
Investigadores señalan que el crecimiento acelerado de la microalga Rhizosolenia sp, detectada frente a Progreso, Chelem y Chuburná, con concentraciones nunca antes registradas este año, está vinculado al cambio climático, la contaminación y la destrucción de barreras naturales en la costa. El fenómeno ya provoca mortandad de especies y amenaza la economía pesquera.
Hasta el pasado 12 de junio su presencia era mínima, pero en pocas semanas el fenómeno evolucionó hasta convertirse en un evento de florecimiento algal nocivo (FAN), con consecuencias visibles en el mar y en las playas. El Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) confirmó el brote.
La doctora Dalila Aldana, presidenta regional de la Academia Mexicana de Ciencias, explicó en entrevista con POR ESTO! que son muchos los factores que han detonado el crecimiento de algas nocivas, pero dos de ellos están directamente ligados a la actividad humana: el aumento de la temperatura de los océanos y la alta carga de nutrientes que recibe el mar a diario por las descargas de desechos.
Pérdida de barreras naturales
Aldana subrayó que el acelerado desarrollo inmobiliario en la costa yucateca ha eliminado barreras naturales esenciales como manglares, dunas costeras y arrecifes de coral. Estas estructuras actúan como filtros que evitan que grandes cantidades de materia orgánica lleguen directamente al mar.
“Al desaparecer esas barreras por construcciones de gran escala, toda esa materia orgánica fluye hacia la costa y alimenta las floraciones de algas, desde las microscópicas, como la marea roja, hasta las macroscópicas, como el sargazo”, señaló.
Los estudios del Cinvestav confirman que, junto con la elevada abundancia de Rhizosolenia sp., la columna de agua presenta concentraciones muy bajas de oxígeno disuelto, lo que ha provocado el recale de decenas de especies marinas. En playas de Progreso y Chelem, pescadores han reportado pulpo muerto, además de peces sapo, bagres y mantarrayas sin vida.

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La causa inmediata es la hipoxia: al multiplicarse de forma masiva, las microalgas consumen gran parte del oxígeno disponible, creando “zonas muertas” donde la fauna no puede sobrevivir.
Especialistas advierten que este fenómeno no es un accidente, sino el resultado de un deterioro ambiental acumulado. La descarga constante de aguas negras sin tratamiento, provenientes tanto de áreas urbanas como de megagranjas porcinas, ha saturado el manto freático y los cuerpos de agua que desembocan en el mar.
Según datos técnicos, sólo las granjas porcinas generan más de 600 millones de litros de residuos al día, los cuales actúan como fertilizante para el crecimiento descontrolado de microalgas.
Tanto el Cinvestav como especialistas independientes insisten en la necesidad urgente de establecer una política de “descarga cero” para las aguas residuales en la costa yucateca. También piden reforzar la protección de los ecosistemas costeros y frenar el crecimiento descontrolado de la mancha urbana sobre áreas de manglar y duna.