreso, San Felipe, Río Lagartos y Celestún, el número de hombres supera claramente al de mujeres, sobre todo en periodos de temporada alta de captura o turismo.

En el sur y oriente del estado, la movilidad hacia Quintana Roo o Campeche mantiene un flujo permanente: hombres que salen por temporadas y regresan, otros que se establecen en destinos turísticos y envían remesas, y jóvenes que apenas alcanzan la mayoría de edad y parten sin retorno claro.

 Esta dinámica laboral modifica el tejido social y, en algunos casos, deja comunidades con hogares encabezados por mujeres, abuelos o incluso adolescentes al frente de las responsabilidades familiares.

Las costas: donde el trabajo define la demografía

En los municipios pesqueros la composición por sexo es particularmente visible. En épocas de captura de pulpo, langosta o escama, los puertos experimentan un aumento notable en la presencia masculina. Hombres jóvenes y adultos llegan desde otros municipios e incluso desde estados vecinos para trabajar en el mar. El resultado es una concentración de población flotante que altera la proporción entre hombres y mujeres durante varios meses al año.

Esa misma movilidad temporal genera efectos colaterales: incrementa la demanda de servicios, crea picos de actividad económica y, al mismo tiempo, vuelve más vulnerables a las familias cuando la temporada baja llega o cuando fenómenos meteorológicos afectan la pesca.

Hombres que migran, mujeres que sostienen

En municipios rurales y agrícolas ocurre la situación inversa: muchos hombres salen en busca de trabajo y las mujeres quedan a cargo del hogar, de los hijos y, en algunos casos, de pequeñas actividades productivas.

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Esta separación prolongada erosiona los vínculos comunitarios, incrementa la carga emocional y económica en las mujeres y, en ciertos casos, exacerba problemas como deserción escolar o abandono del campo.

Al mismo tiempo, la baja natalidad en estas zonas anticipa un futuro inmediato donde habrá menos jóvenes y más adultos mayores, panorama que ya preocupa a autoridades locales.

Municipios: donde nacen más varones

En 26 municipios yucatecos nacieron más hombres que mujeres. Mérida encabezó la lista, con 7,654 varones frente a 7,383 mujeres; le siguieron Valladolid, Acanceh, Oxkutzcab y Motul.

En contraste, 15 municipios no registraron un solo nacimiento masculino, entre ellos Chankom, Dzidzantún, Homún, Kaua, Mama y Teabo. Sólo 59 de los 106 municipios tuvieron al menos un alumbramiento durante el año, lo que refuerza la disparidad territorial en el crecimiento de la población.

Contexto nacional: una caída histórica

En México, 2024 cerró con 1.67 millones de nacimientos, un descenso superior al 8% respecto al año previo. Se trata de uno de los niveles más bajos desde el 2020, lo que confirma un cambio estructural en los patrones reproductivos del país: menos hijos, más tardíos y concentrados en zonas urbanas.

El Estado de México lideró los nacimientos, mientras que Colima reportó los números más bajos.

La Península comparte un mismo patrón: menos nacimientos, menos mujeres en edad fértil y una transición demográfica más acelerada. Ese año, Quintana Roo registró una de las tasas más bajas del país, con 39.2 nacimientos por cada mil mujeres. Campeche mostró un comportamiento ligeramente superior, con 45.6, aunque también por debajo de los promedios históricos.

En ambos estados, igual que en Yucatán, nacieron más varones que mujeres, replicando la tendencia nacional.

La caída en la natalidad y el predominio de la población masculina no son procesos aislados: juntos, determinan cómo vivirá Yucatán en las próximas décadas.

Menos niños, más hombres en movilidad laboral, hogares fragmentados temporalmente y comunidades con ritmos demográficos contrastantes anuncian un nuevo mapa social.