
En los muelles de Progreso, Celestún o San Felipe, los rostros curtidos por el Sol reflejan alivio. Tras semanas de incertidumbre por la marea roja que tiñó de preocupación las aguas del litoral, la temporada de pulpo llegó como un respiro. En apenas mes y medio, del 1 de agosto al 12 de septiembre, los pescadores yucatecos han capturado 5 mil 259 toneladas de pulpo maya, cifra que no sólo devuelve la confianza, sino que confirma que el mar sigue siendo generoso con alrededor de 12 mil familias que dependen directamente de esta pesquería.
Para los hombres y mujeres del mar, cada jornada de regreso con las lanchas cargadas significa algo más que ingresos: es la certeza de que el pulpo, ese molusco que los conecta con el mundo entero, sigue siendo su sustento y orgullo.
Una cadena que mueve la economía
La pulpeada es mucho más que una temporada de pesca. De acuerdo con la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), en Yucatán participan directamente 12 mil pescadores y otras 4 mil personas en actividades relacionadas: transportistas, empacadores, exportadores y comerciantes.

Noticia Destacada
Con una inversión de 4.5 mdp arranca la obra de reconstrucción del camino Kambul–Mesatunich en Yucatán
El precio actual del kilo de pulpo —140 pesos en promedio— representa ingresos inmediatos para los ribereños y una derrama económica que este año superará los 500 millones de pesos. La bonanza no se queda en el puerto: se extiende hacia los restaurantes locales, las plantas congeladoras, los mercados de la Ciudad de México y hasta las mesas de España e Italia, donde el pulpo maya es considerado un manjar.
El renacer tras la marea roja
La temporada arrancó con el reto de una veda sanitaria en Progreso, establecida para proteger la salud por la presencia de marea roja en un tramo de 120 kilómetros entre Celestún y Progreso. Aunque la medida obligó a restringir la captura mar adentro, la recuperación ha sido rápida.
Hoy los pescadores relatan con alivio que en sitios como Celestún, desde el primer día de agosto, las lanchas regresaban con hasta 100 kilos por embarcación. La flota mayor también aporta: en su primer viaje, los 300 barcos pulperos capturaron mil 500 toneladas.
“Luego de la marea roja, la pulpeada va excelente; además, se registran muy buenas condiciones climatológicas para continuar teniendo buena captación del molusco”, señaló Enrique Sánchez Sánchez, presidente de Canainpesca en Yucatán.
Viajeros por el mundo
El pulpo maya (Octopus maya), endémico de la Península, es la joya de la temporada: representa el 75% de las capturas y es apreciado internacionalmente por su textura y sabor. España e Italia lo consumen en tapas y guisos tradicionales; en Estados Unidos, abastece restaurantes especializados en mariscos.
Además, la producción abastece al mercado nacional: restaurantes de Mérida, Cancún y la Ciudad de México, así como hogares yucatecos, mantienen su consumo constante, haciendo del pulpo un puente entre la tradición local y la demanda global.

Noticia Destacada
Festival Internacional La Mujer en las Letras 2025 reúne a destacadas escritoras y artistas en Cholul
Más allá del comercio, el pulpo es un alimento saludable. Investigaciones de la UNAM en Sisal señalan que su carne es magra, baja en colesterol y rica en proteínas y omega 3. Contiene nueve aminoácidos esenciales y apenas 86 calorías por cada 100 gramos, lo que lo convierte en una fuente nutritiva que combina sabor con beneficios para la salud.
Un gigante pesquero en México
La importancia del pulpo maya trasciende fronteras. Yucatán se ha mantenido durante más de una década como primer productor de pulpo en México y ocupa el tercer lugar a nivel mundial. La meta para 2025 es alcanzar entre 22 mil y 25 mil toneladas, una cifra que, de mantenerse las condiciones actuales, podría incluso superarse.
La industria genera alrededor de 36 millones de dólares anuales en exportaciones y coloca al estado como uno de los motores de la pesquería en el país.
Historias de puerto
En Dzilam, don Luis, pescador con 40 años de experiencia, confiesa que la marea roja lo puso en jaque: “Tuvimos días sin nada, la gente no tenía ni para la gasolina. Hoy regreso con mis lanchas llenas y puedo pagar a mis muchachos”.
En Celestún, María, esposa de un ribereño, cuenta que cada embarque exitoso significa comida y escuela para sus hijos: “Cuando hay pulpo, hay vida en el pueblo”.
La pulpeada no sólo es economía: es tejido social, es memoria y es futuro. Cada temporada se convierte en un recordatorio de que el mar, con sus ciclos de abundancia y escasez, sostiene a toda una región.